La mañana siguiente toda la cabeza me daba vueltas. Había pasado el peor mal viaje de mi vida encerrado en la reunión de la Iglesia, "praying the gay away" (rezando para dejar de ser gay). Y por muy divertido que fue ver la cara de espanto del grupo, no era una experiencia que esperaba repetir en mi vida.
Para mi suerte, nadie se había dado cuenta de que estaba drogado. Habían asumido que mi numerito era parte del exorcismo, incluso llamaron a casa anunciado que todo iba bien en mi terapia. Pura mierda. No le di mayor importancia a ello, solo pensaba que no podía volver a fumar lo que me vendió el chico de la librería.
Necesitaba un nuevo dealer.
Me senté en el pasto junto a Catelyn, quien me sonrió amable al verme llegar. Habían pasado unos días del beso, y aunque no volvimos a conversar al respecto, parecía que todo estaba mejor entre nosotros. Cat me había invitado al grupo, y eso fue suficiente para que el resto acatara en silencio su orden de dejarme en paz. El clima era extraño, pero prefería estar allí que ser el triste paria de hace unos días.
—... Cuando llegué, Gina estaba tan colocada que me quedé con el porro en las manos.
—¡Bromeas!— exclamó Cat.
Charles estaba contando de sus andanzas en la fiesta de último año. O algo así fue lo que conseguí entender con la poca información que me dieron. Me daba igual, salvo por...
—¿Fumas?— pregunté a Charles.
El grupo completo se dio vuelta para verme. No sabía descifrar si fue por mi comentario, o porque no tenían ni idea que estaba sentado allí.
Para ser justo, no había hablado nada en todo el día.
Charles me sonrió.
—Solo de la buena ¿Necesitas?
—Le compré a un idiota de tercero en la biblioteca y fue el peor viaje de mi vida— confesé riendo.
En ese momento llegó Ben a sentarse junto al grupo. En su mano llevaba un vaso de café del día, como parecía ser costumbre. Se quitó sus audífonos y me dirigió la mirada. Una suave sonrisa bastó para robarme el aliento. Por instinto, me acomodé y traté de ajustar mi cabello, en un vano intento por verme bien.
Ay, joder. Aún no me acostumbraba a mi cabellera al ras.
—Se te nota— dijo Charles, provocando la risa de todos. —Parece que vomitaste la vida.
No mentía en nada. Mi rostro estaba pálido, tenía ojeras que delataban el mal sueño, y una estúpida espinilla había decidido aparecer en mi mejilla.
Me hundí un poco en mi puesto. Su comentario me hizo sentir horrible y patético.
—Veámonos después de clase— terminó por decir Charles.
—Me acabé el café— exclamó Ben de la nada, robándose la atención del grupo. —Voy por otro ¿Quieren algo?
—¡Que se callen para escuchar qué pasó con Gina!
El grupo rio bajo con el comentario de Cat. Pronto todos lanzaron órdenes al aire, que Ben se apresuró a memorizar. Yo me quedé en silencio, mirando el pasto crecer, con la esperanza de que la Tierra me tragara para no tener que lidiar con los nervios que me producía Ben.
—¿Y tú, Marc? — preguntó él, con una encantadora sonrisa, como si no le estuviera hablando al bicho raro del grupo.
Me pilló volando bajo.
—Un té sería agradable.
—¿Puedes ser menos británico?— mofó Chris, provocando otra risa del grupo.
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Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024
Teen FictionSé que has hecho algo estúpido alguna vez. Como enamorarte de quien no debías, o confiar en las personas equivocadas... o irte del país porque te grabaron haciendo un oral. ESPERA ¿QUÉ? "Todo el mundo contra Marcus Holly" es exactamente lo que cree...