Pecadores

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-¿Una fiesta?- Julia lo miraba como si no le reconociera

-¿Me vas a ayudar o no?- se quejó avergonzado después de dar sus ideas sin un recibimiento exitoso

-Claro, claro, pero, puedes dejarme mejor a mí la organización, tus ideas me acaban de dar ganas de vomitar-

-Quiero que los que la aman sepan que yo también la amo, fue injusto tener que ocultarnos tanto tiempo- Julia la miro con gracia

-Sabes a lo que me refiero, nadie nunca la llamo "novia de" al menos no aquí, siempre fue "la amante de..." "el secreto de..." quiero que la gente mire y diga "Vicente es el esposo de María" eso quiero-

-Eres un cursi, ¿Quién lo diría?- Julia sintió ese latir ameno en su pecho- sabes que fuiste el amor de mi vida ¿Cierto?- y ambos se miraron con una sonrisa a medio nacer

-Lo sé, eres una de las únicas cosas buenas que tengo-

-Quien lo diría, tu encontraste al tuyo... me alegro- lamio sus labios- cuando te solté no supe que sería de ti, pero me alegra mucho poder saber que encontraste tu camino. No podría ser más feliz que viéndote así de emocionado-

Julia vio marchar a Vicente por la ventana, últimamente no perdía esa sonrisa idiota que le ponía los pelos de punta y el corazón cálido a la vez. Tenía muchos deseos para ellos, quería mucho a María, y no tenía más que buenos deseos para ambos.

María vio llegar a Vicente por la noche, últimamente todo parecía más tranquilo de lo normal, pero el trabajo se acumulaba y el regresaba nuevamente a sus deberes. A diferencia de su prima ella creo en Las Palmas, así que no se sentía ajena a aquel lugar. Por las mañanas trabajaba con su padre, después de todo, eran solo ella y Adán trabajando en la quinta de su padre.

Las flores volvió a tener vida, ambos comenzaban a hacerse cargo y su madre y su padre no podrían estar más tranquilos. Sabían que ese fin de semana el lugar se vestiría de fiesta, y magdalena no podría estar más emocionada.

-¿Cómo fue tu día?- se puso de rodillas en la cama para masajear un poco sus hombros cansados

-Estuvo pesado, pero al fin logramos terminar con todo lo atrasado, Víctor es un desastre, tenía un millón de reses sin marcar, seguramente lo hicieron pendejo con más de una-

-Lo ves, por eso no debes andar de distraído con las chicas bonitas-

-Eso lo sé- se giró para atraparla bajo su cuerpo- por eso no te voy a interrumpir, porque no te suelto- mordió uno de sus pechos sobre el camisón haciéndola reír

-Eres un torpe, lo jalo por el cabello para poder mirarlo atentamente-

-¿Te gusta?-

-¿Tu?-

-¿Haber vuelto?-

-¿Nunca escuchaste esa canción?- acariciaba su cabello mientras el descansaba su cabeza sobre su pecho- tu sabes esa... "Uno vuelve siempre, a los viejos sitios, donde amo la vida..."- entono en un ligero susurro que le hizo suspirar- y entonces comprende, como están de ausentes las cosas queridas. Por eso muchacho, no partas ahora soñando el regreso, que el amor es simple y a las simples cosas las devora el tiempo-

-Creí que era una canción de amor, pero eso suena bastante triste-

-Quizá, pero sabes, creo que es porque no lo entendiste- revolvió su cabello - creo que me gustas más con el pelo largo-

-¿Eso crees?- asintió un tanto adormilada

Esa noche la miro dormir, le gustaba mucho su cabello, siempre parecía que tenía un millón de líneas color oro diferente, también la manera en la que se encogía entre las cobijas, buscando siempre un poco de calor.

Las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora