Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024

23

Para el almuerzo estaba seguro de que la vida me quería ver feliz. Porque recibí la mejor noticia que pude recibir en ese momento.

Cat y Ben consiguieron convencer a la estúpida junta escolar de aprobar el viaje de estudios a Canadá. Iríamos a ver el Modelo de las Naciones Unidas que se celebraría en dos días, lo cual claramente me importaba un rábano, salvo porque ¡Nos quedaríamos por el resto de la semana fuera del país!

Eso significaba que por cinco días no estaría bajo el control de Rick, y en esos cinco días estaría más cerca de Ben de lo que podía ser posible.

Mientras el grupo celebraba tras que Ben anunciara la noticia, le miré de reojo. Nuestra mirada cómplice me lo dijo todo, y pude entender que ya había trazado un plan para nosotros.

Debía prepararme.

Ben y Cat pasaron el resto del día atrapados en la logística que debía preparar la directiva de la junta escolar, con tal de conseguir el ansiado viaje. Así que decidí saltar la última clase junto a Charles, para distraernos en el baño de prefectos abandonado detrás de la escuela.

Charles parecía un poco más ansioso que de costumbre. No dejaba de dar vueltas, e incluso el porro le había quedado mal enrolado. Estaba seguro de que algo le preocupaba, pero no conseguí que me confiara qué. Mi única pista era que mientras todos celebraron el estúpido viaje, Charles fue el único que preguntó si podía no ir.

—Solo necesito arreglar todo, Marc— dijo tras notar cómo le miraba.

Fumé del porro y asentí en silencio. Me agradaba la amistad que tenía con Charles, y no quería romperla entrometiéndome más allá de lo necesario en sus asuntos. Por lo demás, tenía mis propios preocupaciones con el viaje.

Entonces sonó la puerta del baño, y me quedé congelado en mi posición. Estuve a punto de lanzar el porro por el lavamanos cuando Charles habló.

—Cálmate, Marc. Solo es Ben.

¿Ben? ¿Qué diablos podía hacer él allí?

—Hola— dijo él, entrando serio al baño. Me lanzó una sutil sonrisa cuando me vio, como si esperara encontrarme allí. Le correspondí y volví a fumar del porro mientras me centraba en mi propio mundo.

Claro que quería correr a lanzarme a sus brazos. Pero estaba Charles allí, así que necesitaba aparentar que no se me desbocaba el corazón cada vez que veía a Ben.

—¿Y, tiburón? ¿Lo conseguiste?

Ben asintió en silencio, y Charles suspiró aliviado. Traté de imaginar qué diablos necesitaba Charles de Ben, pero nada vino a mi mente. La intriga me estaba acorralando.

—Pero debes ser muy discreto— continuó Ben. —Nadie se puede enterar...

Y me miró, antes de interrumpirse a sí mismo, como si la siguiente información que fuera a decir no pudiera ser escuchada por mis oídos. No se me ocurría nada que Ben y Charles necesitaran esconderme, pero había aprendido a no preguntar aquello que en realidad no me convenía saber, así que me encaminé unos pasos más allá para darles un poco de privacidad.

—Marc es de confianza—aclaró Charles, deteniéndome antes de que me pudiera ir.

Le correspondí la sonrisa y pronto sentí una mirada de complicidad por parte de Ben.

—Nadie se puede enterar de que te quedarás aquí ¿Lo entiendes? Y si es que tienes problemas, contáctame. Ya sabes cómo.

Charlie asintió en silencio, y con un gesto me pidió el porro.

—Lo prometo, nadie lo sabrá. Gracias, tiburón.

Ben parecía conforme con su respuesta. De su saco le extendió un sobre.

—Aquí está tu coartada. Asegúrate de estar ahí en la hora indicada, para...

—Sí, sí, para las cámaras. Lo entiendo Ben.

Levanté una ceja, extrañado, pero guardé silencio. Por un momento me dejé llevar por la alucinación de la María, y me imaginé que Charles era un espía secreto del FBI. La sola idea sonaba ridícula. Pronto todo quedó quieto. Entre la neblina del humo solo estaban nuestros cuerpos y sus respiraciones. La intriga era palpable. Casi se podían escuchar las dudas que retumbaban por las paredes de mi cabeza, pero nadie dijo nada. Charles tomó sus cosas en silencio, me extendió el porro y acomodó su bolso en su espalda.

—¿Te vas?— pregunté antes de que su cuerpo desapareciera por la puerta.

La respuesta era obvia, pero quería asegurarme de que me quedaría a solas con Ben.

—Debo solucionar unos asuntos— dijo, sonriéndome. Se notaba un poco más tranquilo, pero aún podía percibir la intriga en la habitación.

Quizá porque podía sentir lo que estaba pasando entre Ben y yo.

En cuanto nos quedamos solos, Ben se abalanzó a mí. Se lo agradecí desesperado, cada vez me era más difícil controlarme cuando estaba a su alrededor. Estaba seguro de que pronto sería imposible ocultar cuánto me atraía Ben.

Me sentí acorralado por su cuerpo, cuando sus caderas se pegaron a las mías y me aprisionaron contra el lavabo.

Por sobre el beso acaricié su espalda, y pude darme cuenta de lo agitado que estaba su pecho. Su respiración pendía del mismo hilo que la mía, y para sentirme un poco más vivo necesitaba existir solamente en sus labios. Y al parecer, él también en los míos.

Mierda, estaba muy embobado.

—Tú también debes ser discreto— dijo Ben, tras unos deliciosos segundos de caricias.

Soltó nuestro beso para quitarme el porro de las manos y darle una calada. Finalmente, lo apagó en el lavabo a nuestro lado.

—Lo dice quién se acaba de fumar un porro.

Benjamin sonrió, aceptando mi broma. Aún le quedaba media vida a ese cigarro, pero me daba lo mismo. Todo me daba igual si es que Ben estaba a mi lado, sonriéndome.

Con su mano acarició mi mejilla, y centró su vista en mí.

—Tengo la idea perfecta— dijo sonriendo.

Sus manos abrazaban mi cuello y borraban la distancia entre nosotros. Sentía su hálito por sobre mis labios, y sus ojos abriéndose paso a mi alma, como dos faroles que iluminaban la noche en mi interior. Como si estuviera seguro de que el plan que había trazado para nosotros lo recordaría toda la vida.

Por todo lo que pasó después, yo diría que nunca lo podré olvidar.