Capítulo 5

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**Los actos que aparecen en este capítulo son meramente ficticios, ya lo advertí en el primer capítulo. Lo único real en esta historia es la vida profesional de Pedri. Así que por favor quien vaya a comentar "es que Pedri nunca ganara tal..." que se lo ahorre. Vamos a separar la realidad de la ficción por favor. Al igual que la historia no transcurre en nuestro presente, sino unos cuantos años más adelante por eso veréis que Pedri es mucho más mayor en esta historia**

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-¡Ya va, ya va!-grité mientras bajaba las escaleras debido a que mi cuerpo estaba todavía en proceso de despejarse.

No fui consciente de todo lo que dormí aquella tarde hasta que me despertó el sonido del timbre. Quien fuera que estuviera fuera de casa tenía mucho ímpetu en que le abriera la puerta. Descalza, con frío en las piernas bajé las escaleras maldiciendo a la humanidad. Eran poco más de las cuatro y media de la tarde y yo me acosté aproximadamente a las diez. Sí, me acosté a esa hora porque me tiré toda la noche en vela viendo The Crown y me enganché tanto que me tuve que quedar toda la noche viendo un capítulo tras otro.

Mis días se basaban en eso, en dormir cuando el canario no estaba en casa y hacer vida normal cuando sí. Insistí en trabajar o en hacer algo productivo con mi vida y al final acabábamos descartando todas las opciones, exceptuando una. Volver a retomar mis estudios universitarios, todavía faltaba poco menos de un año, pero estaba decidida a acabar la carrera. Solo me quedaba un año, pero a veces me daba por pensar que era inútil, no recordaba nada y me llegué a replantear comenzar de cero.

Me acerqué a la puerta y suspiré. El sonido del timbre cesó en cuanto comencé a gritar como una energúmena. ¿Dónde se suponía que estaba Fernando cuando se le necesitaba? Abrí la puerta frotándome los ojos, desganada y con una cara que asustaba. Pelo revuelto, ojeras y un humor de perros. Un matrimonio me esperaba al otro lado de la puerta, pero no era un matrimonio cualquiera, no, eran los padres de Pedri. Abrí la boca sorprendida, sabía que vendrían, pero como de costumbre me acabé olvidando.

-¡Casilda!-exclamó ella emocionada.

Me dejé abrazar por Rosy, noté como al estrecharme entre sus brazos no pudo evitar las lágrimas. Mi niño siempre me dijo que su madre me quería como a una hija más y que en el último año de relación, mi relación con ella mejoró hasta el punto de quererme y tratarme como una hija.

-Hola-saludé tímidamente-, perdonadme.

-No te tienes que disculpar, es una bendición tenerte aquí entre nosotros-Fernando padre me abrazó y sentí que los padres del canario me querían de verdad al igual que lo hacía su hijo.

-Pasad, por favor. Estoy sola, Pedri llegará a las cinco y Fernando no sé donde está-me retiré las lágrimas de la cara y les invité a pasar.

-¿Todavía estás así? En una hora y media cogemos el avión hasta París-la madre de Pedri me acarició el pelo y yo me agobié.

-No te voy a mentir, estaba durmiendo-confesé avergonzada.

Ambos rieron y me tranquilizaron. Me disculpé nuevamente y subí a la planta de arriba para ducharme y al menos estar presentable para cuando viniesen los peluqueros. Me metí en el baño y encendí unas cuantas velas, aunque fuese una ducha rápida, me gustaba hacerlo en calma. Apagué la luz y bajo la llama de las velas procedí a ducharme. Abrí el grifo para que el agua corriera hasta calentarse y no perder más tiempo. Me puse una de mis playlist, el canario me dejaba el móvil. Me atrevería a decir que nos convertimos los dos en unos reacios a las nuevas tecnologías. La música comenzó a sonar y me fui desvistiendo. Entré en la ducha y el agua caliente corrió por mi cuerpo relajándome por completo. Aquella ducha me sentó de maravilla, fue rápida, pero muy saciante.

365 días para recordar ▪︎ PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora