Capítulo 23

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William:


Tener el permiso de rodearla con el brazo sin recibir un golpe era genial, y más cuando hizo su típico movimiento de cachorrito un poco confundida. Supe que María se moría por mi, al fin y al cabo mi radar de amores no se estropeó, solo no sigue en funcionamiento. Dejé que examinará mis brazos esperando que Alex terminará, para tener una buena excusa de levantar mi trasero lejos de esa buscona chica.

-Perdón por esta pregunta pero...¿estáis juntos?-dijo con una voz de envidia muy evidente. Estrujé a Alex más hacía mi. Me miró aun más confundida.

-Eh...-me miró.-...yo...-Necesitaba saber si seguía con mi oportunidad. Hizo un pequeño suspiro y me miró, escondiendo una mirada triste con una radiante sonrisa.-¿algún problema?

-No, nada. José, ya deberíamos irnos.-el chico asintió sonriéndonos, me caía bien. Nos despedimos y cerraron la puerta, para ir a mirar hacía otros sitios.

-Suéltame.

-¿Qué?-dije sorprendido ante su fría voz.-¿Por qué?

-¿No te queda claro lo que es olvidarse de alguien? Aunque estemos en la misma habitación no significa que volvamos a estar juntos.

-¿Entonces que ha sido eso?-señalé la puerta y se encogió de hombros. Me separé molesto. Llevaba dos meses enfadada conmigo y me parecía inmadura.-Eres increíble.

-¿Debo decir gracias?-dijo cruzándose de brazos. La fulminé con la mirada.-Eso es un no.

-¡¿Cómo puedes ser así?!-grité encolerizado.-Llevo meses pidiendo perdón y tu sigues igual. ¡No me puedo olvidar de ti, Alexandra Collins!

-¡Eres un pedazo de chicle sin azúcar!-Dijo ella más, alto. Abrí los ojos. Esa no era la chica que yo conocí. No era ni ella, no era su actitud. Llevaba con cara de asco, molesta, deprimida y falsa lo que quedó del verano. No cantaba desde ese día ni tenía brillo en sus ojos.-¿Puedes olvidarme?-suplicó con lagrimones brotando de sus ojos. Negué bajando la cabeza, solo quería que volviera.-Bien, pues vivirás con este dolor hasta que lo hagas.

No me habló más durante demasiado tiempo.

·····

Oí un gruñido que provenía de la otra cama, me preocupe y abrí los ojos con sueño, esperando encontrar algo bueno. Alex estaba soltando gruñidos dormida, con cara triste y lagrimas en sus mejillas. Empezó hacer patadas al aire y gritó como una loca. Abrió los ojos y empezó a chillar más fuerte. Salté de mi cama y la abracé. Ella no dijo nada, solo siguió diciendo palabras sin sentido y llorando desconsoladamente. Había pasado muchísimas noches y mañanas con esa situación, ella llorando en sueños llenos de pesadillas que no tenía permitido saber.

-¿Cómo estas?-levantó la cabeza y me miró sin decir nada.-No hables, da igual.

Olvidarme de ella no podía, nunca lo haría. No después de descubrir cuanto dolor esconden las personas. Ya no era odio, solo éramos conocidos cercanos. Para ella. Alex lucía muy diferente a la chica que conocí hacía cuatro años antes, con una sonrisa pillina y mayonesa en sus manos. Era una chica que haría 22 años ese verano. Su pelo seguía con ese tono castaño con reflejos rojos de tanto en tanto. Sus ojos seguían siendo dos bolas de billar oscuras y negras. Volvió a sonreír con el paso del tiempo, pero fue una sonrisa rota. No la he visto sonreír de verdad desde...desde que jugaba en la piscina con Joshua, en agosto de hacía cuatro años. Sonreía mucho, pero no como yo recordaba.

Decidimos no cambiar de habitaciones porqué, a pesar de romper, ella no me odiaba. Nunca llegué a comprender que le dolía tanto en su corazón que le hiciera tomar la decisión de romper conmigo. Ahora se veía con Louis de tanto en tanto, me lo había comentado alguna vez y los había visto en la cafetería. Nunca se les había vistos como melosos o enamorados, pero si cariño y aprecio. Nos graduábamos en una semana, menos, cuatro días. Éramos a martes. Había vuelto a cantar y no perdí ningún espectáculo. Encima del escenario percibía un poco de la antigua Alex, esa que sonreía a escondidas y me insultaba de la forma que ella hacía. Que se proponía hacer dieta y yo le daba bombones con la boca, para que se olvidase de sus adorables michelines.

La voz de su sonrisa (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora