Capítulo 42: Revolución de los nocturnus

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ARIADNA
Ir a clase no es precisamente mi sueño de verano, pero siendo una clase sobre magia no dudó en aceptar.
Últimamente creía que ya comenzaba a entender más cosas, el incidente de esta tarde y la cena, me han dejado bastante claro lo equivocada que estaba.
Caminamos hasta llegar a lo que parece una biblioteca, dos de las paredes están cubiertas por estanterías, en el centro un par de mesas y en la esquina un sofá.
Todos los niños toman asiento en las mesas después de coger libretas de una de las estanterías, Arthur y yo los imitamos.
-Comencemos entonces.- Dice Lars.
-¿No deberías presentarnos primero?- Pregunta una niña rubia.
-Tienes razón. ¿Por qué no lo hacéis vosotros, Zaya?-
-Bien, yo soy Zaya y el es mi hermano Zander.- Señala al niño sentado enfrente suya, el cual es igualito a ella.
-Yo soy Kaiden- Dice el niño más mayor.
Ninguno de los niños más pequeños habla así que Lars lo hace por ellos.
-Ellos son Darius- Señala a un niño de unos seis años- Y Riker- Apunta a un sitio vacío - Vamos Riker, compórtate bien aunque sea por un solo día. Estás delante del príncipe y la princesa.- Un niño de cuatro o cinco años sale de debajo de la mesa riendo. -Y por último está pequeña de aquí- Dice mientras coge en brazos a la niña de antes- Es Sibyl.
Después de eso Lars comienza una explicación básica sobre el ejército de la leuksna.
-Corrígeme si me equivoco, pero, ¿estás diciendo que los magos sombríos no solo están comenzando una rebelión si no que ya tienen un ejército?-
-En realidad el ejército fue creado por un príncipe sombrío hace más de doscientos años pero siempre se había mantenido fiel al Reino, hasta la Revolución de los nocturnus.-
-¿Qué es la Revolución de los nocturnus?- Pregunta Darius
-Hace dieciocho años el príncipe Alexis, un mago sombrío, se propuso acabar con la corte para conseguir derechos para los de su magia.- Comienza a explicar Lars. -Para esto convenció al ejército de la leuksna de luchar a su lado. Este ejército siempre había sido temido y odiado, debido a la gente que lo componía, por eso llevaba años destinado en la frontera norte, donde la barrera es más débil. Un ejército con soldados abandonados y entrenados desde niños, y sin miedo a la muerte; la batalla fue lo más sangriento que estás guerras han visto jamás. Finalmente Alexis atracó al rey, utilizando su magia para matarlo, pero siendo, supuestamente, asesinado segundos antes de causar esta muerte.-
Todos nos quedamos en silencio procesando la información.
-Profesor Lars, si los portadores de magia mental somos un símbolo de guerra, ¿por qué son los portadores de magia sombría los rechazados?- Pregunta Kaiden.
-¿De verdad crées que nuestra vida es mejor? Somos abandonados de niño, recluidos en un palacio y obligados a considerar esto un favor. Nos enfermamos por usar nuestra propia magia y nadie puede salvarnos o ayudarnos. ¿A caso esto es mejor que vivir entre tus iguales?- Lágrimas caen de los ojos de Lars pero ni siquiera sé molesta en limpiarlas.- Ninguna persona debería tener que pasar por eso, por ser discriminada, por aceptar la muerte. Y sin embargo lo hacemos, vamos, Kaiden, tú lo entiendes. Siempre has entendido la mierda que es el mundo, por desgracia nunca has tenido otra opción.-
-¿Y qué haces cuando algo está mal hecho, Lars? ¿Qué haces cuando algo no funciona?- Pregunta Kaiden mirando fijamente a Lars.
-Lo cambias, lo mejoras.- Respondo yo.
-Eso, es. Así que me importa una mierda que te estés muriendo, profesor, te levantas y luchas. Luchas por tí, por los que quieres, por el Reino o por lo que te de la gana. Pero te levantas y luchas porque rendirse, rendirse es el primer paso hacia esa muerte.-
-¿Y si no puedo seguir luchando? ¿Y si la lucha me lleva directo a la perdición?
Lars cierra los ojos y respira profundamente, no entiendo que le pasa pero Arthur si parece hacerlo pues se levanta y corre a su lado.
-Bien, niños, creo que la clase de hoy se queda así, el profesor Lars no sé encuentra muy bien.- Dice mi hermano y los pequeños salen corriendo. Kaiden no aparta la mirada de su profesor, mi hermano le hace un gesto para que se vaya, asintiendo también para asegurarle que lo tiene controlado. Sybil no se mueve de su asiento, así que considero mi trabajo sacarla de allí. Le ofrezco mi mano y la pequeña acepta después de unos segundos.

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