Desperté con el sonido del monitor a mi lado, y el goteo incesante del suero que alimentaba mis venas. Estaba en una lujosa sala de hospital, completamente solo.
Los analgésicos no fueron suficientes para detener la avalancha de sensaciones que de súbito abrumaron mis sentidos. A medida que volvía a ser consciente de mi piel, el miedo y el dolor me embriagaron. Escuché mi ritmo cardiaco acelerar su pulso a través del monitor, y sin que yo dijera nada, de pronto en el cuarto se materializó un enfermero junto a una doctora. Al paso le seguía Bryan, esta vez con su ropa de trabajo. Fue mi primera pista para entender que había pasado un buen tiempo desde la última vez que tuve conciencia, en el baño de Bryan.
La doctora se apresuró a chequear mis ojos con una molesta linterna, y solo tras asegurarle que estaba bien, me dejó tranquilo. Al parecer, les di un buen susto con mi "infección estomacal". Vomité tanto que terminé secando mi cerebro. Pasé la noche en observación, dormido con analgésicos. La doctora me revisó por unos minutos más, y tras discutir junto al enfermero algunas indicaciones para mantener mi cuidado, finalmente desaparecieron del cuarto. Pronto fuimos solo Bryan, yo, y mi culpa. Tan gigante que amenazaba aplastarme con tal de tener más espacio.
La ventana a un costado de mi cama mostraba que era un nuevo día, con un sol brillante que no tuvo ninguna compasión ante mis cansados ojos. Incluso por sobre los analgésicos, me sentía destruido. Tanto como si hubiera corrido una maratón... o vivido la peor resaca de mi vida.
—Bryan... lo siento.
Bryan se acercó a cerrar las persianas, consciente de cuánto me herían los rayos de luz.
—Me alegro de que estés bien, niño. Me diste un maldito susto de muerte.
—Lo sé, lo siento. Joder...— restregué mis ojos en un intento de ocultarme, porque no podía sostener la mirada a él.
Me sentía idiota. Y la culpa y la humillación me patearon los intestinos como un par de perras. No podía creer lo estúpido que fui, y lo bien que se portó Bryan conmigo, incluso cuando me comporté como un imbécil con él.
—Le dije a tu padre que estabas aquí.
Un suspiro de miedo se alzó por mi garganta, y Bryan levantó su mano, pidiéndome que callara.
—... Le dije que llegaste antes del viaje porque comiste un sushi en mal estado. No estás en problemas. Cálmate.
Y el suspiro se convirtió en alivio.
—... Pero está molesto porque rompiste tu celular... se te cayó en el retrete del aeropuerto, no lo olvides.
Asentí con una media sonrisa. Joder, Bryan era un puto ángel. Le agradecí y él, en respuesta, me estiró el puño, como si fuera mi mejor amigo. Correspondí el gesto con complicidad.
Para ese punto, Bryan había superado con creces la barrera de un amigo. Era el hermano mayor que nunca tuve, y del que tenía tanto que aprender. Quería ser como él, y estar ahí incondicionalmente para Bella cuando lo necesitara. Ser esa persona que te estira la mano cuando tienes la mierda hasta el cuello, y solo quieres renunciar a todo. Tras una noche, Bryan se convirtió en mi lugar seguro, y en mi ejemplo a seguir.
En silencio, se sentó en el sillón a mi lado, y juntó sus manos por sobre sus rodillas. Su mirada se tiñó de paternidad, y entendí que ahora vendría la justa represalia contra mis pésimas decisiones.
—Adelante, dilo— pedí honesto, mientras me acomodaba en la camilla, dispuesto a aceptar su regaño.
En cierta forma lo deseaba, porque quizás así la lección se grabaría con fuego en mi cabeza, y nunca volvería a cometer semejante estupidez.
—Yo también fui joven y sin responsabilidades. No te voy a juzgar...— respondió calmado, manteniendo una mirada severa. — Solo ayúdame a entender ¿Por qué, Marc? Es decir, sé que no te ha tocado fácil... pero tu padre está nadando en dinero. ¿Por qué te metiste a vender drogas?
Por un segundo consideré mentirle, pero no porque quisiera escapar su regaño. Si no porque sabía que sentiría lástima por mí cuando le contara el real motivo. Bryan era quien más conocía mi historia con Ben, y quien estaba en la mejor posición para tratar de comprender mis erráticas decisiones. Así que obligué a mi orgullo a ocultarse en el fondo de mi estómago, y liberé las palabras que rugían para contar la verdad.
—El plan original era irme a un hotel junto a Ben... Pero me abandonó. Todo lo demás fue mi estupidez... ¿Quizá solo quería no sentir? No lo sé, Bryan. Fue muy idiota de mi parte. Lo siento.
Observé de reojo la reacción de Bryan, dispuesto a enfrentar su compasión. Pero en su mirada solo encontré genuina preocupación.
—¿Sabes que le importas a las personas?
Le miré extrañado.
—A mí me importas, Marc. Por favor, no vuelvas a hacer esa mierda. Promételo.
Sonreí de medio lado. Creo que Bryan fue la única persona que aseguró con tanta honestidad que se preocupaba por mí. Y el único que siempre estuvo allí cuando tocaba confirmar esa promesa.
—No te rías— regañó severo. —Promételo, Marcus.
—Lo prometo.
Esas palabras salieron de mi boca con mucho más alivio del que pensé. Sentí que alguien estaba allí para mí cuando me equivocaba, y por primera vez en mucho tiempo, me convencí de que no todos estaban en mi contra. Porque Bryan estaba de mi lado.
Obligué a la emoción esconderse en mi pecho antes de que me abrumara, y para mi suerte, el celular de Bryan nos interrumpió antes de que saltara una lágrima desde mi ojo. Él consultó la pantalla, y esbozó una rápida sonrisa.
—Sophie no ha parado de balbucear por ti.
—Dile hola de mi parte.
Él asintió a mí, y se apresuró a abandonar el cuarto. Pronto fuimos solo yo y mis pensamientos, atrapados en el silencio tortuoso de esas cuatro blancas paredes.
Los analgésicos no me permitían sufrir todas las consecuencias de mis malas decisiones; sin embargo, mi conciencia se aseguraba de que no olvidaría la lección, repitiéndome una y otra vez lo mal que pudo salir todo de no ser por Bryan.
Me convencí de que así se debía sentir estar en el purgatorio.
ESTÁS LEYENDO
Todo el mundo contra Marcus Holly #PGP2024
Teen FictionSé que has hecho algo estúpido alguna vez. Como enamorarte de quien no debías, o confiar en las personas equivocadas... o irte del país porque te grabaron haciendo un oral. ESPERA ¿QUÉ? "Todo el mundo contra Marcus Holly" es exactamente lo que cree...