Vaquero

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-Eso se ve muy feo-Después de varias horas intentando no salir del pueblo para romperle los brazos a logan Vicente regresaba donde María miraba al infinito con un hielo en su rostro- toma, lo mana Any-y tomando el hielo desecho le dio uno nuevo- Demonios, esto se pondrá morado-

-Creo que escoger hombres no es mi fuerte- arrugo los ojos mientras sentía como la examinaba con delicadeza

-Definitivamente no lo es- chasqueo la boca- debí alcanzarlo, mira nada más, ¿Puedo?- señalo su costado mirándola asentir- perro desgraciado, te dejo sus mugrosos dedos-

-En parte creo que tengo un poco de culpa-

-Claro, seguramente merecías un castigo después de estar con tu familia- respondió burlón- María, por favor, usa el cerebro por una sola vez, ese tipo está mal, nada justifica esto- le tomo el hielo mientras ella sacudía sus dedos- ¿Hace cuánto que sucede?-

-No me había golpeado antes-

-No hablo de eso, no necesitaba golpearte niña- y ella solo se encogió de hombros regresando su vista al campo

-Creo que últimamente me he sentido perdida. Creí que todo cambiaria... pero así soy yo, siempre espero que todo cambie mágicamente, siempre espero...- hizo un puchero

-Ven aquí- la rodeo con el brazo sin decir nada más

-A veces deseo haberme quedado- susurro con esa voz rota que tantas veces le había escuchado

-Yo también deseo que te hubieras quedado, desearía haber hecho tantas cosas-

-Desearía haberme quedado- volvió a repetir pero esta vez se aferró a su costado como en el pasado

Esa noche lloro mucho y el la sostuvo sin decir nada, muchas de esas heridas eran su culpa y otras tantas de golpes que se propino contra la pared, Logan no solo fue el pináculo de sus malas decisiones, también fue una muestra de cuanto puedes perder por despecho, por soledad, por el simple hecho de sentirse a la deriva.

Un par de días después Logan regreso a Lexington, pero apenas si pudo ver a María a lo lejos, Belmont se lo dejo claro, nadie tocaba a su hija y se salía con la suya. Durante esos meses vio caer uno a uno sus contratos, nadie en el paso o en Tennessee quería hacer negocios con él, pronto se vio superado por sus propios medios. No esperaba eso, no estaba preparado para pelear con nadie que viniera de la Ilusión.

Fue una semana antes de las navidades cuando llego a la oficina de Nebraska, ese lugar estaba a punto de despegar y Alana y ella se preparaban para iniciar el año con fuerza. No hacía falta ser un genio, para saber que esa fue su peor idea.

Creyó tontamente poder convencer nuevamente a María, tenía un ramo enorme de rosas, y palabras que ensayo durante días, debía decir y hacer lo correcto, le propondría viajar durante un tiempo, y regresar a Quebec, comenzar los dos desde cero, un mundo nuevo solo para ellos.

-Qué huevos los tuyos- la voz e Vicente lo puso en alerta apenas paso la puerta de la oficina de María

-¿Tu qué haces aquí?-

-A ti que te importa, ¿Tu qué haces aquí?-

-Podría decir lo mismo- se cuadro mirándolo mordaz

-Mira niño- se sobo la barbilla nervioso- no me toques los nervios- lo encuello llevándolo directamente a la pared del fondo dejando por el suelo todos esos ostentosos intentos de disculpa que llevaba en brazos- tengo unas ganas de dejarte el ojo aún más morado- gruño a unos centímetros de su rostro- que te quede bien claro, si te vuelves a acercar a ella, es más, si tan solo pisas el mismo estado que ella te juro que te mato, no estoy jugando, tomare tu maldito cráneo y lo romperé a patadas. ¿Entiendes?-

Las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora