ARIADNA
Me detengo ante la casa, Astrid ya está allí cuando llego.
-¿Preparada para otra pequeña lección?- Asiento.-Bien, sígueme.- Dice adentrándose en el bosque.- Voy a enseñarte algún punto básico de cada magia tal y como se hace con los niños. No soy una maga así que no soy la mejor profesora posible para tí, pero lo intentaremos.
Se detiene cerca de unos árboles y se agacha, agarra unas semillas caídas.
-Magia natural, vamos a hacer crecer un árbol de aquí- Dice pasándome una de las semillas - ¿Quieres que intente explicártelo o vas a intentar descubrirlo tú primero?-
-Yo puedo- Afirmo sacando la varita. Apunto a la semilla y me imagino un árbol. De algún modo intento dirigir mi energía hacia la varita, pero no sé cómo hacerlo.
-Prueba a cerrar los ojos, a los niños les ayuda.-
-No soy una niña- Respondo enfadada.
-Bien, entonces sigue intentándolo. En realidad no hay un método exacto para la magia, algunos magos necesitan cerrar los ojos, otros evocar recuerdos, algunos se imagina a la magia moviéndose, algunos hacen figuras con su varita, otros simplemente lo consiguen apuntando su varita. No te desanimes si no encuentras tú método fácilmente.-
-Si, si, lo que tú digas, pero yo voy a hacer crecer ese árbol ahora.- Inspiro, me imagino a mi magia dirigiéndose a mi mano, me la imagino llegando a la varita y muevo está para dirigirla. Una bola de humo verde sale de ella y hace crecer un pequeño arbolito.
-Es increíble, controlas la magia muy bien para ser nueva en esto. Serás una gran maga algún día.-
Continuamos practicando magia natural un rato más antes de volver.
Arthur y Lars están sentados en la pequeña sala de la casa cuando entramos.
-¡Vaya cambio de look! ¿Quién se casa?- Digo riendo al ver a mi hermano tan arreglado.
-¿Tú ta has visto?- Se burla él - ¿Va enserio un corset antipuñaladas?
-¿Vamos hacia una guerra, no?- Dice Astrid a la defensiva.
-Tienes razón, lo siento.- Se disculpa Arthur aunque está claro que sólo lo hace por convivir.
-¿Cómo os ha ido?- Interroga Lars.
-¡Ya tengo varita! Y armas. Y he hecho magia natural. Además de invocar a mis lobos.- Exclamo feliz.
-Wow, veo que ha sido una tarde productiva- Responde.
-¿Puedo ver la varita?- Pregunta mi hermano.
Se la tiendo y él la admira detenidamente.
Astrid sirve algo de comer y nuestra conversación acaba.
-Mañana al alba partimos- Dice Astrid.-No lleguéis tarde, los dragones no esperan.
-Dragones no por favor -Se queja Arthur.
-Pocas personas saben cómo entrenar un dragón para viajar, yo soy una de ellas. Así que olvídate de cualquier viaje traumático que hayas podido tener, este será tranquilo.- Afirma Astrid con gran confianza.
-Bien-
Cuando despierto a la mañana siguiente descubro que soy la última. Corro a arreglarme y como un par de galletas, que Astrid me ofrece, de camino al bosque. No se ha donde nos dirigimos pero supongo que a conseguir un dragón. Lo cual me emociona y aterra a partes iguales.
Llegamos a un gran claro en el bosque, una preciosa explanada cubierta por flores rodeada en su totalidad por grandes árboles.
Astrid se sitúa en el centro y comienza a recitar en latín, humo morado comienza a rodearla. A pesar de que no tengo ni idea de latín consigo entender la palabra dragón.
Se escucha un rugido desde el cielo y una gran figura comienza a descender desde gran altura.
Astrid retrocede unos metros, y abre sus brazos.
La criatura aterriza apenas unos metros delante de Astrid, su cabeza rozando los brazos de ella. A pesar de la proximidad del animal Astrid no se inmuta con su presencia, y mantiene su expresión calmada.
El dragón, medirá alrededor de catorce metros, su tamaño similar al de un autobús. Sus escamas forman un degradado, de violeta a verde. Sus alas se extienden ocupando casi la misma distancia que su cuerpo.
-Os presentó a Eolve- Dice Astrid -Es un dragón de raza Caleonesca.
-¿¡Este es Eolve!?- Grita Lars sorprendido. El dragón emite un sonido al escuchar su nombre, al parecer son criaturas listas.
-Ha crecido un poquito desde la última vez pero sí. Esta es la pequeña bendición de Eolo, el dragón que solo sabía planear.- Dice con voz infantil mientras mima al dragón. -El pequeñito Eolve, ya es un señor dragón.
-Es...es simplemente increíble.- Dice Lars acercándose, nunca creí que fuera a lograrlo tan lejos, a volar así.
-Le ha costado, pero es un guerrero. Y tiene una buena profesora. -Dice riendo
-Es la criatura más hermosa que he visto en mi vida- Dice Arthur. -Es simplemente asombroso el hecho de poder ver un dragón Caleonesco, más aún el hecho de que confíe en humanos.
-En realidad no confía en humanos, solo en sus padres. O bueno en los que él considera sus padres. Lars y yo lo rescatamos cuando era un bebé, su ala se había roto cuando su madre lo enseñaba a volar y esta lo abandonó como una causa perdida.- A Astrid parece afectarle mucho la historia.
-Pobrecito, una suerte que lo rescatárais. Nunca creí que fuera a ver un dragón, son preciosos.- Digo saliendo de mi shock inicial.
-Lo son- Afirma Astrid.- Ariadna, acércate por favor, él debe conoceros.
Me acerco temblorosa, no puedo evitar tener miedo a Eolve a pesar de que parezca amistoso.
Cuando llego a su lado, Astrid coge mi mano y la acerca a la cabeza del dragón mientras me presenta.
Eolve no intenta atacarme si no que simplemente se queda quieto.
Sus escamas son suaves, como las piedras de río. A pesar de lo que pueda parecer no está frío, deduzco que porque volaba a tal altura que el Sol lo calienta.
Muevo un poco mi mano, acariciándolo, y él suelta una especie de ronroneo grave.
-Muy bien. Ahora tú, Arthur.- Dice Astrid.
Mi hermano se acerca vacilante sin embargo el dragón parece encantado con su presencia, ni siquiera espera a que él estire su mano si no que acerca su cabeza directamente a ella.
-Vaya, eso es nuevo. Al parecer le caes muy bien.- Afirma Lars.
-Es como si ya te conociera- Secunda Astrid.
Mi hermano se encoge de hombros sin comprender la situación.Nos acomodamos sobre el lomo del dragón, y Astrid lanza una especie de hechizo para poder controlarlo.
Eolve se echa a correr y salva la altura de los árboles con un solo aleteo. Subimos muy rápido hasta llegar a un punto donde respirar se vuelve difícil, Astrid obliga al dragón a descender un poco antes de estabilizarse.
Desde esta altura puedo ver prácticamente todo Hecatión, no es muy grande, supongo que tendrá un tamaño similar a los microestados europeos.
Puedo distinguir las tierras verdes de Saaliro Trosac, las coloridas casa de Darif Kahol, el gran desierto de Shattspra, los impresionantes edificios de Langelosmile y al fondo sobre un gran acantilado partido por una cascada lo que supongo es Tolessirante.
Intento no pensar en el hecho de que en un par de horas conoceré a mi padre, e intento centrarme en el paisaje.
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Corona de magos
FantasyAriadna odia tener que pasar las vacaciones en Salem. Pero este año parece que las cosas no van a ser tan aburridas. Después de un misterioso encuentro su hermano comienza a actuar raro. Esto la lleva a descubrir numerosos misterios sobre su familia.