Capítulo 33

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-Cuando el tiempo se acaba solo nos quedan los momentos vividos. Cuando el tiempo se acabe solo quedaremos tú y yo. Que era mirarte a los ojos y entender que me volvía loco la forma en la que me desafíabas con la mirada. Las ganas de decirte "desafíame" una y otra vez. Que nunca estuvimos a la altura de la relación porque íbamos navegando por las aguas del edén directos a las mismísimas cataratas del infierno. Que los kilómetros nos separaban, pero nada ni nadie pudo pararnos. Me tiraba los días pensándote, buscando respuestas a lo que estaba sintiendo y no era capaz de llegar a algún puerto y encontrar el oasis que me salvara. Nos pasábamos mil noches eternas mirando a las estrellas buscando comprender todo aquello que nunca fuimos y que todo aquello que nos faltó ser. Que tú madre nos puso una cuenta atrás y nos dio completamente igual porque tú y yo sabíamos que de esos 365 días para recordar solo nos bastaban dos.

Su aliento en mi cuello y aquellas palabras que me quitaron el sentido. Ascendí el cielo en cuanto sus dedos comenzaron a trazar un surco de caricias sobre mi espalda. Sus labios acariciaron mi cuello y el dulzor de las palabras me dejó una vez más prendada del canario que tenía al lado.

-Estás muy romántico últimamente-me di la vuelta en la cama para quedar frente a frente-. Pero me gusta.

Me acerqué lentamente y le di un beso corto en los labios. Llevábamos veinticuatro horas juntos y no nos separamos ni un solo segundo. Nos necesitábamos, aprovechamos el tiempo juntos sabiendo que pronto nos tendríamos que separar hasta a saber cuando. Fue muy idílico todo, no discutimos ni una sola vez, nos dedicamos a hablar y a besarnos, fue como si la cuenta que teníamos pendiente las estuviéramos saldando. Fue mágico pensar que lo que tanto estuvimos buscando lo acabábamos de encontrar. Quizás fue tarde, pero como se suele decir "nunca es demasiado tarde". Y si algo teníamos claro es que ambos lucharíamos por lo que un día sentimos. Ya no éramos los mismos, no quedaba nada de aquellos dos adolescentes que se conocieron un día de fiesta, se suponía que habíamos madurado y con las experiencias que nos tocó vivir a lo largo de nuestras vidas todo cambió. Quizás no nos dimos cuenta de que ya nada era igual y ese fue nuestro error, esperar a que la vida siguiera su curso sin saber como encauzarla.

-¿Te apetece que nos vayamos el viernes a Santorini?-Le pregunté mientras le acariciaba la carita.

-¿A Santorini? Y, ¿tú agenda?-preguntó preocupado.

Me di cuenta que el canario se preocupaba muchísimo por mí, sobre todo de mis compromisos profesionales. En todo momento quise hacerle ver que él estaba por delante de todo y de todos y que mi único propósito era salvar lo nuestro.

-Como que de repente me está dando fiebre-dije llevándome la mano a la frente lo que provocó que el futbolista se echara a reír.

-No creo que sea lo más conveniente-aquellas palabras no las sintió y lo supe por la forma en la que me miró.

Él por el golpe era baja para el próximo partido, jugaban fuera de Barcelona lo que le permitía darse el capricho de venirse conmigo sin ningún problema.

-Lo necesito, te necesito-susurré muy cerca de su boca, tan cerca que nuestros labios se rozaron fugazmente-. Por favor.

-¿Mañana?-preguntó y yo asentí.

-Nos vamos en mi avión privado, nadie se tiene porqué enterar-pasé mi mano por su pelo y él sonrió.

-¿El hotel?-lo noté agobiado, de repente alteré sus planes y no solía sentirse muy cómodo al respecto.

-Tranquilo, ya lo tengo reservado. Vas a flipar-le di un beso corto en los labios.

-Demasiado confianza tienes en mí-se burló-. Siempre me has tenido a tu merced.

365 días para recordar ▪︎ PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora