22

21 3 17
                                    




I just can't recall what started it all

Or how to begin in the end

I ain't here to break it

Just see how far it will bend


24

Debe ser cierto que el amor lo puede todo, porque desde el beso, cada vez que me miraba al espejo, no podía reconocerme a mí mismo. Pero no de una mala forma. Habían pasado meses desde que me había sentido tan bien al ver mi imagen.

Le sonreí a mi reflejo, y el pudor pronto invadió mis mejillas. Quizá porque no estaba acostumbrado a verme feliz, o porque no podía contener la emoción de lo que iba a pasar. Sentía como si mi corazón fuera a salir disparado por mi pecho, incapaz de contener tanta felicidad en mi interior.

Volví a revisar la nota en mi bolsillo, solo para corroborar que estaba en el lugar correcto: "El baño frente a gimnasia. En veinte minutos".

Trague saliva con dificultad. Se me secó la garganta tras leer la caligrafía de Ben. Me agaché al lavamanos y desesperadamente tomé agua como un intento absurdo de encontrar la calma. De solo imaginar volver a besar los labios de Benjamin, mi cuerpo entero se desorientaba.

Entonces escuché la puerta del baño de hombres cerrarse, y luego la indudable mirada de Ben reclamando mi atención.

«Mierda... ».

Mis entrañas se derritieron ante las ansias de tenerlo conmigo. Sentía como todas las venas de mi cuerpo se concentraban en enviar sangre a mis caderas, abandonado de toda razón que me decía que esto era mala idea.

Levanté lentamente la vista del lavamanos y a través del espejo pude verlo, con una media sonrisa que me ponía de rodillas de solo pensarlo.

Parecía que había tenido una buena carrera para llegar allí a tiempo. Su pecho subía y bajaba tan acelerado como el mío. Y unas pequeñas perlas de sudor adornaban su frente.

Joder. ¿Cómo podía verse siempre tan delicioso?

Me volteé rápidamente y le atrapé con desesperación en mis labios. Nada me importaba más que recibir su calor en ese momento. Benjamin gimió bajo por el beso, y se dejó atrapar entre una de las puertas del baño.

Todo mi estómago estaba hecho un nudo. Mis palmas sudaban como si estuviera en un sauna. Nada en mi cuerpo se sentía bien, como si eso me pudiera ayudar a despertar de ese ensueño. No podía creer que estaba besando a Benjamin, y que él estaba a punto de meter sus manos en mi...

¡BAF! La puerta principal del baño se abrió con un estruendo.

En un latido de corazón, Ben me giró y nos escondió a los dos dentro de un cubículo. Lo miré espantado, mientras él tapaba mi boca con una de sus manos y hacía un gesto de silencio.

No recuerdo haber sentido tanto pánico en mi vida. En mi mente solo atravesaban escenarios horribles, en los que alguien abría por accidente nuestra puerta y no teníamos cómo diablos explicar qué hacíamos juntos. O como si la abrieran, no por accidente. Si no porque sabían. Sabían y solo querían corroborar con sus propios ojos lo que estaba pasando. Sabían y querían ver morbosamente cómo daba besos, tanto como querían saber cómo chupaba pollas. Sabían y traían una cámara en su mano, listos para lanzar otro vídeo humillante a la internet y continuar con la horrible tortura de mi vida.

El sonido del cubículo de al lado me sacó de cuajo de mis pensamientos. Mi corazón se alborotó, asustado cuál pajarillo, hasta que escuché el pipí de quien estaba a nuestro lado, simplemente meando.

Ben me sonrió divertido, tratando de aliviar nuestra tensión. Casi pude leer en sus ojos el mismo pánico que me consumió con terror en los últimos segundos. Nos quedamos en silencio, mirándonos como dos idiotas que se habían salvado de una travesura.

"Eso estuvo cerca" decía su mirada.

"DEMASIADO" respondí, ensanchando mi sonrisa.

"Pero bueno... ¿En qué estábamos?".

No podía creer la conexión que sentíamos juntos. Era como si solo con mirarnos pudiéramos hablar por horas, o días. Como si le hubiera conocido de antes, o de otra vida. Le entendía tanto como él a mí. Tanto como estaba seguro de que nunca nadie jamás lo haría.

Y antes de que pudiera respirar, sentí los labios de Ben atrapar nuevamente los míos. Mi corazón se volvió a saltar un latido, y mi cuerpo se desesperó pronto en el deseo. Quería tener a Benjamin más cerca, conocer más de él, que él conociera más de mí. Quería que supiéramos tanto del otro que pronto seríamos solo uno.

Jamás había sentido esa necesidad de complicidad con nadie. Era mucho más profundo que un revolcón, mucho más complejo que un simple crush. A pesar de que éramos radicalmente distintos, con Ben podíamos ser una bella melodía. Como una maravillosa improvisación de jazz, sabíamos cómo vibrar a distinta sintonía, y aun así formar algo espléndido juntos.

Sin embargo, nuestro sonido no podía opacar por completo el ruidoso eco que atemorizaba mi mente. Tenía dudas. Muchas. No entendía bien qué estaba haciendo, ni hasta cuándo podía sostener esa farsa. Apenas habían pasado dos días desde aquella tarde en el departamento de Ben, y desde entonces habíamos asumido este trato implícito de vernos a escondidas, en cualquier parte donde pudiéramos besarnos a salvo. Era un juego masoquista y adrenalínico. Pensaba todo el día en atraparlo en un rincón y comerlo a besos. Y cuando por fin encontraba el momento y el lugar, mi corazón se desbocaba creyendo que nos podrían encontrar.

Pero honestamente, me importaba un carajo. Estaba besando a Ben, y él me besaba de vuelta. Nada más importaba.

Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora