Esa mañana todo el lugar retumbo, los gritos de Abel sonaron por todo el lugar, María apenas si pudo ponerse las botas para salir disparada hasta las caballerizas donde Alana estaba en el suelo suplicando la piedad de su padre.
Los únicos capaces de controlarlo fueron los gemelos, pero aun así parecía imposible, el honor de la hija de Abel Villegas había sido pisoteado y el solo quería un nombre para hacerlo pagar. Alba apareció repartiendo bofetadas, intentando que su esposo entrara en razón, no tenías que ser genio para saber de quién era ese hijo, pero no sería ella quien pusiera la soga en el cuello de su hija.
Todos fueron señalados por Abel, ellos tenían el nombre que quería saber pero ninguno lo diría, estaban coludidos, sus secretos estaban bajo tierra entre ellos, los que se referían a Alana y Genaro, a Sofía y Alfredo, a Vicente y María, todos esos secretos morirían con cada uno de ellos de ser necesario.
Un par de días después todos comenzaron a disiparse, la bomba explotó y ahora solo deberían hacer control de daños. María y Adán tuvieron que ir a Nashville con su padre, apenas entraron a aquella oficina la presencia de los gemelos les tomó por sorpresa. El francés vio la incomodidad de su hija ante la presencia de Vicente así que le pido regresar a trabajar si no tenía nada que quisiera decir.
María no se doblaría ante su padre así que levantándose de aquella silla le dejo atrás. Dentro todos acordaron lo que sucedería, los primeros en decir todo lo que paso fueron los gemelos, pero Adán vio todo de manera más objetiva incluso con Vicente.
-Adán, espera un poco- lo detuvo su padre cuando todos comenzaban a despedirse
-¿Que sucede?-
-¿Qué paso?- lo vio encogerse de hombros-Adán Belmont Villegas, abre esa maldita boca que yo te la abriré- lo vio girar los ojos
-Sabes que si algo fuera realmente mal yo sería el primero en meter las manos, María es mi luz tanto como tuya, no podría ponerla en riesgo con Vicente-
-No se ven como si todo estuviera en orden- se acomodó en su silla mirando hacia aquella sala de estar donde Vicente miraba como idiota hacia la oficina de María
- María se enteró de todo-
-¿Todo?- pregunto sorprendido
-Todo, al parecer fue Logan quien destapo esa cloaca y no hizo más que hundirlos de a poco-
-Sabía que ese tipo no era de fiar. Creí que caminaban con la bandera de "nuestro amor lo puede todo"- se burló un poco de la situación
-Que malo eres con tu hija padre, no puedes ver cómo le duele todo esto, ambos han dejado todo por la paz, al parecer María llego a su límite y Vicente igual-
-¿Estás hablando en serio?- lo miro asentir
-Yo la recogí en Houston después de que terminaron todo, ni si quiera lloro, solo parecía que le daría un ataque al corazón en cualquier momento-
-Creo que el que María se marche con Alana a Nebraska no es una decisión tan descabellada-
-Supongo que madre también lo veía venir, y si no fue por ella fue por la tía Alba, dos por uno al parecer-
-Ese par de muchachas no hace más que darnos dolores de cabeza- se quejó aquel viejo francés viéndose sobrepasado por todo aquello.
María se quedó en Nashville durante la mayor parte del embarazo de Alana, solía encontrarse con Vicente, pero para este momento apenas si cruzaban las palabras necesarias, solo un par de veces hablo con Logan, pero se prometió a sí misma no volver a enredarse en nada que no pudiera controlar y Logan era la definición perfecta de todo aquello.
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Las Flores
RomanceVicente y María, una historia que hacía falta contar, el amor y las miradas que se quedaron en el aire y todas aquellas palabras que se ahogaron en el final.