ARTHUR
Llegamos tarde a la comida, a nadie parece importarle. Ariadna no está allí y eso me hace sentir como el peor hermano, necesito hablar con ella, aclarar las cosas, marcar unos límites.
-¿Qué le has hecho?- Pregunta Astrid, a pesar de la calma con la que habla percibo su enfado.
-Le he dicho la verdad, y a veces duele, creo que todos lo sabemos.-
-¿Y cuál a sido esa verdad?- Dice siguiéndome el juego.
-Que le oculto cosas para proteger tanto a ella como mi intimidad.-
-Es gracioso- Interrumpe el rey -Creía que odiabas las mentiras, sobretodo cuando la verdad, desde tu punto de vista, te beneficiaría.
-Es gracioso que sigas creyendo que soy tan parecido a ti. Si no le conté esas cosas es porque quería darle la oportunidad de equivocarse y aprender de esos errores. Si la conocieras aunque solo fuese una milésima parte de lo que yo lo hago sabrías que nunca la puedes obligar o dejar de obligar a hacer algo. Así que si ella quiere relacionarse contigo yo no soy quien de impedírselo, pero ten bien en cuenta que lo hago por y solo por ella.-
-Dejate del sermón de hermano protector hace dos días no te importó una mierda que ella se quedara aquí mientras tú te ibas con ese por ahí a hacer Hécate sabe que-
-Vuelve a llamarle así y te rompo la cara. Y no la dejé sola, Astrid estaba aquí y aunque apenas la conozco se que no dejaría que le hicieras daño. Y no hablemos ya de los lobos, esas bestias sobre protectoras. ¿Cuántas veces te gruñeron? Seguro que no se fían nada de tí.-
-Son solo estúpidos chuchos, es casi ofensivo que mi hija tenga un destinado tan básico-
-Por lo menos los suyos están vivos- Me río, sabiendo el daño que esa frase le ha hecho.
-Debería matarte solo por decir eso- Gruñe el rey, aunque suena más animal que humano.
-Me gustaría verte intentarlo- Lo desafío sin apartar la mirada.
Él se levanta, lo dejo acercarse, tomando el papel de presa indefensa a modo de burla. Está apenas unos centímetros detrás mía cuando me levanto, rápidamente doy un codazo que golpea su cuello. Escucho como se le corta la respiración por unos segundos y comienza a toser.
-Cuando quieras empezamos.- Reto crujiéndome los nudillos para parecer más amenazante.
-Arthur- Interrumpe Lars, su voz prácticamente una súplica. Suspiro cansado, miro al rey que todavía tose.
-No será hoy- Digo a modo de despedida.
-Ya se ve quien manda, haz caso a tu noviecito y vete, te irá mejor- Se burla él, y estoy apunto de golpearlo cuando Lars se me adelanta dándole un puñetazo en la cara.
-Esas no son formas de hablar de mi, pero espero que con un poco de disciplina aprendas el respeto con el que te tienes que dirigir a mi.-Más tarde tanto Lars y yo salimos a dar un paseo, aunque terminamos acompañados de media docena de niños.
-¿Podemos ir al claro? Porfa, porfa, porfa.- Comienzan a gritar nada más vernos. Lars me mira, en busca de aprobación, asiento. Ni siquiera sé lo que esperaba de este paseo pero sé que será bastante más entretenido con estes locos como acompañantes.
-Bien, podemos ir al claro- Acepta Lars y los niños gritan felices.
-¡Gracias, Maestro Lars!- Gritan todos al unísono.
-Deberíais dar las gracias a Arthur también.-
-¡Gracias, Arthur!- Añaden los niños rápidamente.
-¿Por qué te siguen llamando maestro? Viendo cómo te preocupas por ellos creo que eres más que un simple maestro.- Le pregunto a Lars mientras caminamos.
-No sé si lo hacen por costumbre o por broma, pero es útil cuando estamos delante del rey o de los lords, así creen que no me importan lo más mínimo- Explica parándose a levantarse a Sibyl que estira sus manitas hacia los brazos de Lars.
-¿Cuánto tiempo hace?- Pregunto y Lars parece no entender -¿Cuánto tiempo hace que los conoces?
-Depende de cada uno, a Kaiden desde la escuela, cuando el entró yo ya estaba en mis últimos años. Me gradué poco después de que los mellizos entrarán al colegio y me volví su profesor cuando iban en tercer año. A Darius y a Riker los conocí cuando entraron a la escuela. Y por último a Sibyl, sus padres la abandonaron delante del colegio nada más descubrir su magia, lleva conmigo desde entonces. Aunque cuando me perdí en el tiempo no pude hacerme cargo de ellos y por mi culpa están aquí, en este estúpido palacio. Es gracioso, les fallé y aún así siguen alegrandose de verme y confiando en mí.-
-Sí, es raro- Afirmo aún sabiendo que yo hago lo mismo.
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Corona de magos
FantasyAriadna odia tener que pasar las vacaciones en Salem. Pero este año parece que las cosas no van a ser tan aburridas. Después de un misterioso encuentro su hermano comienza a actuar raro. Esto la lleva a descubrir numerosos misterios sobre su familia.