Peligroso
Severus se acercó hacia su esposo y arrodillándose hacia él, le acarició la cabeza con preocupación.
— ¿Qué haces aquí? ¿Te sientes mal?
— ¿Dónde estabas? —preguntó sin mirarlo, y aunque su pregunta venía acompañada por un marcado reproche, para Severus fue un alivio sentirlo bien, por lo menos físicamente.
— Me quedé con Ayrton, nos hemos reconciliado al fin. Siento mucho no haberte avisado, Garabato, pero espero que no estés dudando de mí.
— No, claro. —dijo con profundo sarcasmo para enseguida incorporarse y de un manotazo alejar a Severus de él—. ¡No dudo, tengo la plena certeza de que me estás mintiendo!
— Harry... —musitó débilmente, toda la alegría que llevaba por su reconciliación con su hijo, se desvaneció ante la mirada acusadora de su esposo.
— ¡Ni me digas nada que no pienso creerte, y agradece que no fui a buscarte porque no pienso volver a hacer el ridículo! ¡Si quieres revolcarte con ese rubio imbécil tienes mi permiso, pero jamás volverás a tocarme!
— ¡Pero te equivocas, Harry, puedes ir a preguntarle a Ayrton!
— ¡No preguntaré nada a nadie, y si no me voy de nuevo con Anthony de aquí es porque no puedo hacerle eso a mi hijo, pero ya te lo advertí, Severus, no confiaré en ti, no has sabido ganarte de nuevo mi confianza y no te permitiré que te sigas burlando de mí a mis espaldas!
— Harry...
— ¡Vete al diablo!
Harry se puso de pie con algo de dificultad luego de pasar toda la noche entumido, y se encerró en el baño posterior a un portazo. Severus suspiró hondo, no podía creer que, si no era uno, era otro el que le armaba escenas de celos.
Esperó pacientemente a que el ojiverde saliera del baño. Harry le vio sentado sobre la cama, fue imposible no sentirse mal, pero pudo mantenerse a distancia con sólo recordar la infidelidad.
— Harry... —le llamó Severus suavemente—... No quiero ni puedo verte sufrir así... si quieres marcharte yo lo entenderé.
— ¿Así que ahora quieres el campo libre para volver con Malfoy? ¿o quizá sólo lo dices para sentirte menos culpable?
— ¡Harry, por Merlín, no!... lo único que quiero es que seas feliz, daría todo por ser yo quien consiguiera que lo fueras, pero si no es así...
— No me iré. —dijo al cabo de unos segundos—. No tengo idea de porqué... pero aquí me quedo, aunque sea por Anthony, o no sé... Pero aunque siga viviendo en este lugar, mejor será que te mantengas alejado.
Severus asintió, no quiso preguntar nada más para no alterarlo nuevamente, Harry parecía haberse tranquilizado aunque seguía con el ceño fruncido. Tristemente aceptó que no le quedaba más que respetar su decisión, y aunque no iba a poder darle gusto a todos aún no perdía la esperanza, el tiempo le daría la razón y Harry tendría que aceptar que podía confiar en él.
Pero los días pasaron, y el ojiverde no daba su brazo a torcer. Ya ni siquiera dejaba que su esposo le abrazara por las noches y se había mudado al sofá, sin importarle no dormir. Severus procuraba armarse de paciencia, pero le era demasiado difícil, sobre todo sabiéndose inocente de las acusaciones.
Lo único que lo alegraba era que por el coraje de Harry, éste parecía haberse olvidado de todo lo demás, incluso de buscar niñera y hasta de comunicarse a su trabajo en busca de información sobre su transferencia al Ministerio en Londres. Ya ni siquiera mencionaba su cicatriz, las pocas veces que le hablaba era para soltarle algún comentario irónico sobre su debilidad por los rubios.
Por eso, a veces Severus era capaz hasta de disfrutarlo. "Quizá me estoy excediendo en mi masoquismo personal" pensaba. Pero era morbosamente entretenido ver a Harry siguiéndole a discreción, sorprenderlo abriendo a escondidas la puerta de su salón de clases para asegurarse que seguía ahí, y ocasionalmente, fingiendo tener algo que hacer en la Dirección cuando Severus se encontraba en alguna junta con Dumbledore.
Comprendía que no podía continuar por mucho tiempo de ese modo pues su esposo seguramente no lo estaba disfrutando en lo absoluto. Era consciente de que no envidiaba su posición, y seguramente, en el lugar de Harry, ya habría enloquecido de celos... claro, después de asesinar a quien se hubiese atrevido a ponerle una mano encima.
Una tarde, Severus aprovechaba su día libre de Domingo para jugar con Anthony en uno de los patios traseros. Ahí nadie podía mirarle y de esa forma conseguía disfrutar sin tener que soportar las miradas incrédulas de sus alumnos que aún se quedaban con la boca abierta cuando lo miraban conviviendo con su pequeño hijo.
Harry les observaba apoyado en una columna, tenía el ceño y los labios fruncidos al ver a Anthony aprender a usar una escoba de juguete.
— ¡Bien, hijo, así se hace! —aplaudió Severus cuando el niño fue capaz de sostenerse en el aire, a unos treinta centímetros del suelo, y por unos cinco segundos.
Harry bufó al escucharlo, y aunque Severus alcanzó a oírlo, fingió no hacerlo para animar al niño a continuar jugando. Sin dejar de vigilarlo mientras Anthony flotaba entusiasmado por entre los prados, el ojinegro se acercó a su esposo.
— Creí que estarías feliz de que Anthony aprendiera a volar.
— Yo creí que tú tenías sentido común, pero veo que no. —gruñó molesto.
— Más bien creo que estás celoso porque no fuiste tú quien le obsequió la escoba. —comentó divertido.
— Disfrútalo todo lo que puedas, cuando Anthony crezca será un valiente Gryffindor y aplastará a los Slytherin sin siquiera esforzarse... entonces te recordaré tu gracia de comprarle esa escoba.
— ¡Sí estás celoso! —rió acercándosele para intentar acorralarlo contra la columna.
— Hazte a un lado, Snape, o soy capaz de hechizarte. —amenazó determinado a cumplirlo.
— Ya, no seas malo conmigo... ¿es que siempre tienes que ser tan frío?
— ¡Ja, mira quien lo dice! Mejor no hablemos, Snape, que saldrías perdiendo.
— Te amo, a pesar de tu mal genio, te amo muchísimo.
Severus pretendió besarlo, pero Harry desvió el rostro evitándolo, aun así, su esposo no se dio por vencido e insistió una vez más. El ojiverde volvió a rechazarlo, firmemente, pero sin ser demasiado agresivo para no llamar la atención de su hijo y preocuparle. Sin embargo, quien sí notó que las cosas no andaban bien fue Ayrton.
El jovencito acababa de llegar para reunirse con ellos, y aunque en los últimos días había llegado a presenciar algún detalle de hostilidad de parte de Harry, en esa ocasión fue suficiente la mirada de advertencia que el ojiverde empleaba hacia Severus para corroborar sus conjeturas.
Le dolió ver a su padre insistir por un beso y que fuera rechazado, realmente eso le incomodó lo suficiente como para acercarse sintiendo por Harry algo que le ardía en el estómago.
— ¿Papá, puedo hablar contigo? —interrumpió sin molestarse por ocultar su molestia hacia el esposo de su padre.
Severus se separó rápidamente de Harry para asentir. Sin mirar al ojiverde, Ayrton caminó hacia una banca lo suficientemente alejada para que pudieran hablar a solas. A la distancia vieron como Harry se acercaba a Anthony para cuidarlo.
— ¿Sucede algo, Ayrton?
— Eso quisiera saber... ¿Hay problemas con Harry? Parece que no se porta bien contigo últimamente.
— Ayrton, no quiero que te preocupes por nada, son simplemente etapas en la vida de cualquier pareja.
— Pues no me agrada. —afirmó mirando rencoroso hacia donde el ojiverde ayudaba a Anthony a seguir montando su escoba—. Tú le has querido demasiado, papá, creo que él no está siendo justo.
— Hay cosas que no podrías entender, tan sólo te pido que te mantengas al margen.
— Lo que no entiendo es porqué le quieres tanto. Cualquier otro en tu lugar estaría furioso de que lo hubiesen alejado de su hijo por tantos años, en cambio, tú lo recibiste con los brazos abiertos y ahora permites que te trate como si fueras una basura.
— Eso no es verdad. —aseguró apretando los dientes—. No puedes juzgar a Harry sin saber a ciencia cierta lo que ocurrió, y como no pienso hablar de eso contigo, te pido simplemente que asumas tu papel, no eres quien para intervenir ¿me has entendido?
— Perfectamente, padre. —respondió poniéndose de pie, ahora furioso con Severus.
Snape comprendió que no había usado las palabras correctas, se levantó también con la intención de aclararlo, pero el chico le evitó y salió corriendo de regreso al castillo, decidido a no volver a entrometerse en nada, eso se sacaba por intentar defenderlo.
Severus respiró hondo volviendo a sentarse, y no había pasado ni un minuto cuando sintió que alguien ocupaba un lugar a su lado, para su sorpresa, era Harry.
— ¿Pelearon?... parece que últimamente no sabes relacionarte con nadie. Ah, espera, creo que eso ha sido tu problema siempre... claro, no incluye a Malfoy ¿cierto?
— ¿Sabes qué? Estoy comenzando a hartarme de todo esto... ¡Yo no te he engañado con Lucius, no siento nada por él, jamás lo sentí, Harry, y si alguna vez estuvimos juntos no fue por amor, ¡ni siquiera me atrae!... fueron las circunstancias, pero ahora todo es diferente, ahora lo último que haría sería arriesgarme a perderte, mucho menos por alguien como él!
— ¿Eso sientes hacia mi padre?
Severus y Harry se voltearon al instante, y descubrieron a Ayrton de pie tras de ellos. El chico lloraba, pero secaba furioso las lágrimas que le era imposible detener. Rápidamente Severus se puso de pie para rodear la banca y llegar a su hijo, sin embargo, el chico retrocedió mirándole con ira.
— ¡Te odio! —le gritó enronquecido.
— Ayrton, lo lamento, sé que no debí decir ciertas cosas, pero...
— ¡Jamás amaste a papá, en ningún momento!... ¡¿Yo fui un accidente, entonces?!
— ¡Claro que no, no pienses de ese modo, cariño!
— ¡No me llames más así! ¡Seguramente debes de estar arrepentido de haber tenido una noche de diversión que trajo como consecuencia que mi padre quedara embarazado... eso te habría librado de problemas!
Severus estaba desesperado, no sabía qué decir, nada de lo que se le ocurría podría aligerar el hecho de haber confirmado que nunca amó a Lucius, eso seguramente fue un golpe drástico para un chico que vivía intentando conformarse con saber que, por lo menos, en un tiempo sus padres habían estado enamorados y que de ese amor naciera él.
Ayrton se veía realmente afectado, un ligero temblor apareció en su cuerpo dejando brotar un brillo púrpura. Severus intentó acercarse para controlarlo, la magia de su hijo estaba a punto de manifestarse, pero ni bien dio un paso cuando una fuerza invisible le arrojó lejos. Asustado, Harry corrió a ayudarlo.
Anthony logró presenciar la escena, y temeroso, se agazapó tras de una pequeña roca.
Ayrton se marchó entonces, luego de ver cómo Harry sostenía a Severus recostándolo en su regazo.
— ¿Estás bien? —preguntó el ojiverde, preocupado por su esposo.
— Algo adolorido, pero sí.
Harry sonrió cariñoso para luego quedarse unos segundos acariciando la cabellera de Severus. Más de pronto notó que éste estaba disfrutando demasiado de sus mimos, y recuperando su enojo, dejó caer la cabeza del ojinegro sobre el pasto.
— ¡Ouch, Harry, eso dolió! —se quejó Severus mientras intentaba ponerse en pie.
— Deja de ser tan odioso, mejor ve con Ayrton que las cosas se te complican, y todo por culpa de ser tan imprudente.
— Harry...
— ¡Ve, no pierdas tiempo conmigo!
— Ahora Ayrton no me escucharía... Además ¿qué puedo decirle? ¿jurarle que a quien mentí fue a ti para que me quisieras?... no, no puedo decirle esa mentira, mi hijo tendrá que aceptar que no amo ni amé a Lucius.
Harry se conmovió al sentir el dolor en la voz de su esposo, éste apartó la mirada hacia la nada, sufriendo por haber lastimado a su hijo. Sin embargo, no se dejó llevar por ese sentimiento, giró la mirada en busca de Anthony y al descubrirlo todavía escondido, fue hacia él, abrazándole hasta que consiguió que el niño dejara de temblar.
El ojiverde suspiró al verlos juntos, pensó que Severus podía haber sido un cabrón con él, pero estaba seguro que por sus hijos daría su vida sin pensarlo, y por eso sus errores debían estarle pasando una muy cara factura... Sintió un tenso nudo en la garganta por no ser capaz de aliviar un poco el sufrimiento de quien amaba.

ESTÁS LEYENDO
Garabato enamorado
FanficEmpieza casi siempre con una mirada, o con un pensamiento en común... y termina siendo un profundo amor que puede ser capaz de derrotar al mundo entero por sobrevivir. El corazón tiene un espacio infinito que a veces, no siempre es ocupado por sólo...