Una nueva vida

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Una nueva vida



Meses después.

Harry se sentó al pie de la escalinata en la entrada a Hogwarts, faltaba sólo un mes para su graduación y entonces tendría que marcharse del colegio, eso no lo había hecho particularmente feliz desde que vivía enamorado y aprovechando cada segundo libre para pasarlo junto a Severus.


Se limpió una lágrima y sonrió. Treinta minutos antes aún hubiese continuado con la incertidumbre de lo que sucedería cuando se graduara... eran temores infundados, él lo sabía. Sabía que Severus le seguiría amando aun cuando ya no viviesen en el mismo lugar, pero de todos modos era un ciclo hermoso el que se cerraba.


Y ahora empezaba uno nuevo, uno mucho más hermoso, y por eso ya creía que podía disfrutar su graduación porque su vida prometía darle un futuro lleno de dicha después de que, finalmente, habían derrotado a Voldemort.


Tuvo que limpiarse otra lágrima, lloraba de felicidad, de la alegría más inmensa que había tenido nunca, y aún con su mano humedecida la llevó a su vientre para acariciarlo. Cerró los ojos sonriendo luego de suspirar... Estaba embarazado, acababan de confirmárselo, tendría un hijo de Severus.


Miró a lo lejos y vio que sus amigos se acercaban desde el portón de entrada en los límites del colegio. Se mordió el labio preocupado, seguramente habrían estado buscándole luego de desaparecérseles durante su paseo a Hogsmeade, pero es que no quería que nadie se enterara de sus sospechas. Quiso ir solo con el medimago y aceptar solo cualquier respuesta que le diera. Además, estaba el hecho de que sus amigos no tenían la mínima idea de que se había enamorado de una manera desmedida del Profesor de Pociones.


Antes de que le vieran se puso de pie y entró al colegio. No quería responder a sus preguntas, debía hablar con Severus, él era el primero que tenía que enterarse de su embarazo.


Caminó hacia las mazmorras, aun sintiéndose muy emocionado. Se fue lentamente, sin prisas, necesitaba encontrar las palabras adecuadas aunque no tenía ninguna duda de que Severus se pondría feliz, aún recordaba una conversación que tuviesen unos cuantos meses atrás


Flash back


— ¿De verdad te gustaría tener hijos, Sev? —preguntó Harry interesado luego de que su amante hiciera un comentario sobre que le irritaban los niños de primer año, pero que con un hijo seguramente no podría ser tan rígido.

— Yo sé, Harry, que un hijo mío lo adoraría como a nadie.

— He escuchado sobre los embarazos masculinos... ¿crees que yo podría darte un hijo? —preguntó haciendo a un lado su vergüenza.

— Pues no sé, un embarazo masculino es riesgoso, Harry, yo nunca te pediría que hicieras algo que puede costarte la vida. Ya has hecho demasiado sobreviviendo a la muerte del Lord, para que termines de esa manera.

— Para mí sería una gran felicidad tener una familia propia, y si es contigo sería perfecto. Pero si no crees que sea buena idea, tampoco yo quiero pedirte aceptarlo.

— No creo que sea mala idea, al contrario, pero olvidemos eso ahora, ya lo hablaremos cuando sea tiempo ¿de acuerdo?

— Sí, pero sólo respóndeme hipotéticamente, ¿te gustaría que fuera yo quien te diera un hijo?

— Claro, Harry, yo sería muy feliz por eso.


Severus le había abrazado, y Harry sonrió sintiendo la sinceridad de sus palabras. Por eso tomó una importante decisión... Algún día tendría un hijo con Severus Snape.


Fin de flash back


No lo había planeado así. Su sueño era esperar a terminar sus estudios y si Severus aún quería, entonces hacer todo lo posible para tener una familia. Él había sido el primer sorprendido cuando sintió que su magia cambiaba de una forma extraña, a veces daba la sensación que tenía voluntad propia, y por eso investigó hasta que comprendió que eran los posibles primeros síntomas de un embarazo.


Ahora estaba ahí, frente a la puerta del despacho de Severus y aún sin saber cómo se lo diría. Sentía el corazón en la garganta. Volvió a limpiarse una lágrima más, y respiró hondo, no iba a decir una noticia tan importante con el llanto a flor de piel.


Giró la perilla y entró. Parpadeó varias veces cuando, en lugar de Severus se encontró con un niño de unos seis años recostado boca abajo en la alfombra frente a la chimenea. Dibujaba tranquilamente en un pergamino. Tenía el cabello rubio, largo hasta los hombros, la piel muy blanca, y lucía muy concentrado en su trabajo, tanto, que ni importancia le daba a tener sus deditos manchados de crayola azul. Iba a cambiar de color cuando volteó a mirar a Harry, éste notó su mirada oscura observándole intrigado.


— ¿Quién eres? —preguntó el niño.

— Me llamo Harry... Harry Potter.


El niño hizo una expresión de incredulidad, pero casi enseguida sus ojos se iluminaron descubriendo la cicatriz en la frente que confirmaba su identidad. Tomó su pergamino y una crayola verde y fue corriendo hacia Harry.


— ¡Sí eres Harry! —exclamó emocionado—. Dame un autógrafo ¿sí?

— ¿Autógrafo? Pero...

— ¡Por favor!


Harry sonrió nervioso, nunca le había gustado llamar la atención de esa forma, pero el niño le miraba tan entusiasmado que no pudo negarse, y con las mejillas encendidas escribió su nombre en el trozo de pergamino.


— ¡Es fantástico! —dijo el chico—. ¡Te juro que lo guardaré como lo más valioso de mi vida! ¡Nunca, nunca me desharé de él!


El ojiverde acentuó su sonrisa nerviosa.


— Y dime ¿quién eres y qué haces aquí?


El chico no pudo responder pues en ese momento se abrió la puerta que conducía a la alcoba de Snape y éste apareció en el umbral. Al ver a Harry palideció de manera casi inhumana, sus ojos negros se abrieron como nunca.


— ¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó titubeante, Harry sintió su estómago contraerse, jamás había escuchado que Severus temblara al hablar.


La respuesta le llegó al instante. El niño corrió feliz saltando a los brazos de Severus y éste lo recibió sin dejar de mirar a Harry.


— ¡Papá, mira, Harry Potter me dio su autógrafo!


Y mientras el niño mostraba feliz su pergamino con el nombre de Harry quien sintió cómo todo giraba a su alrededor. Las lágrimas que no pensaba derramar salieron sin control. Dio media vuelta para no mostrarlas, quería irse pero las rodillas le temblaron y tuvo que sentarse en una silla cercana.


— Ayrton, ve con tu padre. —pidió Severus al niño, Harry por un momento sintió que su corazón volvía a renacer con esperanza, tal vez había escuchado mal, o quizá el niño era tan pequeño que no sabía lo que decía.

— Sí, pero no te tardes... Recuerda que dijiste que iríamos a cenar juntos.

— Sí, Ayrton, ahora no tengo tiempo de hablar de eso. Espérame con papá ¿de acuerdo?


El chico asintió y Harry escuchó como una puerta se abría y cerraba y volvía el silencio. Se había quedado a solas con Severus. Luego sus pasos acercándose hacia él.


"¡Por favor! —pensó apretando los párpados—. ¡Por favor que Severus tenga una explicación lógica, por favor que termine riéndome de esto!"


Sintió como Severus llegó a su lado en ese momento, le rodeaba y se acuclillaba frente a él, apretando sus manos entre las suyas.


— Perdóname, Harry. —suplicó ahogado, Harry no pudo abrir los ojos, sus propias lágrimas rodaban incontenibles a través de sus párpados firmemente cerrados—. Yo no quería que te enteraras así.

— No, Sev... por favor, dime que no es cierto. —pidió entrecortadamente—. Le dijiste que fuera con su padre... eso quiere decir que es de otra familia.

— No, es mío... es mío y de Lucius.


Harry quiso correr entonces, que esa verdad jamás le hubiera alcanzado, pero Severus le cercó por la cintura impidiéndole marcharse. El ojiverde cayó suavemente sentado en el suelo junto a Severus, no tuvo ni fuerzas para rechazarle cuando éste le apretó con fuerza contra su pecho.


— Dime que es una mala broma. —musitó Harry aferrándose a la túnica de Severus, empapándola con sus lágrimas—. ¡Dímelo!

— Yo quisiera decirlo, pero no puedo... Ayrton es mi hijo, un hijo al que adoro.

— Debo irme.

— ¡No, por favor, yo tengo que explicarte! —pidió apretándolo más fuerte.

— Ahora no... Necesito estar solo unos minutos.


Harry se zafó de los brazos de Severus, éste respetó su decisión y le dejó ir. La puerta de la habitación se abrió en ese momento, Lucius no hizo ninguna expresión al ver cómo Severus había quedado sentado en el piso, en completa inmovilidad, no podía verle el rostro pues las cortinas de su cabello le cubrían lo suficiente. Nunca en su vida le había visto así, y lo conocía desde hacía muchos años. Un niño jalándole de la túnica para hacerse espacio y pasar le alertaron, rápidamente tomó a Ayrton en brazos para llevarlo de regreso a la recámara, seguramente a Severus no le habría gustado que su hijo le viera llorar.

Garabato enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora