Capítulo 1: Motivos para odiar las vacaciones

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ARIADNA
Era la quinta vez que leía la misma página del libro, incapaz de concentrarme por culpa del ruido.

 
Cierro el libro enfadada me dirijo a la habitación de mi hermano:

-¿Se puede saber por qué ahora no te conformas con tocar la guitarra si no que también cantas?-
Le pregunto medio en broma pues sorprendentemente sonaba bien.

-Lo siento - Algo está mal, algo está fatal mi hermano nunca se disculparía ante mí.

-¿Estás bien?¿Ha pasado algo?- Pregunto algo preocupada.

-Sólo un mal día, nada de lo que debas preocuparte-No lo creo pero decido darle su espacio.

-Entonces, ¿tú escribiste la canción?-

-Si es que se le puede llamar así-

Pasamos toda la tarde del primer día de vacaciones hablando, haciendo y escuchando música.

Más tarde Artur hizo la cena y yo coloque la mesa en lo que esperábamos a nuestra madre.

-Artur, Ariadna, ya estoy en casa- Escucho gritar a mi madre y corro a la puerta como llevo haciendo desde que puedo recordar.

Mientras cenamos mamá suelta la bomba:

-Chicos, debemos volver a Salem este verano-


Hace años cuando yo era un bebé solíamos vivir allí, eventualmente nos mudamos a una ciudad más grande.

 
Regresar allí sólo supone una cosa: aburrimiento; nuestra casa está aislada, no hay buses y no conozco a nadie, lo que supone un verano a solas con mi hermano.

-¿Por qué?- Digo intentando ocultar mi enfado (Spoiler: no lo consigo)

-Sinceramente: dinero, he acabado mi contrato y no me harán renovación hasta septiembre, Salem es un sitio turístico, y habrá muchos empleos de verano, además allí no tenemos que pagar alquiler

-Si es lo que tú consideras mejor, por mí bien -Dice mí hermano, es curioso pero Artur respeta a mamá más que al resto del mundo junto, y no pone en duda ninguna de sus decisiones.

-Está bien- Termino aceptando

Apenas llevamos medio día en Salem cuando la idea de sufrir el mismo destino que las brujas comienza a sonar  bien

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Apenas llevamos medio día en Salem cuando la idea de sufrir el mismo destino que las brujas comienza a sonar  bien.

No, en serio este sitio es comparable al infierno, bueno no, el infierno suena bien, este sitio es peor que ir a clases.

Ahora siento que exagero un poco pero más o menos así se siente estar en una casa que prácticamente se cae a pedazos, sin cobertura, sin gente y únicamente con un libro para todo el verano.

Leo casi la mitad de el libro en las primeras horas allí, pero como aún nos quedan muchos días aquí y mamá no puede comprarme más libros me contengo. Intento escribir algo pero la inspiración parece haberse quedado en casa.


Para mi suerte Arthur entra a la habitación dispuesto a sacarme de mi aburrimiento.

-Voy a dar una vuelta, ¿vienes?-

-Una vuelta, ¿por dónde?- A pesar de mis ganas de aceptar me contengo, por miedo a que decida ir a un bar o algo así.

-Sólo lo voy a ofrecer una vez, vienes a dar una vuelta ¿Sí o no?

Asiento rápidamente, no puedo perderme la oportunidad de salir de aquí.

Caminamos hacia el pueblo, todo está repleto de referencias a las brujas. Pasamos por delante de uno cuántos monumentos, pero a penas nos detenemos.

-¿Te apetece algo?- Pregunta mi hermano señalado una pequeña tienda.

-No creo que podamos darnos caprichos estos días -Digo con voz triste, el saca un par de monedas y un pequeño billete de su bolsillo.

-Siempre tendré suficiente para un capricho de hermana  pequeña- Sonrió y lo abrazo, a veces no lo soporto pero es el mejor hermano que podría pedir.

Salimos a los cinco minutos con un par de bolsas de gominolas y chocolates.

De camino a casa, decidimos tomar el paseo junto al río,  aunque pronto llegamos al final del camino y seguimos caminando siempre cerca del curso del agua.

Corona de magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora