Do you want this love of mine?
The darkness help us all to shine
Recordé el sentimiento y entusiasmo infantil que me consumía cada Navidad al abrir los regalos, mientras esperaba por mi turno de destrozar el papel y revelar aquello que había anhelado por semanas. Amaba a Ben con tanta inocencia, que la emoción me embriagó como de niño en Navidad. No podía esperar para disfrutar el regalo que era la presencia de Benjamin a mi lado. La ansiedad me estaba consumiendo, y por más que buscaba dar con él, no aparecía por ningún lado.
Tras ir a enfermería, tuvimos que separar nuestros caminos. Ben volvió al salón, como el chico obediente que es, y yo sufrí con una dolorosa exfoliación que solo terminó enrojeciendo mi piel. Tendría que vivir con la mancha por unos días, al parecer. Pero me importaba un bledo. Solo quería a Ben. Cuando llegué de vuelta, el salón de química estaba vacío, y la mitad de los estudiantes estaban arriba del bus que iría al aeropuerto.
Era momento de partir.
Fue entonces que ingenuamente me acerqué a Charles para preguntarle por el paradero de Ben. Y el caos que siempre amenazaba con destruir mi felicidad, me atacó de improviso.
—¿Ben? Salió hace 5 minutos, llega después del viaje.
—¿QUÉ? ¿Y dónde se fue?
—No lo sé, no pregunté.
—¿Dejó algo para mí?
—No... ¿Debería?
—No— me apresuré a aclarar, tratando de traer calma a mi semblante.
Me sentí estúpido por pasar la última hora soñando con el chico de ojos azules y su voz diciendo una y otra vez: «Yo también te amo, Marc».
Quería vivir por siempre en ese recuerdo, imaginando con tenerlo a mi lado, con sentir sus caricias por sobre mi piel... y sus labios besándome.
Pero desperté de golpe, saboreando el recuerdo como si fuera una simple fantasía. El amor inocente que sentía por Ben se tiñó de remordimiento.
Ben me abandonó.
Me sentí ridículo en mi propia piel. Y patético, por creer genuinamente que lo que estaba viviendo con Ben significaba algo.
Dios. Qué estúpido.
Charles se inclinó hacia mí.
—¿Estás bien?
—Sí.
—¿Seguro?
—¡Que sí, Charles! ¿Por qué no me crees?— contesté alterado.
Claramente, no lo estaba, pero admitirlo a Charles era poner en evidencia la cara más estúpida de mí. No soportaría que alguien más me hiciera sentir idiota.
Entonces, Charles apuntó a mi mano.
—Preguntaba por eso.
—Ah... Sí...— Relajé mi expresión al ver una escapatoria. Respiré hondo e intenté poner la careta más tranquila que pude.
—¿Qué te pasó?
—Pasó que soy un imbécil— sonreí de medio lado a Charles mientras quitaba la venda de mi piel para mostrarle. —Me di vuelta un tubo en la clase de química.
Charles rio, incrédulo, mientras su cara hacía una mueca de asco. La agresiva exfoliación solo irritó mi piel, y nada del líquido negro salió. En realidad se veía peor de lo que estaba en un inicio. La idea de la venda fue solamente para disimular en algo la mancha.
—Joder, y se supone que yo soy el drogado.
Le sonreí vagamente, con la esperanza de que mi risa lograra calmar las preguntas de Charles.
¿Por qué Ben se había ido sin decirme nada? No tenía la más mínima idea. Y ninguna respuesta que surgía en mi cabeza plantaba un escenario bonito. Porque por mucho que quisiera excusarlo, la verdad es que me había abandonado a mi suerte. Benjamin dijo que deseaba planificar todo, como si fuera una sorpresa para mí. Por eso yo apenas tenía algunas vagas instrucciones a seguir de su "perfecto" plan. Sin él no tenía jodida idea de qué hacer, ni a dónde ir por los próximos cinco días. No podía volver a casa: allá dije que estaría en Canadá. No podía tomar el puto avión: jamás me inscribí para el viaje escolar.
Solo podía sentarme a pensar por qué.
¿Se molestó porque le dije que le amaba? No, no tenía sentido. Pero tampoco tenía sentido que simplemente se fuera sin decirme nada.
Y mis miedos se hicieron más grandes.
Quizá la situación era incluso peor de lo que podía imaginar. Quizá se había acobardado de llevar a cabo el estúpido plan. Quizá ya no quería estar conmigo y por eso inventó una excusa barata para salir corriendo.
Quizá realmente me dijo que me amaba porque no sabía qué responder.
—Marc— dijo Charles, con voz severa, como si me hubiese estado llamando por un rato.
Despabilé y le miré asustado. Él entrecerró sus ojos, como si supiera que algo le estaba ocultando, pero rápidamente lo abandonó y su usual sonrisa despreocupada asomó.
—¿Quieres ir a fumar?
—Dios, sí— dije sin pensar, provocando la risa de Charles. Necesitaba sentir mi cuerpo ligero, y obligar a mi cabeza a pensar en otra mierda. Pero.... —Me tengo que ir— sentencié.
—¿Al viaje?
Me quedé en silencio, como si con eso Charles pudiera intuir que en realidad jamás planeé subirme al avión junto al resto de la clase.
—No te preocupes. Conozco el lugar perfecto.
Mierda. Un porro era todo lo que necesitaba en ese momento. Algo que me ayudara a sacar a Ben de mi cabeza; que me obligara a quitar los ojos azules de Ben, arrodillado frente a mí, dispuesto a llevarme en un placentero viaje entre sus labios.
—Yo... Mierda, Charles. No sé qué voy a hacer.
—Tranquilo, tigre. Enrolamos y lo solucionamos.
Me guiñó un ojo, cómplice, como si tuviera las respuestas a los problemas que cruzaban mi cabeza y que en ese momento no tenían solución. Lo miré, extrañado. ¿Acaso Ben le había contado...?
No, no había forma.
Pero Charles era mi mejor alternativa, así que asentí y le seguí fuera de la Academia.
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Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024
Teen FictionSé que has hecho algo estúpido alguna vez. Como enamorarte de quien no debías, o confiar en las personas equivocadas... o irte del país porque te grabaron haciendo un oral. ESPERA ¿QUÉ? "Todo el mundo contra Marcus Holly" es exactamente lo que cree...