Paciencia

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-¿Qué se supone que fue eso María?-

-Un desayuno- la miro furioso- sabes a lo que me refiero ¿Qué demonios hace aquí Vicente?-

-Sabes que los ranchos son de la familia-

-¿Y eso que tiene que ver con el?-

-La tía Alba es madre de Alana, saca tus conclusiones- le respondió frustrada

Logan estaba furioso, pero debía mantener el control, si tan solo pudiera tener un poco de estabilidad, solo un poco, pero parecía no lograrlo. La imagen de ambos juntos y la sonrisa de María mientras el quitaba las orillas a su pan. Le revolvió la mente, el estómago y la vida.

Ahora estaba molesta, ni si quiera lo miraba aunque el intentaba congraciarse tomando su mano y pidiendo disculpas. Las cosas no eran tan fáciles y lo que no sabía es que después de hablar con Alana se dio cuenta de que estaba más perdida que nunca y que el quedarse con alguien solo por ello no resolvería nada.

-¿Y si nos quedamos en la ciudad?- Logan rogo intentando que pasara la menor cantidad de tiempo junto a ese hombre que parecía amenazar todos sus logros

-No traje nada, y tú entregaste el apartamento hace un mes-

-Vamos, quedémonos- volvió a atraerla entre sus brazos-

María correspondió al abrazo, era miércoles por la noche el sábado seria la fiesta de cumpleaños de su sobrino, no planeaba llevar problemas a ello. Intentaría llevar las cosas por la paz y cuando llegara el momento dejar todo en claro. Sin que lo relacionara con Vicente y sin dejarse llevar por esa fuerza que por un momento le recordó de qué manera se veía el mundo con un poco de luz.

Esa noche se quedaron en la ciudad, mientras tenían sexo Logan no podía evitar pensar en si alguna vez supero a Vicente en la cama, no quería preguntárselo, pero la idea le taladraba el cerebro. María sintió esa desesperación mientras recorría su cuerpo, veía el esfuerzo en su rostro, como luchaba por lograr algo de lo que ella no estaba segura. Tenían buen sexo, pero quizá era eso. Sexo.

Vicente se quedó en el pórtico hasta la media noche, dándose cuenta de que María no regresaría ese día, lo sabía, lo sabía, pero después de pasar todo el día escuchando aquellas historias de terror ahora se sentía demasiado idiota como para pensar confiar en su juicio de nuevo.

Mientras nadie le miraba entro en la habitación de María, su aroma inundaba todo, se sentó en la cama mirando aquel escritorio lleno de fotos, el aun la conservaba en su cartera, como aquellas mañas de antaño que solían compartirse en canciones o historias. Pero ella lo había borrado de su vida, o al menos eso pensó, porque entre todo aquello. Algo que nadie más que ellos podía recordar se hizo visible. Era aquella entrada al rodeo del paso, cuando pelearon en el auto y da alguna manera él se confesó...

Seguía ahí, y si así era, tomaría esta señal como bandera.

La mañana siguiente mientras María se bañaba miro aquella marca entre morada y verde que se dibujaba en su hombro, Logan estaba aterrado y esa marca no era más que una confirmación de ello. Las cosas se pondrían bastante difíciles, así que quizá debía guardar la calma lo más que pudiera.

-María- dijo estacionándose el jueves por la noche frente al rancho- sabes lo que te diré, pero de verdad no quiero que lo veas de mala manera-

-No puedo correrlo, esta también es su casa, de todos-

-De todos menos mía-

-Logan, te has quedado aquí lo sabes, incluso podrías quedarte ahora, nunca se te han cerrado las puertas- respondió serena haciéndose bolita en el sillón

Las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora