Capítulo 27: Dagas

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ARIADNA

Astrid decide que mi entrenamiento debe empezar urgentemente, así que ambas nos dirigimos hacía la ciudad (no sé el motivo).

-Lo primero que debemos hacer es conseguirte un medio para utilizar tu magia.- Explica ella en cuanto llegamos a la ciudad. -Tu magia es muy poderosa, así que no sé hasta qué punto las varitas serán viables, pero lo intentaremos.

Nos dirigimos al centro de la ciudad hasta llegar a una plaza en la que parece haber un mercado. Astrid va directa a un pequeño puesto, cuando la alcanzo observo que solo vende varitas.

-Buenos días, John. Me gustaría comprar una varita para mi amiga, una un poco característica. ¿Crées que podrías ayudarnos?-

-Encantado de volver a verte, Astrid. Puedo intentarlo, dime qué buscas.-

-Tiene que ser mediana, mango de plata y contener pelo de lobo. De preferencia que sea madera de castaño o roble.-

-Una varita muy fuerte, ¿estás segura de necesitar tanto? Algo así ha de ser personalizado y por lo tanto más caro.-

-Sí, estoy segura, pero tengo bastante prisa. Tenla lista antes del anochecer y podrás tomarte unos días libres a mi costa.-

John se pone a trabajar inmediatamente y Astrid me arrastra hacia otro puesto.

-Perfecto ahora necesitamos armas. Aunque la espada parece tener una atracción hacia tí, no es una buena arma para alguien como tú. Necesitamos algo más pequeño, debemos aprovechar que tú inteligencia supera a tu fuerza.- Explica mientras caminamos. Nos detenemos delante de otro puesto- ¡Lo tengo! ¡Dagas! Las dagas serán perfectas para tí.

Señala una sección del puesto, mientras esperamos a que su dueño termine con el cliente anterior.

-¿Sientes conexión con alguna?- Me pregunta.

-Ahora que lo dices, sí. Aquellas de allí.-Digo mientras señalo unas dagas con hojas de damasco negro y plateado y mango de cuero negro rematadas con una turquesa en el pomo.

-Buena elección, unas de las dagas más poderosas y hermosas de mi puesto. Sin duda como su futura portadora. -Interrumpe el dueño del local.

-¿Nos deja verlas?, por favor. -Pide Astrid.
Y el señor nos tiende una a cada una.
Nada más tocar la daga una onda de energía me recorre.
La muevo en mi mano, imito una puñalada y decido que si tengo que usar un arma es esta. Su peso se siente bien en mi mano.

Miro a Astrid que observa hasta el más mínimo detalle de la daga.

-¿Te gustan?- Me pregunta, Astrid, asiento.- Nos las llevamos- le dice al dueño.

-Bien, serán dos plumas de fénix o bien cien escamas de dragón.- Astrid le extiende un bote de escamas de dragón.

-Muchas gracias, señoritas.- Dice mientras coloca las dagas en unas sencillas vainas. Se las tiende a Astrid, que las amarra en la cintura de su pantalón, al lado de su espada.

-Y por último ropa - Me dice ella mientras nos alejamos.

-Ugh odio comprar ropa.-

-Pues yo no, y la necesitas así que no tienes opción.-

Corona de magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora