Capítulo 7

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-Mi hermana vuelve a las andadas.-Soltó una voz detrás mío y sonreí al ver Hunter con llaves de casa y teléfono.-Anda, vamos.-Me levanté y me despedí de todos con risas tontas. La calle estaba silenciosa y Hunter se mostraba relajado.- Oye, Alex. Mañana, mejor dicho, hoy, es 24 de diciembre. Tu piensa en como sobrevivirás a la cena. Lo importante es que sepas que, mamá se enfadará.

No hizo falta mucho para verla, de enfadada. Entramos y estaba en el sillón, roja como un tomate mirando a la puerta.

-¿¡Se puede saber donde estabais?!-Miró a Hunter.-¿Por qué mi hijo tiene un chupetón?¿Por qué tu vas con el pelo revuelto y oliendo alcohol desde un metro de distancia?¡Sois unos hijos horribles!¡Mañana tenemos cena!.-Miró el reloj.-¡HOY!¡A ducharos y a dormir!

Le hice caso y me puse a dormir al terminar mi ducha. Hice un pis y vomite poniéndome los dedos, para sacarme todo lo que podía de encima. Me caí en la cama y noté un cuerpo debajo del mío. Adam gruño y me miró. Bufó y me metió en la cama, nos quedamos dormidos, como mínimo yo.

Mamá estaba en la cocina muy ocupada, gritando a los demás y yo estaba en el sofá con mi vestido y cara de falsa. Oí unos pasos fuertes y levanté la mirada. Mi abuelo me miraba con ojos implacables y tragué saliva, bajé la cabeza. Le dí la mano y Adam vino corriendo, poniendo una mano en mi cintura y hablando con él.

-¡El famoso abuelo! Soy el prometido de su nieta, la cuidaré, no se preocupe.-Le guiñó un ojo y rió. El no dijo nada. Nos sentamos en silencio y la comida empezó.

-Dinos Alexandra, tu madre me ha dicho que tienes unas notas geniales en la universidad. ¿Las notas son culpables de esas ojeras y mala cara? Estas pálida.-Mi tía era horrible, asentí y sonreí.-Vaya, increíble. Aunque no creo mucho tus palabras.

-En verdad ayer fuimos a un restaurante, para celebrar que volvíamos a juntarnos en meses.-Dijo Adam sonriendo hipócritamente, me cogió la mano por debajo la mesa. No quería mentir, no era una actriz.-La noche se nos hizo larga fuimos a bailar bailes de salón.

-¡Vaya! Que callado te lo tenías cielo.-Tragué y comí un poco más de sopa, no podía.-Me encanta que haya alguien que te complete.-Mi abuela la miró por encima del hombro. Mis abuelos eran geniales, bueno ahora solo mi abuela.-¿Ocurre algo madre?

-Deja a la niña en paz. Quiero que mi nieta sea feliz, es muy pronto para pensar en bodas. Tiene 18 años, por favor.-Sonreí, ella sin embargo no.-Los chicos necesitan tiempo, dale unos meses.

Claro, ilusa de mi pensar que sería diferente.

-Alexandra se casa.-Soltó mi primo Jacob.-Que bien, es genial.

La cena se centró en mi y en todas mis cosas. Como de buena era en eso y mala para lo otro. Como de bonito me quedaba el vestido pero mis modales eran horribles. Sonríe más, espalda más recta, brazos más firmes, cintura más estrecha...

-¡Callad!-me levanté de golpe, todos me miraron. Llevábamos dos horas y no podía más. Mi abuelo no había abierto boca y me miraba ferozmente. Decidí hacer que no estaba, le mostraría quién ganaría la batalla.-¡Familia de falsos!¡Buscad alguna cosa que sintáis de verdad!¿Sangro, lloro, siento?¿Puedo equivocarme?¿Puedo soñar?¿Puedo respirar?¡Si! Por favor, haré lo que quiera. ¿Sabéis que? ¡ME FUI DE FIESTA!¡ME EMBORRACHÉ!-Hunter se irguió y sonrió, había estado como yo toda la comida. Lo habían criticado por su relación con Kara y le querían presentar a una chica de Wisconsin.-¿Tengo pinta de usar faldas?¿De sonreír con dolor en mis entrañas? No. Quizá no tenga mucha educación, ni gente de mi lado, ni modales, ni cosas de chica, pero aquí estoy, allí voy. Un día lo seré, alguien de provecho. Mientras os pudráis en la basura de las mentiras, yo me bañaré en verdad, mientras afronté el sudor de las dificultades y las luche con yo, sin una máscara.-Me fui de la habitación y cogí mis maletas aun no abiertas. Llené las otras y bajé. Todos me miraban.-¡Me vuelvo a la universidad!-Me saqué unos pendientes caros que me dio Adam y se los lancé, los cogió.-No necesito esto.-Me rompí el vestido, llevaba shorts debajo. Me puse una camiseta de una de las maletas y lancé lo que quedaba del trapo a mi madre.-Comételo.-Lancé mis zapatos al suelo y me puse calcetines y zapatos rápido. Cogí mi sudadera y me quité mi trenza de niña pija. Me puse mi coleta y sonreí.-Que os den, familia.

La voz de su sonrisa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora