Idilio

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Recuerda que
Vivir es una maravilla
Te quiero tanto mi María
Mereces todo lo que quieras ser
Flores tan lindas tendrás para ti en tu jardín
Estés donde estés crecerán
No te olvides de mí
Flores tan lindas tendrás para ti en tu jardín
Estés donde estés crecerán
No me olvides de ti.

Sensei- Caloncho



-María... Ma...ri...a- la mañana se dibujaba helada por la ventana y la rubia volvía a esconderse entre las cobijas como un conejito que escaba de la nieve- ¿No tienes hambre?- le susurro, vamos, vamos, mi María- el azul de aquellos ojos lo hizo sonreír y los besos que se le desbordaban los plasmo uno a uno sobre su piel

Tenían un par de días que habían llegado a Paris, como pudieron escaparon durante un momento, Francis le invito a su graduación y ella no tuvo mejor idea que raptar a Vicente quien claramente no puso nada de resistencia.

A los dos les gustaba el campo, pero tenían que aceptar que la ciudad les sentaba de maravilla, Vicente no usaba mucho su dinero, no hacía mucho en esta vida más que joder a los demás, pero de la mano de María se agradecía todos esos años, porque podría darle el mundo si ella lo deseara.

Cuando Francis lo conoció casi se le cae la mandíbula, no era lo mismo mirar una fotografía que verlo en persona, las pláticas esa noche y las anécdotas cayeron como hojas de los árboles, amables y divertidas.

Él se preocupó toda su vida de la manera en la cual se relacionaría con su mundo, sin darse cuenta de que básicamente donde estuviera él estaría su vida, inventarían su propio mundo. Ella se acomodó despacito en su vida, seduciendo sus sentidos y calmando sus furias, ahora tenía ocupado su corazón para siempre, por ella, y su mundo luminoso. Y eso le gustaba.

-No puedo creer que crean que me ven la cara- Belmont se quejaba con Alba- nuestras hijas piensan que somos idiotas- volvió a dar un largo suspiro- María quiere creer que no sé qué está básicamente de luna de miel con el idiota de Vicente y Alana finge no traer de su mano a la miniatura de Genaro-

-Creo que no les enseñamos como guardar secretos, tu y yo éramos muy buenos en ello-

-No todos los dones se heredan querida, eso me queda claro- suspiro- Magdalena y su hermano por el contrario parece que ven solo el humo del mundo, porque ninguno se da por enterado de nada-

-No creo que sea así, ambos saben todo, solo que prefieren no mirar, eso les da paz, y hacía muchos años que no teníamos eso en casa, está bien ¿No crees?-

-Lo creo... Vicente se llevara a mi María, y aunque no me guste, creo que es lo correcto-

-¿sabes que ha comprado el predio a Joselito?-

-El del rio?- la miro asentir- me lo dijo antes de que se fueran, me dijo "Tía, quiero una enorme casa, y el rio siempre ha sido disputa, si lo compro será de todos, y ella estará feliz"-

-Dejara a mi maría joven, por eso se preocupa por el campo-

-¿Te sientes cansado amigo?-

-Agotado- suspiro sobando su entrecejo- pero Magdalena apenas si ve mi cansancio, eso es bueno, no quiero que comience a preocuparse por la soledad, no puedo pensar en María en esa posición, pero el futuro nos mostrara todo, no existe otra manera de ver el futuro-

-Dejémoslos estar a ambas, ya todo tomara su lugar-

Las cosas estaban así, después de tanto ambos lograron encontrar la paz, hablaron durante horas, y se disculparon todo lo que los hirió, era verdad que Vicente no era el príncipe azul que ella dibujo en su cabeza desde que era joven, ni ella la princesa delicada que no podría soportar el mundo, ambos eran completamente diferente a lo que tenían en su mente, pero eran lo que necesitaban, justo lo que necesitaban.

Las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora