Montañas

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Si algo se le daba bien a María era ocultarse, así que dedico dos semanas a ello, Logan intento poder hablar de manera coherente y adulta con ella, pero la joven no estaba dispuesta a pasar por esa platica de nuevo, adoraba a Molly, y a Lauren, no podría ser tan desgraciada como para pagarles así, metiéndose en la cama de Logan solo porque su paz le traía memorias del pasado.

-Se fue a Tennesse- Lauren gritaba en la entrada de los establos después de buscarla durante todo el día-Logan se fue a la ciudad así que por favor, deja de actuar como una pequeña rata de campo-

-¿Tennessee?- las botas de la joven se escucharon chocando contra la madera de una de las puertas, cuidadosamente se descolgaba de una de las vigas como si fuera una acróbata, Lauren no evito reírse de esa escena

-¡Dios María! Es mi hijo, no un asesino en serie- y mirándola hacer malabares para llegar al suelo se acomodó en uno de los montones de paja para cubrirse del frio

-Entre en pánico cuando escuche el auto, además se me estaban agotando los escondites-

-¿Pelearon?- la miro levantar los hombros como era usual

-Creo que iré a la ciudad por navidad, si me quedo aquí seguro le da algo- se acomodó junto a la mujer quien le ofrecía un abrazo

-Logan te quiere mucho-

-Yo los quiero a todos-

-Estoy muy segura que está confundido, muy confundido, y eso no es común en mi hijo, aunque no creo que tome cartas en el asunto, no importa cuánto dude, para él su matrimonio es importante-

-Lo sé- suspiro- eso lo hace encantador- rieron ambas- igual no planeaba hacer nada raro, más que esconderme-volvieron a reír

Lauren sabia perfectamente de la inclinación de su hijo por la auxiliar, lo veía en sus ojos y en la manera que se acompasaban por el paso del tiempo, tuvo sus dudas en un inicio, pero poco a poco entendió que María no era ese tipo de mujeres, ella sería incapaz de hacer nada aunque el sentimiento fuera vivo, latiente y viviente entre ellos, no lo tomaría, tenía ya mucha pena en sí misma como para agregar más. Así que agradecida con su buena cabeza le dio la paz que necesitaba escuchar.

La compra de Ganado era algo que se realizaba a lo largo y ancho de Tennesse, algunos productores se reunían de palabra simplemente para formar acuerdos de compras, crianzas o bien de venta y siembra de pasturas, algo muy diferente a lo que podrían encontrar en Quebec, por ello cada tanto por viaje, Logan se dedicaba a participar en esas reuniones que siempre prefirió repasara su padre que él, se sabía perezoso ante el trato de los demás y a poco apegado a las falsas sonrisas.

Molly lo acompañaba siempre, y ahora más que nunca quería estar a su lado, la presencia de aquella joven le hacía tambalear y no podía darse ese lujo teniendo a las manos más amables del mundo sobre su piel desde hacía tanto; Logan se preguntaba si su esposa podría ver sus dudas, y la verdad es que era tan trasparente para ella como el agua que bebía, era lógico que algo así pasara, la distancia era mucha y ella solo tenía mente para su padre. Se prometió a si misma que si algo sucedía preferiría dar carpetazo al asunto, no mirar y pasar de largo, pero en realidad dudaba mucho que algo así pasara.

Molly conocía a María, y la adoraba, y odiaba que le agradara tanto, porque su amistad le sesgaba, siempre que visitaba la Alberta. Tenían cosas en común, y el tener una voz siempre amable que pudiera escucharla en esos días entre las montañas le agradaba de más; Quería confiar en ambos, porque en estos momentos tan complicados de su vida lo que necesitaba eran corazones amables no cuchillos afilados.

La pequeña feria Ganadera de Tennesse trajo muchas cosas consigo, Logan pudo conocer a la gran Alana Villegas, ese nombre que siempre mencionaba María, y con ella a todos esos otros que alguna vez comento, tanto Logan como Molly se sorprendieron al ver todo ese gentío, era como si no coincidiera con la historia que conocían, como si ellos en casa tuviesen a una persona completamente diferente a la que la gente de abajo conocía.

Las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora