New blood joins this Earth
And quickly he's subdued
Through constant pained disgrace
The young boy learns their rules
Miré mi reflejo a través de la ventana del automóvil, y por un momento creí que los ojos que me observaban de vuelta eran de otra persona. Como si mi vida fuera dirigida por Gaspar Noé, de pronto tenía un papel secundario en mi propia historia.
El tiempo era una masa sin principio ni fin. De mi cuarto a la iglesia. De la Iglesia a las clases particulares. De las clases particulares a las lecciones de etiqueta. Y luego a dormir y repetir todo de nuevo.
Estaba atrapado en el guion que Rick había escrito para mí.
Hasta que le vi.
Bajo el umbral de la Academia estaba él, acomodando su corbata como si con ese gesto no le robara a nadie el aliento. Vestía como yo, pero toda su figura gritaba elegancia, digna de quien ha nacido y se ha criado en cuna de oro. ¿Por qué no parecía arrogante, entonces? Se veía amable, como a alguien que te puedes acercar a preguntar la hora y te responderá con una sonrisa todo el reporte del clima.
—¿Señor Marcus?— interrumpió Bryan mis pensamientos.
—Por favor, solo dime Marc— traté de sonar despreocupado mientras frotaba mi mejilla, donde el golpe de Rick aún latía.
—Las clases inician en 15 minutos. Tiene tiempo de sobra para ir a visitar la cafetería, conversar con el director y acomodarse. Creo que cuentan con un delicioso café colombiano los lunes.
«¿Café colombiano? ¿Es en serio?».
—Bryan, ¿no te parece que esto es una locura?
—No entiendo a qué se refiere, Señor Marcus.
—Basta con la basura de "señor", debes tener como tres años más que yo. Me he emborrachado con tipos de tu edad. ¿Es siquiera legal que trabajes?
Bryan se tensó en su asiento, y con eso acusó que había ido demasiado lejos con mi comentario.
Necesitaba bajar un cambio a mi actitud de mierda.
—Se le hace tarde.
—Gracias por traerme— respondí, extendiendo mi puño hacia él.
—No hay de qué, señ-
Bryan chocó su puño con el mío.
—Marc.— terminó él por decir.
Bajé del auto. En la puerta de la Academia me esperaba el Director, a quien me habían advertido que debía causarle una buena impresión. No solían recibir estudiantes a mitad de año, mucho menos con mis antecedentes, pero Rick pagó un montón de pasta para meterme en la lista de asistencia. La suficiente para que el Director me recibiera con una sonrisa para presentarme a la vicepresidenta de la junta escolar, Catelyn Ryford.
Catelyn era la fiel personificación de una canción cursi de Taylor Swift, sonriente como si fuera un maldito sol. Se presentó como tal, y de inmediato comenzó a parlotear un montón de burradas sobre lo increíble de la Academia, como si quisiera convencerme de que estar ahí era lo mejor que me podía pasar en la vida. Sin duda era muy distinto a lo que estaba acostumbrado. Por los pasillos había muchos menos estudiantes que en la escuela de Londres, y todos se veían malditamente felices de estar ahí, como si no hubiese nada mejor que un lunes por la mañana antes de ir a clases.
Mientras Catelyn enumeraba las "maravillas" de Saint Joseph, saqué los audífonos inalámbricos de mi bolsillo y los puse en mis oídos. Su voz se convirtió en un zumbido lejano mientras me concentraba en la combinación del casillero.
Me deshice primero del estúpido saco de la escuela, y lo escondí, ojalá donde no tuviera que verlo más por el día. Luego arremangué mi camisa y saqué mis aretes de un bolsillo para acomodarlos otra vez en mi oreja. Hice una nota mental para buscar un espejo que cupiera dentro del casillero. Arrojé mi mochila dentro y estuve a punto de cerrar la puerta cuando una fotografía de Bella capturó mi mirada y me detuvo en seco. Había caído de mi vieja agenda de Londres.
—¿Es tu hermana?— la molesta voz de Catelyn cortó la batería de Metallica.
Quité un audífono. Lo último que quería era tener que explicarle mi triste historia a ella, mucho menos que entrometiera su respingada nariz donde no le convenía.
—¿Me estabas escuchando, Marc?
Al parecer, solo en ese momento notó que por los últimos cinco minutos nuestra conversación me valía un pepino.
—Escucha, Catelyn. Gracias, pero puedo hacer esto solo.
—Pero el Director dijo que...
—Me la suda— respondí, mirándola fijamente.
Por un momento creí que iba a insistir, pero algo en mi mirada la detuvo.
—Bueno... yo— apuntó a su blazer, como si fuera a mostrarme algo. Se arrepintió en un segundo. —Puedes unirte a mí en el receso... si quieres.
Se alejó con una sonrisa.
Sé que no fui gentil, pero no quería lidiar con nada, ni con nadie. Solo quería guardar mis estúpidas cosas e ir a la estúpida clase para la que ya iba jodidamente tarde. Así que devolví mi atención al casillero... y casi pude escuchar una vena reventar en mi frente de la rabia que sentí.
CERRADO ¡Mierda!
Lo cerré y dejé todo dentro, incluyendo la maldita contraseña para abrir el casillero. Para el mayor de los colmos, acababa de mandar a la mierda a la única persona encargada de ayudarme si cometía alguna estupidez como esa.
Qué idiota. No era capaz de aguantar otra derrota, por pequeña que fuera. Estaba harto de sentir que la vida me pateaba en el suelo antes de que siquiera pudiera hacer el esfuerzo de levantarme. Lo único que esperaba era que ese día acabara, para llegar corriendo a la cama y echarme a morir. Y hacer lo mismo el día siguiente. Y el siguiente a ese. Hasta el maldito juicio en seis meses en el que podría volver a Londres...
Fue entonces que apareció él.
—Nadie ha rechazado así a Catelyn.
Esas fueron las primeras palabras que escuché alguna vez de su boca. Lo recuerdo como si fuera ayer, porque solo eso bastó para quitarme el aliento. Suena jodidamente cursi, pero es la verdad. Fue como si en plena tormenta una fuerza misteriosa hubiese abierto el cielo para mostrar del otro lado que nada era tan malo como se veía desde el suelo.
De solo saber que esa voz sería mi mayor problema, jamás lo habría mirado.
Pero lo hice. Y entonces ya no hubo vuelta atrás.
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Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024
Teen FictionSé que has hecho algo estúpido alguna vez. Como enamorarte de quien no debías, o confiar en las personas equivocadas... o irte del país porque te grabaron haciendo un oral. ESPERA ¿QUÉ? "Todo el mundo contra Marcus Holly" es exactamente lo que cree...