Intercambio de regalos

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Izuku salió a la superficie un tanto nervioso.

Miró a su alrededor y solo vio la vegetación de siempre rodeando el lago. Apretó contra sí una pequeña conchita que se había encontrado cuando se había aventurado río abajo para nadar en las aguas abiertas por algunas horas. 

Él era un tritón de agua dulce y no toleraba tanto la sal pero de vez en cuando los suyos visitaban a sus compañeros del mar. Era difícil nadar ahí. Siempre era empujado hacia arriba. Pero aún así se esforzaba por observar todo y llevar uno que otro recuerdo. 

—¿Izuku? —Aquella voz le hizo sobresaltarse, haciendo que de inmediato se volteara para encontrarse con aquella mirada que siempre le hacía estremecerse.

Aquél humano se acercó a la orilla y se arrodilló sin importar mojarse. Izuku también se acercó. Desde hacía tiempo, cada siete días se reunía con Katsuki. 

Kacchan, como le decía él de cariño.

Lo hacía a escondidas, pues se suponía que ellos no debían tener contacto. Para los humanos, ellos sólo eran una leyenda.

—Lo siento, se me hizo tarde. —Izuku negó con la cabeza para darle a entender que no importaba. Por que bueno, él no podía hablar. Como todos los de su especie, no necesitaba hacerlo. Sólo las sirenas podían entonar melodías, pero los tritones no. 

Ellos comunicaban con ondas, como algunos animales marinos. Pero eso no servía con los humanos. Oh, cuánto le gustaría poder hablar con Kacchan.

Izuku de inmediato le tendió la conchita, la cual fue recibida por Katsuki.

—Fuiste al mar. —Izuku asintió. Se sentía feliz por ver la delicadeza con la que Katsuki sostenía su regalo.

Había escuchado, cuando él se acercaba con sus amigos, que ellos se quejaban de que fuera un gruñón, alguien tosco e incluso grosero. Y bueno, Izuku, quien llevaba observándolo mucho tiempo incluso antes de que fuese descubierto, podía decir que era cierto. Pero... había un lado de Kacchan que sólo se mostraba cuando estaba solo o últimamente, cuando estaba con él.

Era muy atento. Se daba cuenta de cualquier detalle por más mínimo que fuese. Era increíblemente interesante. Hablaba con pasión de lo que le gustaba. Su risa... oh su risa era más bella que cualquier canto de una sirena. Lo había hechizado.

—Toma — Katsuki sacó algo de su chaleco — esto es de mi parte, por eso me tardé. Sólo no lo lleves al mar, que puede estropearse. —Izuku aquella pequeña esclava dorada con mucho asombro. —¿Puedo? — Katsuki le tendió la mano, y él asintió, sacando uno de sus brazos del agua, dejando que ese humano colocara la pieza en ella. Era hermosa. 

Izuku pensó de inmediato, cuando Katsuki terminó de abrocharla, que el intercambio no había sido justo, a pesar de que no lo hubiesen planeado.

Así que tomó una decisión.

Empujándose con ambos brazos sobre el suelo, se acercó a Katsuki y le depositó un suave y corto beso en los labios, para luego sumergirse de inmediato, huyendo antes de escuchar cualquier cosa. 

Desde abajo lo miró, y su corazón latió con furia cuando lo vio sonreír mientras tocaba sus labios con una de sus manos y apretaba contra su pecho su regalo.


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Esta es mi historia corta favorita uwu HE DICHO.


Katsudeku/Bakudeku Flufftober 2022 #flufftober2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora