CAPÍTULO 7 - 365 días con una princesa

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48 horas antes de que salieran en todos los medios de comunicación

Dejarme llevar, dejar fluir cada emoción, cada sentimiento, cada impulso, en definitiva, actuar sin pensar en las consecuencias que podrían acarrear mis actos. Sentir esa adrenalina ascender y recorrer cada centímetro de mi cuerpo, experimentar sensaciones nuevas mientras mi mente volaba alto, muy alto, lejos de cualquier realidad. Sentir su tacto sobre mi piel, sus labios recorrer cada recodo de mi cuerpo, sus ojos mirándome aprendiéndose la geografía de mi ser. Esa sensación de plenitud en un momento de vacío, esa sensación de querer perderlo todo sabiendo que a la larga vas a salir ganando. El mejor de los impulsos terminó con nosotros.

El mejor polvo de mi vida, el mejor de todos y probablemente irrepetible e incomparable por lo que supuso para los dos. Tercera vez que nos veíamos en persona, todo acabó estallando por los aires, en aquella habitación de hotel nos convertimos en uno. Fue raro, muy raro, nunca antes me había acostado con un tío en aquellas condiciones. Sólo nos habíamos visto tres veces, dos de ellas podríamos catalogarlas como "citas" y a pesar de todo yo sentía que quería adentrarme en su mundo y conocerlo muchísimo más en profundidad. Porqué sí, aquella noche Pedri y yo nos acabamos acostando tras una tarde llena de comentarios y provocaciones que indudablemente fueron la clara evidencia de que tarde o temprano íbamos a terminar envueltos en las sábanas de aquella cama.

— Ha sido increíble —jadeé recuperando la respiración mientras me retiraba el pelo de la cara.

— Me parece tan surrealista todo esto —el canario agitó los brazos en el aire. Yo sonreí porque comprendí al instante como se sentía.

Si para mí fue raro, para él lo fue más. Fue tan extraño que creo que ninguno fue consciente de lo que acababa de pasar. Lejos de nuestra realidad teníamos que enfrentarnos al mundo real y teníamos demasiadas cosas encima como para pasar desapercibidos. Fuimos noticia, claro que lo fuimos, pero realmente a mí me dio igual, a él no tanto. Siempre le rayó el tema de verse en la televisión, le daba igual lo que dijeran de él, pero al final de alguna forma afectaba a su vida profesional y yo lo último que quise fue que su proyección futbolística se viera interrumpida por mí. Fueron muchos días en los que mi mente no paró de pensar y aunque no llegué a una conclusión clara, sí supe ver que si seguíamos hablando todos los días íbamos a acabar sintiendo algo muy fuerte el uno por el otro, si no lo estábamos sintiendo ya.

Con Pedri me pasó que sin verlo venir se convirtió en la pieza clave que le comenzó a dar sentido a mi vida. Estuve tantos años perdida, estuve tantos años buscando la felicidad en la persona incorrecta, tantos años esperando encontrar a alguien afín a mí que estuve perdiendo el tiempo empeñándome en buscar y buscar. Me di cuenta de que cuando algo es para ti llega de forma imprevista, surge de repente y encuentras el equilibrio en la persona que menos creías. Y con él me pasó, tuvo que mirarme en aquella fiesta para que yo centrara mi atención en él y desde ese primer segundo sentí algo en mí, algo que cambió cualquier perspectiva que tuviera y me hizo querer descubrir mucho más allá de él, sin importarme lo más mínimo nada, ni mi familia, ni la prensa, ni cualquier otra persona que estuviera cerca de mi círculo más cercano.

— Mi hermano cuando se entere me mata —comentó en cuanto me abracé a su pecho.

Sus dedos acariciaron la piel desnuda de mi espalda proporcionándome esa calma que solo él consiguió sacar a la luz.

— Puedo llegar a entenderlo —comenté —. Al final quiere lo mejor para ti y quizás yo no sea la mejor opción.

— Cómo estabilidad quizás no, pero si te soy sincero ahora mismo eres la prioridad número uno en mi vida —inconscientemente sonreí.

365 días para recordar ▪︎ PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora