-María, María...- Vicente picaba su frente enmarañada para que despertara- vamos, ya es de día-
-Déjame dormir, ya no me acostumbro a madrugar- se remolineo en las sabanas cubriendo su cabeza
-Es hora de salir, no podemos quedarnos aquí todo el día-
-¿Por qué no? Tu hermano está de vacaciones y mis padres fueron a la ciudad, podemos- se quejó como si de una niña berrinchuda se tratara
Vicente sonrió para sí mismo, llevaban tres días sacando todo esa pasión que se guardaron durante todo este tiempo, apenas si hablaban de nada y solo podían estar uno sobre el otro, eran como imanes, incapaces de separarse o de dejar de sonreír; pero Vicente tenía muchas palabras ahogándose en su pecho y no podía seguir de esa manera por más feliz que se sintiera así que aprovechando la buena suerte de ese día, y su negativa a salir de las sabanas decidió que era hora de hablar.
-Creo que es hora de hablar- dijo recargándose en la cabecera de la cama mirando ese pequeño bulto a su lado frente al espejo donde la noche anterior la vio florecer más de una vez
-No quiero hablar de nada- dijo sin salir de su capullo
-No seas necia- la revoloteo- si no ponemos esto en orden todo terminara muy mal
-¿Por qué?- se quitó la sabana para mirarlo molesta- ¿Por qué tendría que ser así?-
-No me hagas decir las cosas que son obvias- acaricio su rostro dudoso- tu sabes que me encantas, que de verdad pierdo el suelo cuando estoy contigo, pero soy consciente de nuestras realidades, y lo sabes, no podemos simplemente "salir" y ya. No quiero que la gente te señale por la calle o que tus padres te repriman. Tienes 19 años, y yo prácticamente te doblo la edad-
-¿Qué pasa si yo quiero estar contigo?- dijo firme con un tono que pocas veces escucho-¿Qué pasa si esa es mi decisión y no tuya?-
-María, esto no puede ser así. Lo sabes, yo no puedo amarrarte ahora que apenas estas volando, no puedo pedirte que detengas un camino que yo ya recorrí y que tú necesitas recorrer-
-¿Piensas que puedo arrepentirme?-
-Estoy muy seguro de ello- María se quedó mirando un rato la nada
¿Podría ser capaz de arrepentirse? Es verdad que solo tenía 19 años y que quizá el querría tener algo más, el sexo para ella empezaba, mientras que el camino de Vicente estaba por demás recorrido, además que pasaría con su carrera, podría regresar, podrían seguir viéndose, estaba dispuesta a ello, Houston o Paris o donde sea, pero que pudieran estar juntos. ¿El estaría feliz con eso?
Vicente lo tenía claro, ella estaba enamorada de la idea, quizá ni si quiera sabía exactamente lo que era el amor, ¿Quién lo sabe a los 19 años? Él tenía 35 y no estaba seguro de eso, seguramente terminaría marchándose de su lado, si no era ahora sería en unos años, cuando descubriera que podía comerse el mundo. Bien podría seguirla, no le molestaba ser su sombra, pero ¿Ella? ¿Dónde quedaría ella? ¿Quién sería ella si él se quedaba desde ahora y para siempre a su lado?
-No se me hace justo nada de lo que dices, soy capaz de tomar...-
-No lo eres, no sabes que viene más adelante, que voy a querer o que vas a desear, tú tienes tiempo de dudar y de volver a empezar, pero yo no... yo no...-
-Está bien, simplemente tengámonos, cuando queramos y donde queramos, nadie tiene que saberlo, y quizá algún día dejes de subestimarme y....-
-O descubras que no soy lo que imaginas- y María le miró pensando que sabía todo de él, y aun así quería quedarse a su lado
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Las Flores
RomanceVicente y María, una historia que hacía falta contar, el amor y las miradas que se quedaron en el aire y todas aquellas palabras que se ahogaron en el final.