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La mañana siguiente llegué a clases con un bolso de dudas colgado al hombro. Fingí calma ante el resto del grupo cuando crucé mirada con Ben. No encontré un momento tranquilo a su lado para confirmar si fue él quien llamó a papá, y si de verdad le perdonó la deuda a mamá, antes de que tocaran la campana y tuviéramos que ir a Química. Esa sería la última clase que tendríamos en la Academia antes de irnos a Canadá, todo porque el estúpido vejete no quiso ceder con la evaluación de ese día.

Traté de ser listo y poner algo de atención en mi examen, pero la verdad es que no había manera de mantener la cordura ante el chico de ojos azules.

Me volvía loco. Su aura era suficiente para quitar la razón de mi cabeza, y todo lo que podía pensar estaba cubierto con la imagen de Ben. Mi mente no podía concentrarse en otra cosa, más que en la sensación de sus carnosos labios contra los míos, y lo maravilloso que era besarlo.

—Necesito su completa atención en este paso...— la voz del profesor apenas era un murmullo en mi cabeza.

Benjamin llevó su mano a su boca y mordió su dedo mientras escribía en silencio. En ese punto, me convencí de que lo estaba haciendo a propósito. Que disfrutaba provocarme y verme sufrir de no poder tocarlo ahí, ya. Los dedos en sus labios dibujaron una sensual curva, antes de morder la punta. Acomodé mi pantalón en un movimiento sutil, intentando ocultar mi erección. Ben me miró de reojo y notó mi gesto. Me sonrió, victorioso, con una cara que solo logró encenderme aún más.

Mi estómago hervía de las ansias de saber que solo faltaban unas horas para por fin tenerlo a mi libertad y deseo. Pero no podía juntar dos neuronas ni para contar los segundos que faltaban. En mi cabeza solo tenía una cosa en mente, y no era ningún misterio lo que acechaba mis pensamientos.

Me ruboricé y quité la vista.

—Holly, necesitas comenzar a vaciar el tubo— llamó el profesor con una voz muy severa.

Había llegado a mi lado y yo ni siquiera comencé el estúpido experimento por mirar a Ben.

Mierda...

—S-Sí... Claro.

Respiré profundo e intenté con todas mis fuerzas bajar mi erección antes de acercarme al experimento. Aproveché el mesón de química para esconder mi cadera.

—¿Qué estás esperando?

El profesor me señaló el tubo de ensayo con un líquido negro viscoso que estaba frente a mí. Joder. Estaba muy seguro de que exactamente lo que tenía que hacer apenas lo había dicho, pero todos los últimos minutos estaban nublados en mi cabeza con la imagen de Ben, sonriéndome desde el otro lado de la sala.

Así que miré indeciso el tubo, y solo lo tomé. El tubo de ensayo, se resbaló de mis dedos y de inmediato el líquido en su interior regó la piel en mi muñeca derecha.

El profesor me empujó rápidamente, evitando que el resto del líquido cayera sobre mí, al tiempo que exclamaba espantado.

—¡POR QUÉ NO USASTE LAS PINZAS!

«Porque soy un imbécil, claramente».

La piel no me dolía, pero el líquido había dejado una horrible mancha oscura. Con el estruendo y el escándalo, la calma de la evaluación pronto perdió sentido. Todos los ojos estaban posados en mí.

Para mi suerte, al menos la evidencia de mi emoción también se esfumó en mi pantalón.

—¿Es peligroso?

—¡Hay que llevarlo a enfermería!— exclamó un estudiante.

—¡Vuelvan a sus exámenes!—gritó el maestro intentando controlar el gallinero que se armó en clases.

Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora