Sonó la alarma del móvil y estiré el brazo para apagarla antes de que Pedri se despertara. Me senté sobre el borde de la cama y suspiré. Las cinco y media de la mañana y yo tenía que viajar a Londres y volver en el mismo día. Con suerte Pedri se despertaría antes de que yo me fuera y él así podía marcharse a Barcelona. Los meses pasaban y nosotros seguíamos juntos, cuidándonos y viendo que lo nuestro iba cogiendo forma.
Me levanté de la cama y me puse la camiseta antes de meterme en el baño. Bostecé un par de veces y suspiré. Estaba tan cansada que ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. Me lavé la cara intentando despejarme o al menos mantener los ojos abiertos más de diez segundos. En las últimas semanas me costaba más de lo normal despertarme, fue como si las sábanas se pegaran a mí y todo era culpa de él. Con Pedri me costaba más, dormía mejor, eso sí, pero cuando se trataba de despertarme todo se volvía un hándicap. Prefería quedarme metida en la cama con él, mientras lo abrazaba y sus dedos acariciaban la piel desnuda de mi espalda.
Bajé los escalones sin hacer ruido, no quise despertar a Petra aunque sabía que ella ya estaba despierta. Siempre le hice ver que no hacía falta que se levantara pronto cuando yo tenía que marcharme de casa de madrugada, pero ella nunca me hizo caso. En ocasiones me sentía inútil porque por mucho que yo intentara hacer las cosas por mí misma siempre tenía a gente a mi alrededor. Hasta tenía un matón que me acompañaba a todos lados y si el momento lo requería, eran dos los que venían conmigo. Al principio fue raro, pero luego te acabas acostumbrando.
-Buenos días-mi voz sonó ronca, Petra se giró y me sonrió.
-Buenos días cariño-su sonrisa me iluminó la mañana.
La energía que desprendía a cada hora del día era digna de admirar. Yo cuando me levantaba me sentía fatal, apenas tenía fuerzas. Pero ella siempre estaba feliz, dispuesta a hacerme la mañana y el resto del día más llevadero. Supongo que son formas distintas de ver la vida, ella estaba conforme con la suya, yo sin embargo quería cambiarlo todo de la mía.
-Te he preparado tortitas de avena y plátano. Te llenarán hasta que llegues a Londres.
-Gracias-sonreí.
Me senté en uno de los taburetes y mientras ella terminaba de prepararme el desayuno me dispuse a comprobar mi móvil. Tenía un par de mensajes de mi madre sin importancia, no llevaba bien que volviese al ático del centro. No me incomodaba vivir con ella, es más, todo lo contrario, por primera vez en aquel palacio me sentí como en casa. Desde la muerte de mi abuela y el aborto me quedé con ella una temporada, hasta que necesité algo de intimidad, Pedri viajaba con frecuencia y no me gustaba que mi madre nos estuviera controlando todo el tiempo. Para mediados de mayo me marché de nuevo al piso del centro y para ser sincera, por mucho que echara de menos a mí madre, en la soledad de mi hogar estaba muchísimo más tranquila.
-¿Tienes ganas?-me preguntó sirviéndome la bandeja.
Pude ver unas cuatro tortitas, fresas, medio plátano y piña, un zumo de naranja y un poco de leche con cacao. Aquel desayuno solía preparármelo cuando estaba encerrada en el palacio, se volvió mi favorito, dentro de las restricciones alimentarias que me impuso mi madre. Sonreí al recordar aquella época tan mala y que a la vez me sirvió para darme cuenta de que toda mi vida no tenía sentido.
-¿Te digo la verdad?-levanté la mirada y ella colocó los brazos en jarra.
-Si no es mucho pedir-Petra me conocía mejor que nadie, aquella mujer llevaba conmigo toda la vida y era imposible colarle las mentiras.
Puede que se hiciera la loca, pero desde el primer momento lo sabía todo. Y aunque no me gustara, cuando lo requería le iba con el cuento a mi madre. Desde entonces dejé de contarle mi vida, no quise arriesgarme porque sí, es mi madre, pero siempre fui partidaria de que no hay que contarlo precisamente todo. Y que mis secretos acabaran saliendo a la luz fue lo último que quise.
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365 días para recordar ▪︎ PEDRI GONZÁLEZ
FanficUn contrato sin validez, pero para la familia es primordial. 365 días para volver a enamorarse, de lo contrario deberá renunciar al que un día fue el amor de su vida. Una coronación en juego, un futuro prometedor y algo indispensable, la memoria, e...