Capítulo 4

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William:

Un mes en esa fraternidad y no me acostumbraba. Mi compañero, un chico de último curso del equipo de natación, se levantó de su cama junto con una chica, que tenía el pelo desalborotado, y se fueron a la ducha juntos. Por suerte, yo dejé a mi ligue en su habitación, porqué le tocaba ayer él traer una. Los dos sabíamos que éramos guapos, y no dudábamos en revolcarnos tantas veces como podíamos. No hablábamos muchísimo, y nuestra norma era que si necesitábamos ayuda lo haríamos todo, sin preguntar ni pedir nada. Se llamaba Kurt, y era un autentico ángel delante de la chicas, pero en la intimidad un cabrón.

-Lo siento preciosa, no soy suficiente para ti. Te mereces algo mejor.-Dijo triste, la chica negó rápidamente.-Por favor vete, nuestro amor es imposible.-La chica lloró como una magdalena unos 10 minutos, luego se fue por donde había venido. Kurt me miró.-2 polvos en menos de 24 horas, y uno en la ducha. Aprende, novato.

-No te imaginas cuantas veces seguidas y en diferentes sitios se puede hacer tío, ayer una tal Vanesa creo que era su nombre, fue puro fuego. En su cama, en el baño, en el suelo, contra la pared, en la mesa, en el armario...me pongo cachondo de solo pensarlo.

-Eres todo un diablo, amigo mío.-rió y yo le seguí.-Vamos con todos a desayunar.

La fraternidad acostumbraba a reunirse en el desayuno, y unos cocinaban por turnos. Allí Kurt, unos amigos y yo analizábamos como eran las chicas de la casa, para pedírnoslas. Normalmente duraba unos minutos, después hablábamos con los demás. Cuando llegamos y nos sentamos comimos, y al cabo de unos segundos un pasos que iban como el rayo bajaban las escaleras. Todos de la casa miramos a Alex y Leah bajar, quejándose de quedarse dormidas. Cuando les dijeron que no era tarde bufaron y rieron, después se sentaron.

Ella era un misterio. Siempre usaba mis trucos, mi ligoteo, mis miradas, todo. Incluso era caballeroso o le hacía bromas, nada. Siempre conseguía que me gritase, me pegase o me ignorase. La contemplé, buscando puntos flacos. Estaba riendo con Leah y otros chicos, pero no hablaba. Tenía hoyuelos en sus mejillas. Ya nadie se acordaba de el espectáculo de ella y el estúpido jugador de baloncesto corriendo en cueros por la calle. Era orgullosa, se notaba. Me preguntaba porqué era tan callada, su voz era un poco especial. Era una mezcla de tono dulce como la miel, pero un punto picante. No se parecía en nada a Joe Collins y eso me agradaba, pero le haría pagar por lo de mi hermano. Por mala suerte tenía competencia, el jugador de baloncesto amigo de su hermano. Venía casi cada día a estudiar, pero se notaba como la miraba. Como la miraba por dios, se la comía mejor dicho. Se la comía con sus ojos y ella ni lo notaba, solo reía y asentía. Después estaba su estatura comprada con su carácter y su fuerza. Me recordó a la chica de un anime shöjo que miraba mi prima pequeña y me contó, Toradora o algo así. Era una tigresa, una dragona, una leona. Pero era perfecta su estatura, suficiente para un hombre. La abrazabas y te llegaba al pecho, eso te hacía sentir poderoso y que te necesitaba, aunque después salía con sus patadas y se te pasaba. Cada vez que la veo, me acuerdo del primer día, que la vi casi desnuda dos veces, primero en el vestidor, y después en la noche. En aquellos momentos contemplé sus curvas. Tenía unos pequeños michelines no muy grandes en la barriga, y eso se la hacía ver adorable. Tenía la piel muy blanquita y su cabello era caoba, un tono rojizo y castaño por así decirlo. Sus ojos eran negros como dos bolas de billar, y sus labios eran carnosos. Era una especia de chica adorable, que cuando te hablaba o te pegaba, te quitaba las ganas de abrazarla. Me encantaba que se enfadase.

-Alex, tienes blanco por aquí.-Dije señalando su bigote de leche.- Algún chico se lo habrá pasado genial.

Me lo merecía, me había pasado un poco. Cogió el cartón de leche y me lo lanzó.

-Si, aquí tienes lo que queda.-Y todos se rieron.-Vete con tus idioteces a tu tierra de bobos, mujeriego picha floja que no tiene ni idea de hablar coherentemente.

La voz de su sonrisa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora