En una encrucijada

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En una encrucijada




Severus corría como loco, nunca en su vida el camino de la entrada a Hogwarts hasta los salones de clases se le hizo tan largo. Tenía una fuerte opresión que apenas le dejaba respirar pero ni así menguó su velocidad. Dio vuelta por uno de los corredores, sabía en qué clase se encontraba su hijo y tenía que sacarlo de ahí antes de que sucediera lo que temía. No le importó derrapar en la piedra cuando escuchó el tenebroso grito, al tiempo que la sangre se le congelaba tan sólo tuvo tiempo de orar para que no hubiera habido ninguna desgracia que lamentar.


Al abrir la puerta y ver la destrucción en el aula de Transformaciones, Severus supo que las cosas estaban peor de lo que creyó. Algunos mesa bancos habían estallado y sus astillas se encontraban incrustadas violentamente en la pared, el candelero del techo yacía en mil pedazos sobre el escritorio.


Los llantos de los pequeños niños se escuchaban distantes, como temerosos de hacer demasiado ruido. McGonagall atendía cómo podía a un par de ellos cuya cabeza sangraba profusamente. Severus pensó en ayudarle pero su prioridad ahora tenía otro nombre. Buscó entre los escombros y por fin dio con el cuerpo desmayado de Ayrton. Aparentemente no tenía ninguna herida, pero en cuanto tomó su pulso éste apenas podía sentirse.


— ¡Severus, llama a Poppy, esto es una desgracia! —exclamó Minerva asustada.


El ojinegro asintió, pero no salió del salón de clases sin llevar a su hijo en brazos, él también necesitaba ayuda en ese momento. En el corredor se encontró con Dumbledore quien ya acudía acompañado por otros profesores y algunos alumnos que habían alcanzado a escuchar ruidos alarmantes en el salón.


— ¿Qué pasó? —preguntó Dumbledore al mirarlo sosteniendo a su niño.

— Será mejor que ayudes a Minerva, Albus... todos ayuden. Notifiquen a Poppy, hará falta su presencia en el aula de Transformaciones.


Eso fue lo único que dijo antes de retomar su carrera dirigiéndose hacia la salida de Hogwarts con su preciada carga.


Cuando Harry llegó al castillo, lo primero que hizo fue ir en busca de Anthony, tenía miedo por él. Así que cuando lo encontró en el despacho de Severus acompañado por su Profesor realizando una de sus lecciones, un enorme alivio llegó a su alma.



— ¿Todo bien? —preguntó al encargado de cuidar del pequeño mientras sostenía al niño en brazos.

— El Profesor Dumbledore me pidió que permaneciera aquí al cuidado de Anthony... No sé qué sucedió, pero parece que hubo un percance con los chicos de primer año.


Harry creyó saber lo que pasaba, volvió a despedirse de Anthony y dejándole bajo la protección de su profesor, salió hacia el despacho del Director. Ahí estaba él, acompañado de la Profesora McGonagall, ésta tenía un vendaje en un brazo y la cara lucía con algunas quemaduras, pero lo más impactante eran sus ojos, tan aterrados como si hubiese visto al mismo Voldemort resucitado.


— Será mejor que vayas a descansar, Minerva. —le dijo Albus al ver llegar a Harry—. Afortunadamente no hubo grandes consecuencias, los chicos están siendo atendidos y Poppy me ha informado que ninguno tiene lesiones de gravedad, sólo me encargaré de informarles a sus padres.

— Albus, lo que pasó...

— Fue un accidente, Minerva, algo que se salió de control. Dejémoslo así.

— No puedo, perdóname, Albus, pero me es imposible quedarme callada. —protestó nerviosamente—. Ese niño tiene algo mal... su voz era... era como la de...

— Ve a descansar ahora.


Las palabras del Director no admitían réplica y la Profesora le entendió así, por lo que, aunque con resistencia, abandonó el despacho aun sintiendo sus piernas temblar. Harry sólo le saludó con una ligera inclinación de cabeza cuando pasó a su lado, que ella respondió del mismo modo. Al quedarse solos, Harry dio unos pasos acercándose al anciano Director.


— ¿Qué sucedió?

— Creo que Ayrton perdió el control de su magia durante un ejercicio en la clase de Transformaciones... Ahora lo que quisiera saber es a dónde se lo ha llevado Severus y porqué.

— No sé a dónde... pero creo saber el porqué.


El ojiazul miró fijamente a su ex alumno, entonces Harry respiró hondo antes de proceder a relatarle lo ocurrido aquel día.

Garabato enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora