20

33 4 37
                                    

And if you don't love me now

You will never love me again

I can still hear you saying

We would never break the chain


Las clases habían terminado y apenas sonó el timbre de salida, recogí mis cosas y volé hasta el automóvil que me estaba esperando afuera, al igual que como lo había hecho el día anterior, y el anterior a ese, desde que Benjamin me había besado la misma noche que anunció su compromiso con Maddie.

Estaba seguro que de no ser por las ridículas reglas de Rick, estaría sumido en el hoyo más profundo de la adicción. Y aunque quizá me veía medianamente compuesto desde afuera, mi cabeza era la fiel representación de un artista de rock a punto de morir de una sobredosis. A duras penas cuerdo. Con los ojos hundidos por las drogas y el llanto. Y los brazos sangrando, con una punzante herida vertical por mis venas... Jamás me había sentido tan humillado, ni siquiera cuando el estúpido viral se hizo público y todo el mundo comenzó a hablar mal de mí. Preferiría mil veces esa humillación que esto. Me estaba matando por dentro.

Tomé la manilla de la puerta de pasajeros y abrí velozmente para entrar. Pero se cerró antes de que pudiera escabullirme dentro. Intenté abrir nuevamente hasta que noté la mano de alguien cerrando la puerta.

La pulsera de arcoíris.

Mi piel, aun en contra de todo lo que había pensado, se erizó. Benjamin seguía robándome el aliento, por mucho que quisiera odiarlo, no podía hacerlo.

Maldito y faldero corazón embobado.

Tragué aire y me quedé petrificado, con la manilla aun entre mis dedos y sin ser capaz de moverme.

—Tenemos que hablar.

—Suelta la puerta.

—No, Marc, tenemos que hablar.

Solté la manilla y cerré los ojos, negando. En mi rostro se dibujó una sonrisa de incredulidad, porque con certeza no podía creer la audacia de ese hombre.

—No tengo absolutamente nada que decir — solté por fin, girándome hacia él y atreviéndome a mirarlo de vuelta por primera vez desde el muelle.

Había hecho el mejor esfuerzo por esquivarle en la Academia, y hace días que no veía su rostro...

Vaya, incluso molesto, parecía...

«¡Concéntrate!».

—Acompáñame, Marc, por favor.

Sus ojos cautivaron mi mirada, y el azul de sus pupilas penetraron todas mis armaduras. Aquellos muros de odio que construí en mi cabeza de pronto se derrumbaron, como si nunca hubieran existido. Quedé ahí, indefenso. Por un momento me sentí bajo la misma bruma de aquella noche en el muelle y todos los sentimientos que había resuelto de él se volvieron confusos. Sentí que Ben había abierto la tapa del alcantarillado que era mi cabeza y, en vez de huir y dejarme morir, estaba dispuesto a sacarme de allí con una sonrisa.

Ya no pude correr. De pronto quería quedarme a su lado para volver a sentir la calidez de su cuerpo, abrazándome necesitado.

Pero sabía que no podía hacerlo, que necesitaba quererme un poco más y correr de él, por lo que por el rabillo de mi ojo le pedí ayuda a Bryan a través del espejo retrovisor. Bryan salió del auto en mi socorro y, con largas zancadas, se acercó a nosotros.

Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora