Rompiendo lo inquebrantable

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Rompiendo lo inquebrantable





Luego de entrar a la mansión Malfoy, Harry creyó que irían al despacho para hablar, pero Lucius tomó el rumbo hacia las escaleras las cuales empezó a subir mientras el ojiverde permanecía indeciso sin atreverse a seguirlo. A pesar de que llevaba consigo su varita y que no había notado nada que indicara peligro, seguía sin confiarse del rubio.


— Desde ahí no podrás escucharme, Potter. —murmuró Lucius sin detenerse.


Harry apretó los labios para no responderle por su sarcasmo, cada segundo sentía odiarlo más. Sin embargo, fue tras de él. Pero otra vez, al estar frente a la puerta de la recámara se detuvo de improviso, su mente le trasladó a unos años atrás, ahí mismo había descubierto la traición de Severus, y su corazón sintió otra vez cómo se quebraba con el recuerdo.


Lucius, quien ya se encontraba en el interior, giró sobre sí mismo para buscar a Harry. Supo de inmediato lo que estaba pasando por la mente del más joven, y antes de que saliera corriendo, le tomó del brazo obligándole entrar a la habitación.


— ¡Suélteme! —gritó Harry reaccionando para poder liberarse—. ¡Nunca más en su vida vuelva a poner una mano sobre mí!

— No creas que tengo muchas ganas, Potter. Me gustan morenos pero no como tú.


Por toda respuesta ante la ironía de Lucius, Harry estampó una bofetada en la mejilla del rubio. Éste no se inmutó, continuó sonriendo aunque en sus ojos grises podía notarse la ira que le inspiraba Harry.


— Si no fuera porque Severus te ama, te mataría sin pensarlo.

— Me parece perfecto que tenga claro ese punto en particular... por más veces que lo haya manipulado para llevarlo a esa cama, le aseguro que jamás volverá a pasar.

— No he venido a discutir contigo... Si me dejo guiar por lo que me haces sentir, ahora mismo te echaba de mi casa, sin embargo, Severus sí me interesa y también mi hijo, por eso tienes que escucharme hasta el final.

— Ah, ahora resulta que nos está haciendo un favor. —exclamó sin evitar algo de cinismo—. Hasta de su propio hijo se ha olvidado y ha sido feliz destrozando la vida del hombre que supuestamente ama, yo he venido para cerrar un ciclo solamente, porque cuando salga de esta casa, usted habrá desaparecido por siempre de mi vida... Cualquier cosa que tenga que decir, ya sea para tranquilizar su conciencia o para supuestamente ser benevolente y darnos la felicidad que sin usted jamás podríamos tener, entonces hable ya y deje de perder el tiempo.

— Antes deberás prometerme que no trasmitirás el odio que sientes por mí, hacia Ayrton. —pidió procurando no hacer caso del sarcasmo del ojiverde.

— Es obvio que no me conoce, yo jamás haría algo así.

— Eso espero.


Lucius tomó aire, caminó hacia la cama desabotonando su túnica para enseguida dejarla tendida a los pies del colchón mientras él se sentaba ocupando el sitio más cercano a la cabecera. Harry desvió la mirada, era justo ahí donde le descubriera acostado con Severus, apretó los labios y sus puños.


— Toma asiento, Potter, la historia es algo complicada.


Harry dudó, pero fue a sentarse en un sillón junto a la cama. Lucius entonces sacó su varita. El ojiverde se puso en guardia, pero el rubio lo único que hizo fue cerrar las cortinas y encender la chimenea dando al lugar un ambiente más íntimo.


— Severus ama a Ayrton profundamente... —empezó Lucius luego de exhalar hondo, su voz parecía firme, pero no tan fría como acostumbraba, Harry sintió que por primera vez hablaba con un hombre y no con una máquina—... Lo amó desde antes de su nacimiento, pero no fue Severus quien engendró a mi hijo.


Harry jamás se imaginó que Lucius empezara por una noticia tan impactante. Sintió sus pulsaciones acelerarse desproporcionadamente, incluso la mano que sostenía aún su varita tembló tanto que estuvo a punto de soltarla. Haciendo esfuerzo para no mostrar su perturbación, Harry volvió a guardar su varita.


— ¿No... no es hijo de Severus? —preguntó escuchando su propia voz temblorosa.

— Eso dije.

— Entonces... ¿quién?

— Quirinus... Quirinus Quirrell.


Harry agradeció estar sentado pues creyó que se desmayaría ante esa noticia, aun así, su cuerpo se desguanzó sobre la superficie del mueble, su respiración era entrecortada, las ideas le daban vueltas en la cabeza sin ningún orden, no comprendía, se esforzaba en hacerlo, pero todo lo que podría ocurrírsele le resultaba inverosímil.


— ¿Severus sabe eso? —preguntó titubeante.

—Claro que lo sabe, Potter. No es alguien a quien uno pudiera atribuirle un hijo ajeno, él siempre supo la verdad, yo mismo se lo confesé y aceptó ayudarme.

— ¿Ayudar a qué?


Lucius volvió a guardar silencio, había estado toda la noche pensando bien en las palabras con las que confesaría su pasado, pero ahora ni siquiera tenía idea de cómo empezar.


— Creo que será mejor que vayamos por partes.


Harry movió afirmativamente la cabeza, estaba algo asustado de lo que vendría y dudaba en si quedarse a escucharlo era lo correcto o no, no quería saber nada que pudiera poner en peligro su matrimonio, mucho menos ahora que la relación iba mejorando.


— Todo empezó un poco antes de que entraras a tu primer año en Hogwarts. Quirrell se puso en contacto conmigo por indicaciones del mismo Lord.

— ¿Con qué intención?

— A ciencia cierta no sabría decirlo, pero ordenó que engendráramos un hijo.

— ¿Cómo voy a creer eso?... Voldemort no conseguiría nada con eso.

— Creo que lo mejor será que lo veas por ti mismo, veo que eres más desconfiado de lo que pensé.


Harry miró como Lucius abandonaba su cómodo lecho, y yendo hacia su armario, sacó un recipiente que el ojiverde identificó como un pensadero. No era de piedra como el de Dumbledore, sino tallado en mármol con incrustaciones de plata. Debía estar hechizado para disminuir su peso pues el ojigris lo sostuvo sin gran esfuerzo para colocarlo junto a la cama.


— Acércate, Potter. —pidió fríamente, Harry frunció el ceño pero obedeció aunque fuera a regañadientes, cada segundo que pasaba le daba más mala espina todo eso... ¿qué pretendía Lucius? ¿Mostrarle alguna escena indeseable?


Lucius removió el contenido del pensadero con su varita, tomó bruscamente a Harry por el brazo, y aunque el chico quiso zafarse, ya no tuvo tiempo, se vio inmerso junto con el rubio en los pensamientos de Malfoy. Llegaron hasta un sitio en el bosque prohibido. De inmediato de toparon con una figura encapuchada portando una larga capa que le cubría por completo. Harry aprovechó para soltarse del aferre del ojigris. Éste le miró como si tuviera frente a sí a una pequeña molestia, sin embargo, le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera.


— ¿A dónde vamos? —preguntó Harry cada vez deseando más salir de ahí.

— Ese que va ahí soy yo... verás mi primera entrevista con Quirrell.


Harry no quería ver de nuevo a su ex profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, mucho menos sabiendo lo que llevaba en la cabeza en ese entonces. Llegaron hasta un espacio en el bosque rodeado por gruesos troncos de árboles caídos y algunos matorrales. De entre ellos emergió una figura igualmente ataviada con una larga capa con capucha, en su ropa se podía ver algo plateado reluciendo. Harry contuvo un grito de horror al identificarla como la sangre de unicornio... seguramente el mago acababa de cumplir uno de los rituales de Voldemort para mantenerse con vida.


— Me alegra que hayas venido. —comentó Quirrell y en su voz no se escuchó el temblor que Harry le conocía, en cambio, sus ojos relucían extrañamente cuando se quitó la capucha y miró al rubio.

— No sé qué pretendes, Quirrell, no creo en lo que dices en la nota que me enviaste... simplemente es imposible.


Quirrell sonrió complaciente, se acercó un poco más y lentamente fue desenredando el elaborado turbante. Harry notó un estremecimiento en el rubio que tenía a su lado, sin embargo, ninguno de los dos apartó la mirada de lo que pasaba. Pudieron ver al Malfoy del recuerdo palidecer notablemente cuando el rostro de su Amo apareció en la nuca del Profesor.


De inmediato se postró arrodillándose. Harry casi creyó que lo hacía más para disimular las náuseas que para mostrar alguna adoración.


— Amo.

— Es un placer verte de nuevo, Lucius. —siseó Voldemort—. Eres uno de mis seguidores en los que puedo confiar... No tenemos mucho tiempo, tan sólo debes confirmar tu lealtad a tu Señor.

— La confirmo, Amo... soy plenamente suyo.

— Entonces seguirás las indicaciones de Quirrell, yo no puedo manifestarme demasiado por el momento, debo guardar fuerzas para completar mi plan.

— Haré lo que me pida, mi Lord.

— Necesito un heredero, en este momento mi magia esta íntimamente ligada a la de Quirrell, así que permitirás que te tome hasta que quedes prendado. Eres un hombre fértil y espero que puedas conseguirlo pronto.


Harry notaba la respiración agitada del rubio quien no se había atrevido a levantar la mirada del suelo, tan sólo asentía a cada indicación de su Señor. De pronto, el Malfoy a su lado le volvió a tomar del brazo para salir del Pensadero. Al regresar a la recámara ninguno de los dos dijo nada por unos minutos, aún tensos por haber tenido que volver a ver a Voldemort.


— Bien... supongamos que ya creo que Ayrton es de Quirrell. —dijo Harry finalmente luego de sentarse y recuperar su aliento—. ¿Severus estuvo dentro de ese plan?

— No directamente. —respondió consiguiendo recuperarse de inmediato, no iba a permitir que Potter fuese más fuerte que él—. Empezó a sospechar por la conducta extraña de Quirrell, él mismo me lo confesaba durante nuestras entrevistas que espero no pretendas te las describa. —Harry hizo una expresión de náuseas, nunca en su vida querría enterarse de lo que Malfoy y Quirrell hacían para preñar al rubio.

— Deje su sarcasmo para otro momento en que me encuentre de mejor humor, continúe con su historia y dígame cómo es que se enredó Severus en todo eso.

— Regresemos al pensadero.

— ¡No, dígamelo de frente! —le encaró, odiaba tener que verlos juntos.

— ¡Para mí tampoco es fácil, Potter, y es mejor que veas las cosas tales como fueron!


Harry gruñó, más de nada le sirvió porque un segundo más tarde ya se encontraba dentro de otro de los recuerdos de Lucius. Rápidamente se zafó del brazo que el rubio le sostenía y miró a su alrededor, estaban en un lugar muy conocido por él... la habitación de Severus en Hogwarts.


— ¡Quiero salir de aquí! —exclamó furioso, no iba a poder soportar mirarlos a ellos ahí, se suponía que era su hogar, y le dolía en el alma pensar que ahí mismo Severus y Lucius pudieron haber tenido algún encuentro sexual.

— Sólo espera un momento.


La puerta se abrió, Harry contuvo la respiración al ver entrar a Severus, y tras de él venía el rubio que se notaba realmente preocupado mientras que el ojinegro tenía una expresión de rabia que nunca le había visto... y ni siquiera se comparaba al día en que Sirius había escapado de ser besado por el dementor.


— ¡¿Crees que yo me siento muy feliz con la situación, Severus?! —le recriminó el rubio empezando a enfadarse también—. ¡Nadie me pidió opinión, tan sólo me dijeron lo que tenía que hacer y ya, y tú eres el único que puede ayudarme!

— ¡Es que no entiendo cómo lo permitiste, Lucius!

— ¡Ya te dije que no estuvo en mis manos, ya te quisiera verte a ti diciéndole al Lord "No, gracias, por el momento no estoy interesado en procrearle un vástago para que pueda criar y hacerlo un monstruo como usted"!


Eso pareció calmar a Severus, quien empezó a respirar hondo, Harry le veía tenso, apretaba los puños con impotencia. Finalmente, el ojinegro fue a ocupar un lugar en el sillón frente a la chimenea. Lucius permaneció un momento en su misma posición, pero luego, ya más calmado, hizo algo que Harry tuvo ganas de pellizcarse para confirmar que no soñaba... Se arrodilló frente a su amigo.


— Ayúdame. —suplicó débilmente.


Severus miró a los ojos grises, las manos del rubio se encontraban en sus rodillas, las sujetó con suavidad apretándolas entre las suyas.


— No sé cómo, Lucius. —admitió agobiado—. Tal vez deba decirle a Albus...

— ¡No! —exclamó casi aterrado—. ¡No, Severus, a él no!

— Él conoce bien al Lord, y tiene conocimientos para destruirlo, Potter es aún demasiado joven, ¡tengo que decirle para que nos ayude!

— ¡No!... el único que puede ayudarme eres tú. Dumbledore querría sacrificar a mi hijo tal como intenta con Potter... por favor, Severus, no lo involucres.

— Intentaré encontrar una solución, lo prometo.


Los ojos del rubio se iluminaron con una esperanza, quiso hacer algo que Severus impidió colocando una mano en su pecho, de esa forma consiguió que no se acercara. Harry no pudo evitar mirar al rubio a su lado, celoso al ver que había intentado besar a su esposo... Al mismo tiempo le enorgulleció ver que Severus no se lo permitiera.


Iba a cuestionar eso, cuando de nuevo se sintió sacado del recuerdo sin previo aviso. De vuelta en la recámara, Harry miró a Malfoy, intentaba estudiar su reacción luego de ese encuentro. El ojigris le ignoró y fue a sentarse al borde de su cama mirando hacia la chimenea encendida.


— Severus encontró la solución perfecta. —aseguró sin que Harry le preguntara.

— ¿Desde cuándo ama a Severus?

— Eso no es relevante ahora.

— Para mí sí... quiero saber desde cuándo. —insistió posicionándose frente al rubio—. Porque si lo amaba entonces, no entiendo cómo lo involucró en eso, era un riesgo extra al que siempre tenía que exponerse, si le pidió su ayuda es porque estaba enterado que era un doble espía y aun así, no le importó.

— Yo sentía algo especial por Severus. —respondió luego de darse cuenta que no lograría sacar al ojiverde de su curiosidad—. Nuestra relación empezó durante el colegio, pero fue demasiado breve, él tenía otras prioridades y jamás sintió por mí nada que no fuera una amistad, y si acaso, tan sólo atracción física, no lo suficientemente fuerte para pedirme que no me casara con Narcisa... aunque, si he de ser sincero, creo que ni aunque me lo pidiera lo hubiese hecho, yo ya había decidido que mi destino era ser un triunfador y eso lo conseguiría uniendo mi fortuna a la de los Black. Jamás me pasó por la mente que al Lord se le ocurrieran otros planes para mí.

— Seguía siendo siempre tan egoísta como ahora.

— Así es, Potter, era egoísta. —reafirmó indiferente a la crítica del ojiverde—. Ahora, si me lo permites, será mejor que continuemos... ¿Estás listo para volver?


Harry ocultó un estremecimiento, aquella era la primera ocasión que Lucius le avisaba del viaje a sus recuerdos, seguramente no se encontraría con nada agradable. Y no se equivocó, fueron trasladados a un sitio desconocido, era una especie de cabaña muy lujosa en lo alto de una montaña, totalmente aislada del mundo. Ahí, en una de las recámaras, y pese a estar cubierto por sábanas de seda pura, éstas se encontraban cubiertas por sangre... la sangre de un parto.


El rostro de Lucius se encontraba cubierto de sudor, se le veía teniendo un enorme dolor pese a que no emitía ningún grito, soportaba todo con estoicismo. Atendiendo el parto se encontraba una comadrona. Harry supo que aquello debía ser un golpe al orgullo de un Malfoy, seguramente hubiera podido ser atendido en el mejor hospital del mundo muggle, con el mejor medimago experto en partos masculinos, quizá realizándosele una cesárea para evitar el dolor y atender probables complicaciones.


Pero no, en cambio de eso, era una comadrona sencilla, que no parecía tener más conocimientos que mantener las manos en guardia para sostener a la criatura que salía. Sin embargo, lo que más le inquietaba a Harry, era ver a Severus sentado en la cabecera de la cama, limpiando la frente del rubio, dándole ánimo con algo parecido al cariño. Se sonreían, como si fueran una pareja de enamorados esperando a su primer hijo... y Harry se preguntó cuándo había cambiado eso, la última ocasión Severus no parecía tan partícipe, ahora era realmente un padre esperando la llegada del primogénito.


— ¿Así está mejor? —preguntó Severus colocando una compresa fría en la frente de Malfoy, aprovechando que la mujer se había apartado para ir por un balde de agua caliente.

— Sí... gracias. —respondió sonriéndole a pesar del dolor—. ¿De verdad no habrá peligro? Aún no es tiempo de que nazca y esa vieja no me da buena espina.

— Todo estará bien, te lo prometo.



Lucius sonrió confiado y apretó nuevamente la mano de Severus al sentir otra vez el dolor. En ese momento la comadrona regresó y al ver que ya no faltaba mucho, se puso en posición.


— Empuje una vez más, señor. —le dijo.

— ¡Estúpida mujer! —exclamó Lucius en voz baja, aunque la única que pareció no escuchar fue la aludida—. ¿Qué supone que he estado haciendo las últimas dos horas?

— No seas quejumbroso, que es tu hijo el que está por nacer. —respondió Severus colocando la cabeza de Lucius sobre su regazo—. Anda, yo sé que puedes... ¿o es que no eres un Malfoy?

— Un Malfoy también tiene terminales nerviosas que provocan dolor.

— Y mucho valor también... puja una vez más.


La voz de Severus inundó de fuerzas al maltrecho rubio, y luego de volver a pujar, se escuchó un fuerte llanto que provocó las sonrisas de los dos hombres. Al ver eso, Harry recordó su propio parto, Severus también estaba con él y vio esa misma expresión cuando le llevó su hijo a sus brazos cuando despertó de la anestesia.



— Se parece a ti. —comentó Lucius en cuanto tuvo a su hijo en brazos.

— ¿Cómo se va a parecer a mí? —dijo divertido, acariciando la pelusa rubia del recién nacido—. Estás loco, Malfoy.

— Yo siento que es como tu hijo... me gusta pensar de ese modo y no en la realidad, por favor, Severus, aunque mi niño tenga otro papel en su vida... aunque el Lord lo reclute o me lo quite, déjame sentir que es nuestro bebé.

— Nadie te lo quitará, ya verás que vamos a conseguir salvar a tu bebé... a nuestro bebé. —concluyó sonriéndole ante la alegría del rubio.



Harry conocía bien a Severus y al escucharle decirle "nuestro bebé" sabía que en realidad lo sentía así, no supo cómo sentirse al respecto... ¿estaría enamorado de Lucius como para tener tal sentimiento de propiedad hacia el niño?


— Esto no era necesario que lo viera. —gruñó girando el rostro cuando Severus fue a sostener al bebé para llevarlo junto a su otro padre.

— Lo es, quiero que notes la diferencia... ¿lo has hecho, Potter?

— No soy estúpido, mejor explíqueme cuál es la intención de mostrarme el parto.


Lucius sonrió con malicia antes de susurrarle un "lo sabrás a su tiempo" y enseguida llevarlo hacia otro de sus recuerdos. Aquí, se encontraban nuevamente en la mansión Malfoy, casi no había cambiado nada en ella, pero Severus se notaba preocupado y caminaba de un lado a otro mientras Lucius permanecía sentado frente a la chimenea, ya no estaba embarazado pero no tenían a Ayrton con ellos. Harry supuso que entonces ya debían de tenerlo escondido.


— No puedo creerlo. —murmuró Severus llevándose las manos a la cabeza, se veía muy contrariado—. ¿Por qué me ocultaste eso?

— No quería preocuparte de más, pensé que podría llegar a evitarlo. Dijiste que podrías conseguir que Quirrell fracasara en sus planes con la piedra filosofal.

— Lucius, no quiero que me vuelvas a ocultar nada nunca jamás, estamos juntos en esto y nuestra vida es la que se encuentra en juego... y ahora que hablamos de horrocruxes todo se complica.

— Hice lo que el Lord me pidió... ahora sé cómo hacer uno, Severus, pero no me ha dicho cuándo ni cómo es que querrá que le ayude.

— Bien, sigue actuando como un súbdito leal... Creo que no tenemos más remedio que esperar.


Lucius asintió, se puso de pie para aproximarse hacia el ojinegro. Suavemente le rodeó por la cintura abrazándole y reposando su cabeza en el hombro del otro hombre. En esta ocasión Severus no se retiró, le rodeó con sus brazos antes de usar su rostro para buscar el del atractivo magnate. El corazón de Harry se estrujó cuando vio los dos pares de labios a punto de unirse, y fue ahora él quien jaló a Lucius para salir de ese recuerdo. Pero el rubio se deshizo del brazo e ignoró al ojiverde quien salió solo.


Para Lucius era imposible separar los ojos de la escena, de ver a Severus desnudándole y besando cada parte de su piel... aquellos días eran gloriosos para él, aún Harry Potter no existía en el corazón del ojinegro y sus caricias podían llevarle al cielo en un segundo. Podía sentir su entrepierna excitándose al presenciar la mano de Severus adentrándose dentro de su pantalón para apretar su abultamiento. Oyó sus propios gemidos cuando al final se vio y casi volvió a sentirse invadido... aquella había sido la primera vez de su trato, un trato al que Severus llegó convencido de que estaba haciendo lo mejor, y de que jamás tendría que sacrificar nada... después de todo, no tenía esperanzas de encontrar a nadie que le amara más que Lucius Malfoy.


Al salir del pensadero, miró a Harry esperándole con el ceño fruncido, los brazos cruzados y unas cuantas cosas rotas en su habitación.


— ¿Lo disfrutaste? —refutó celoso al notar las mejillas turbadas del rubio.

— Como no tienes una idea.


Harry bufó, no supo cómo se contuvo para no usar su varita contra él, decidió recordar que aún había muchas cosas que tenía que saber, así que respiró hondo para continuar.


— ¿Horrocruxes? —preguntó intentando olvidarse de la escena romántica—. ¿Hizo algún horrocrux que no conozca?


No podía negárselo, tenía miedo, recordaba las veces que había dolido su cicatriz cuando supuestamente Voldemort ya estaba muerto, y la sola posibilidad de que hubiera por el mundo otro trozo del alma de su enemigo le provocaba un hueco en el estómago.


— Así es. —aceptó Lucius sentándose nuevamente en su cama—. Será mejor que eso te lo cuente personalmente, Potter, es algo impactante ver cómo sucedió y no quisiera tener que verlo de nuevo.

— Entonces hable.


Lucius respiró hondo, Harry había vuelto a sentarse frente a él dispuesto a escucharle con atención aunque lo que estuviera por escuchar fuera la aberración que luchaba por no imaginar.


— Como escuchaste, el Lord me ordenó aprender a hacer uno, él no tenía fuerza para realizarlo aunque el propósito es que el horrocrux fuera suyo, no mío. —aseguró volviendo a tomar aire, Harry notó que realmente le era difícil recordar ese momento así que no le interrumpió pese a que tenía muchas interrogantes en mente—. Todo sucedió el mismo día en que te enfrentaste a Quirrell. El Lord tenía muchas esperanzas de hacerse de la piedra filosofal, y al no conseguirlo, me hizo llamar de inmediato. Dumbledore no se dio cuenta, estaba demasiado ocupado en ayudarte luego de perder el conocimiento. El señor Oscuro abandonó el cuerpo maltrecho de Quirrell y ocupó el mío.


Harry gimió horrorizado, no se hubiera imaginado eso, cualquier cosa menos eso. Lucius temblaba de sus manos, y quiso disimularlo apretando la tela de su pantalón pero aun así, sus ojos mostraban la angustia del recuerdo.


— Estaba muy débil... —prosiguió el rubio—... él usó toda mi fuerza para que, con su propia magia, le ayudara a formar el horrocrux, no quería perder más tiempo ni energía de la necesaria. Asesinó a Quirrell a través de mí, y gracias a eso consiguió el horrocrux. Yo... yo pensé que lo depositaría en mí. Severus y yo habíamos hablado al respecto y pensamos que ese era su plan, tener de su lado a su vasallo leal que cuidaría su alma y le alimentaría, pero no fue así... Nos equivocamos y ha sido un error que siempre me reprocharé.

— ¿No... no te usó a ti? —preguntó Harry titubeante, tuteándole por primera vez en su vida.

— Para mi desgracia, no, yo hubiera podido soportar eso, no la realidad que llegó de golpe. —respondió Lucius, su voz se escuchaba quebrada—. El horrocrux que hizo fue mi hijo, fue Ayrton.


Harry sintió que todo se borraba a su alrededor, de pronto lo único que acudió a su mente fue Anthony, la ocasión en que su magia fue drenada en un acto que él pensó era una travesura algo maldosa... ahora sabía que fue algo más que eso, tuvo tanto miedo por lo que pudo haberle pasado a su hijo que tuvo que contenerse de no salir corriendo a buscarlo para cobijarlo con sus brazos y no soltarlo nunca.


— No juzgues a mi hijo. —pidió Lucius creyendo saber el motivo de la palidez del ojiverde—. Lo que ha estado haciendo últimamente...

— ¿Últimamente? —le interrumpió furioso—. ¡¿Desde cuándo no estarán pasando cosas que ustedes han ocultado?!

— ¡Nunca! —afirmó igualmente furioso—. ¡Mi hijo es un chico de buenos sentimientos, pero hay circunstancias ahora que lo han cambiado mucho, y por eso mismo he decidido pedir tu ayuda! ¡Aunque me muera de frustración, creo que eres el único que puede conseguirlo!


El Gryffindor frunció el ceño, no estaba muy conforme con esas palabras. La preocupación aumentaba a cada segundo, y no quería ni pensar en Severus y en que le había ocultado una información tan importante sin pensar en el riesgo que corrían todos... que corría Anthony.


— Severus y yo sabíamos que la personalidad de Ayrton podría ser influenciada por la magia maligna que habitaba dentro de él. —prosiguió Lucius al cabo de unos segundos en que ambos lograron tranquilarse—. Él me ofreció una solución, algo que jamás esperé, era demasiado bueno para ser verdad, y por supuesto que lo acepté.

— ¿Qué?

— Minimizar la magia de Quirrell.

— Pero...

— Comprendimos que la intención de usar a Quirrell era que su magia alimentara la del Señor Oscuro, y al no ser así, esa magia quedaría opacada. Severus sabía cómo hacer a un lado la magia de un cuerpo, es un experto en las artes oscuras, y consiguió una poción en la que se podía tener tal resultado. La magia de Quirrell quedaría en suspensión en Ayrton, con eso impedíamos que una fuerza maligna alimentara la del Lord la cual no podía manifestarse demasiado al ser muy débil en ese entonces.

— ¿No pudieron hacer lo mismo con la de Voldemort?

— Severus lo intentó, pero siendo un horrocrux tenía poderes extraños, no fue posible hacerlo, la única opción era quitarle su fuente de fuerza. Sin embargo, eso no fue suficiente, Ayrton no podría estabilizar bien su magia con sólo una memoria paterna, así que tuvimos que recurrir a un rito en el que la magia de Severus sustituiría aquella que se quedaría minimizada.

— ¿Eso quiere decir que la magia de Severus mantenía en control la de Voldemort?

— Exacto

— ¿De esa forma terminó siendo realmente su padre?

— Así es... Mágicamente hablando, Severus y Ayrton son padre e hijo, aunque no lleven la misma sangre. Durante años, Severus ha estado tomando filtros para no desestabilizarse pues gracias a él y a la magia que ha cedido mensualmente a Ayrton, es que mi hijo ha podido sobrevivir.

— ¿Y cuál es el rito que tenían que hacer?


Lucius miró brevemente a Harry, esa era precisamente una pregunta clave. No apartó la mirada del ojiverde, obligándose a no mostrarse humillado por tener que pronunciar las siguientes palabras.


— Severus se vio obligado a tomar mi cuerpo, sólo así se conseguiría que el rito tuviese éxito. Mi magia le reconocería y no sería rechazada por el cuerpo de Ayrton... por eso tuvo que realizar el rito conmigo.

— Y me imagino que tú estarás muy dispuesto al sacrifico ¿cierto? —comentó mordaz mientras sus verdes ojos refulgían rabia y celos.

— Aunque no lo creas, así fue. Yo tenía reales sentimientos por Severus, pero nada comparado con los efectos del rito.

— ¿Efectos?

— Se suponía que actuaría como un filtro de amor, nacería un afecto hacia mí que ayudaría a que nuestras magias se unieran... pero no supimos jamás qué pasó que no sucedió así. Severus no tuvo el efecto, sino yo. Y mis sentimientos por él se intensificaron de tal forma que no sólo estaría dispuesto a entregarle mi vida, sino mi alma también.

— ¿Tu amor es un hechizo?

— En parte sí. Yo ya estaba enamorado desde antes, era imposible no terminar entregándole todo de mí cuando Severus se desvivía por salvarme a mí y a mi hijo... Pero es un hechizo al que no renunciaría, lo amo con todas mis fuerzas, y podría vivir dedicándole cada segundo de mi vida... Quiero que sea feliz, y renuncié a conquistar su cariño desde el mismo día en que me confesó que estaba enamorándose de ti.

— ¿Severus te lo dijo?

— Me lo dijo incluso antes que a ti mismo, Potter. Siempre quiso ser sincero conmigo y eso se lo agradezco pues así evitó romperme el alma... y no es cursilería, es simplemente la verdad, el hechizo lo hubiera hecho enseguida.

— Y supongo que piensas que debo sentirme mejor por eso.

— ¡Me vale un soberano cacahuate cómo te sientas al respecto! —exclamó sin poder evitar levantar la voz.


Harry miró con odio al rubio, iba a responderle pero éste se puso de pie caminando de un lado a otro desesperado.


— ¡Eres un maldito egoísta, Potter! —continuó bufando con rabia—. ¡Siempre pensando en ti, y aún no eres capaz de comprender el sacrificio que hacía Severus por Ayrton!... ¡Yo lo viví, yo tuve que morderme los labios para no decir nada cuando veía que tenía que pensar en ti para excitarse, tuve que aguantar el dolor cuando cerraba los ojos y sin querer pronunciaba tu nombre al besarme... y todo lo hacía por cumplir una promesa que me hizo antes de tener nada contigo!


Harry no podía conmoverse por las palabras cargadas de dolor y frustración de Malfoy, simplemente le era imposible saber que Severus había mantenido una doble vida con otro hombre y no sentirse furioso por eso.


— Será mejor que termine de contarte todo, el tiempo puede terminarse en cualquier momento. —prosiguió Lucius regresando a su cama, su rostro ya lucía más tranquilo luego de la breve explosión.

— Pues continúa y acaba de una vez.

— Cuando el Lord volvió durante la prueba de los tres magos, quiso ver a Ayrton. Afortunadamente Severus logró convencerle que era mejor mantenerlo oculto, un arma que nadie esperaba garantizaba el triunfo. El Señor Oscuro decidió entonces que aprovecharía sentirse en buenas condiciones luego de usar tu sangre, y ante nuestro horror, hizo lo inimaginable... su noveno horrocrux.


Harry movió negativamente la cabeza, era demasiado ya. Ahora demás había otro. ¿Porqué Dumbledore se confió tanto en que ni Voldemort se atrevería a hacer más de siete?... habían cometido un error demasiado grave.


— ¿Cuál es ese otro horrocrux? —cuestionó cansado.

— Lo tienes frente a tus ojos.


De un salto Harry se puso de pie, miró al rubio con náuseas, y sin poder evitarlo, sacó su varita apuntándole directamente al corazón. Lucius no se inmutó ni siquiera un poco, tan sólo se terminó de acomodar sobre su cama como si se dispusiera a tomar una cómoda siesta.


— No te molestes en usar esa varita conmigo... moriré de todos modos.

— ¿De qué estás hablando?

— ¿Recuerdas el cambio de Severus durante el parto de Ayrton?... pues bien, en ese entonces ya teníamos algo más que nos unía. Yo estaba tan temeroso de que mi hijo fuera descubierto como vástago de Voldemort que hice que Severus me hiciera una promesa. Una promesa que certificamos un tiempo después, cuando Ayrton se convirtió en un horrocrux.

— ¿Qué promesa?

— La promesa que estoy rompiendo... guardar silencio sobre el origen de Ayrton.

— ¿Acaso...?

— Así es, Potter, fue un juramento inquebrantable.


Harry no supo qué decir, si eso era cierto, Lucius estaba rompiéndole, lo cual significaba que tendría que pagar el precio.


— Cuando yo muera, Potter, podrás destruir el horrocrux que habita en mí... Pero antes tienes que prometerme que ayudarás a mi hijo a liberarse del suyo. Es un buen chico, lo que ha hecho es porque desde que tú y Severus regresaron ya no ha tomado el filtro, así que la magia oscura de Quirrell volvió a tomar fuerza y logró despertar el horrocrux... y con eso, también al Lord.

— ¿Por qué no lo toma?

— ¿Y lo preguntas?... Desde que se enamoró de tí, Severus vivió intentando idear un filtro nuevo que no necesitara del rito. Cuando volviste tan sólo tenía algunos que no eran tan efectivos, pero no quería volver a fallarte, así que mi hijo no fue capaz de manejar su combinación mágica, la más fuerte sobresalió, y dejó que sus emociones negativas le dominaran.

— Pero Severus me confesó que volvió a engañarme.

— Hace poco se desesperó, sobre todo luego de lo sucedido a Anthony, no quería arriesgarse a que su otro hijo fuese dañado y volvió a recurrir a mí, pero si te hace sentir mejor, a veces había necesidad de un Imperius para que lograra cumplir su parte, no obstante, en esa ocasión ni eso pudo conseguirlo, se sentía demasiado mal traicionándote y tuve que usar también un Obliviate temporal, sólo así pudo pasar, pero todo fue inútil... Ayrton no aceptó tomar el filtro... ya era demasiado tarde para él, el alma de mi hijo está presa y yo necesito que lo ayudes a liberarse.


Harry no podía creer lo que escuchaba, se sentía terrible de imaginar a Severus en esa situación, le dolía saber por cuanto había pasado. Pero no era hora de pensar en su matrimonio, la petición de Lucius le mortificaba.


— Pero, la única forma es...

— ¡Severus siempre confió en ti, él me decía que lograrías vencer al Señor Tenebroso, yo no le creía y por eso quise jugar doble siéndole fiel también a él!... necesitaba asegurarme que mi hijo no resultara un arma, de un lado o del otro. Ahora quiero confiar en ti, Potter... ¡Ayuda a mi Ayrton!


Harry miró fijamente a los ojos grises, en ese momento notó la respiración agitada de Lucius y no era precisamente por la ansiedad que sentía. Unos pasos presurosos se escucharon por el pasillo, ambos voltearon hacia la puerta en el justo momento en que ésta se abría y aparecía Severus.


— Demasiado tarde. —comentó Lucius sonriéndole con suavidad.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Harry mirando a su esposo que no apartaba la mirada del rubio.

— Te busqué en el Ministerio... me dijeron que habías salido con Lucius y vine para acá de inmediato.


Harry no respondió, Severus evitó mirarle directamente, algo le hacía presentir lo que pasaba y silenciosamente caminó hacia la cama, donde notó de lleno la palidez de Lucius.


— ¿Qué hiciste?

— Eres libre, Severus... ya no hay promesa que cumplir. Potter tenía que saber para poder ayudar a Ayrton.

— Pero... prometiste también, prometiste que ocultarías el secreto de Ayrton.


La voz del ojinegro se sentía dolida, se sentó al borde de la cama y suavemente acarició las largas hebras plateadas mientras Lucius sonreía apaciblemente.


— Te amo... haría lo que fuera por ti.

— Podíamos haberlo solucionado juntos.

— No, ya no podíamos dejar pasar más tiempo... Ayrton está perdiendo la batalla. —comentó empezando con dificultad para respirar—. No te preocupes por mí, yo me siento bien, y si había que elegir una forma de morir, no hay mejor que ésta... Aquí, en esta cama... y contigo mirándome a los ojos.

— Lucius...

— Hay algo más que tienes que saber, Potter... y tú también, Severus, perdóname por no habértelo dicho antes. —agregó Lucius luego de sonreírle al ojinegro—. Hice un hechizo de enlace contigo... tenía mucho miedo de que a pesar de tu promesa quisieras irte un día, y cuando me dijiste que te habías enamorado, decidí asegurarme que jamás nos abandonarías ni a mí ni a Ayrton. No pude conseguir que dejaras de amar a Potter, por eso te dejé ir a su lado, porque yo confiaba en que siempre volverías a mí, aunque no fuera por amor.

— Lucius... no debiste, yo no te habría abandonado.

— No lo sé, Severus. Cada vez que veía ese brillo en tus ojos al hablar de él algo en mi interior me decía que llegaría el momento en que te cansarías de mí, después de todo no tenías ninguna obligación real... lo lamento mucho.


Harry ya no sabía ni qué pensar, todas esas ideas daban vueltas en su cabeza intentando entenderlas, notó que Severus estaba algo tenso luego de la última confesión de Malfoy, sin embargo se contuvo de realizar ninguna reclamación y apretó la mano de Lucius.


— Te perdono por eso, pero a mi hijo jamás lo abandonaría jamás. —dijo convencido.

— Gracias... Ahora tienes que ir con Ayrton... él va a sentirlo y sólo tú podrás controlarlo... te necesita.

— ¿Cómo dejarte solo en este momento?

— Es nuestro hijo el que importa... Ve con él y cuídale mucho.


Severus asintió. Harry prefirió entonces darles la espalda, no sabía cómo se despedirían y prefería jamás enterarse. Continuó en su misma posición hasta que escuchó los pasos de Severus abandonar la habitación, entonces volvió a mirar al rubio.


— Tienes mucha suerte. —aseguró Lucius sin dejar de mirar la puerta cerrada.


No hubo respuesta por parte del ojiverde. Lucius sonrió tristemente mientras le invitaba a acercarse y luego de unos segundos de indecisión, terminó aceptando y fue a sentarse en el lugar donde estuviera antes su esposo.


— ¿Sabes? Cuando le pedí a Severus que me hiciera la promesa inquebrantable, él dijo que no era necesario, que confiaba en que tú ibas a poder liberar al mundo del Señor Tenebroso... Nunca le vi hablar así de nadie, y en ese entonces tan sólo te veía como un niño. Aun así confiaba en ti... Lo malo es que yo no, por eso terminé convenciéndole de darme esa palabra de muerte y honor.

— ¿Severus te dijo eso en ese entonces? —preguntó intentando ocultar los latidos de orgullo de su corazón.

— Sí, lo hizo. En fin... no eres la compañía que hubiera querido a la hora de mi muerte... pero por lo menos no estaré solo.

— ¿Necesitas algo? —preguntó intentando ser cortés, no se le ocurría qué más podía decir en un momento así.

— Nada, tan sólo pedirte que perdones a Severus, pero creo que eso está de más... si lo amas, debes entender por qué lo hizo.


Harry asintió y no volvió a pronunciar palabra por algunos minutos. De pronto, un jadeo hizo que el corazón le saltara en el pecho, miró a Lucius, ya tenía una sombra cadavérica anunciando su próxima muerte.


— Ya no falta mucho... —gimió débilmente—... cuando pase, Potter, entonces podrás destruir el horrocrux.


El ojiverde movió la cabeza afirmativamente. Entonces los labios de Lucius se abrieron en una expresión de dolor pero no brotó ningún sonido. Una sombra oscura, fue saliendo tenebrosamente de su boca. Harry retrocedió preparándose.


En el justo momento en que toda la sombra salió del rubio, Harry apuntó hacia ella y de un avada, consiguió destruirla.


— Se... se siente bien... ser libre otra vez. —susurró Lucius con una expresión de absoluta paz en su rostro—... haz que mi hijo... sea libre también.


Harry no tuvo tiempo de responder, Lucius cerró los ojos en ese momento y su respiración se cortó.


En ese momento, en el salón de Transformaciones. Ayrton soltaba su varita, la espalda se arqueó notoriamente al mismo tiempo que un aterrador chillido brotaba de su garganta. McGonagall le miró asustada, los demás compañeros del chico se quedaron paralizados al ver una luz roja brotar del cuerpo del niño acompañada por una fuerza que terminó por arrojarlos a todos contra las paredes.


La Profesora apenas alcanzó a cubrir a los más pequeños que tenía cerca mientras impotente, veía a algunos de sus alumnos quedaban sin sentido sobre el suelo, algunos sangrando de heridas provocadas por los golpes.


El grito de Ayrton era terrorífico, congelaba la sangre y erizaba la piel... pero nada fue comparado a cuando su gutural sonido se transformó en unas palabras que daban la impresión de que la muerte se cernía amenazante sobre ellos.


— ¡Te voy a matar, Harry Potter!... ¡Te mataré!


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Garabato enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora