ARTHUR
-La he cagado- Digo nada más ver a Ariadna salir de mi habitación. -Soy un hermano de mierda, me odiará, no confiará en mi. Preferirá creerlo a él y...y
-Arthur, Arthur calmate, por favor.- Me pide Lars con voz suave, apoyando su mano en mi hombro -Tranquilo, has hecho lo que creías mejor, y si te has equivocado es porque eres humano, ella lo entenderá, quizá necesite un tiempo pero lo hará.- Por algún motivo creo sus palabras, ¿en qué momento he vuelto a confiar en él? ¿Tan estúpido soy? -Arthur, por favor, otra vez no, no se que estás pensando pero olvídalo. Ya hemos pasado por esto muchas veces en los últimos días, por favor.- Su voz suena a súplica y es comprensible, llevaba meses sin estar tan mal, pero estes días no superó un breakdown antes de entrar a otro. Hecho de menos la paz relativa de la que gozaba antes, exámenes, abusones, relaciones tóxicas, alcohol, cualquiera de esos problemas era mejor que estos.
-¿Qué te parece si te cuento una historia?- Pregunta Lars -¿Eso ayudaría? Cuando eras pequeño te gustaba eso- Acepto, realmente pensar en cualquier cosa distinta ayudará. -Había una vez un niño pequeño e ingenuo, que estaba enamorado aún sin saber lo que era amar. Tanto él como su querido agarim estaban destinados a grandes cosas, pero un malvado rey hacia daño al joven príncipe. Así que ambos niños sufrían juntos, odiando al rey y al palacio, planeando en como acabar con ellos. A pesar de todo ambos niños se querían, y cuando el rey marcó la cara del príncipe, rompió también el corazón del mayor, que no podía más que intentar consolar a su joven amado. Pero eran solo unos niños, ¿que podían hacer ellos contra el mundo?-
-Lars, ¿por qué me cuentas esto?- Pregunto dudoso.
-Ya no somos niños, Arthur, ahora sí podemos cambiar cosas, pero no podemos precipitarnos. Y sobre todo no podemos culparnos de todos los problemas del mundo, como hacían aquellos niños.- Asiento, aunque no sé cómo vamos ha hacer eso -¿Quieres saber lo que pasó con los niños?
-Creo que ya lo se- Respondo
-¿Seguro? La verdad es maleable, príncipe, quizá creas saber algo de lo que apenas conoces nada, como un iceberg.-
-Cuentame entonces-
-Los niños resistían golpe tras golpe, con el otro como única ayuda. Pero llegado un momento eso dejó de ser suficiente. Y el pequeño príncipe se vio obligado a huir, su agarim lloró, lloró más de lo que debería haber sido posible. Pero en un momento se dio cuenta de que no debía estar triste, él estaba a salvo ahora y eso era suficiente. Sin embargo el miedo a que algo le pasara a su agarim no desaparecía, y lo estaba volviendo loco. La desesperación llegó a tal nivel que el niño consiguió ver a través del tiempo. Un pequeño muñeco y su propia piedra fue todo lo que necesitó para poder verlo, una última vez. La pequeña sonrisa en la cara del niño, sabiendo de lo que se libraba, fue suficiente para continuar resistiendo, aunque ahora fuera sin ayuda. Pero la magia del niño se volvió inestable, como pasa cuando separas a dos agarims, aún así siguió exigiéndose más y más hasta que un día el niño, que ya era un adolescente más bien, se perdió en el tiempo. Entró en un bucle en el que no dejaba de ver muertes y sufrimiento, el rey moría, su asesino subía al trono, y aquella chica dejaba que eso sucediera, sin quitar la sonrisa de su cara. Ah, como odiaba a aquella chica. Después de meses encerrado en ese ciclo el niño consiguió volver, enfermo y sin esperanza. Consiguió mejorar, en parte, pero seguía habiendo días malos en los que solo podía ver la sonrisa en cara de esa chica. Tampoco podía dejar de pensar en él, en su agarim, si ya la idea de morir lo aterraba el hecho de hacerlo tan lejos de él lo devastaba. Así que en un momento de desesperación el niño huyó en busca de su agarim, solo para encontrarlo junto a esa chica a la que tanto odiaba. En un impulso egoísta decidió mentir, todo con tal de poder pasar más tiempo con su agarim. Pero en ese tiempo no solo se enamoro de nuevo de él, si no que le cogió cariño a la joven. Su plan ya no tenía sentido, así que decidió confesarlo todo, y rompió el corazón de alguien que ya estaba roto. Y ahora los niños vuelven a estar juntos, y vuelven a sufrir, uno junto al otro, porque parecen destinados a hacerlo. Pero, ¿qué podían hacer ellos contra el mundo? Cambiarlo, eso podían hacer, ya no tenían que huir, y no había mucho que perder. Así que los niños cambiaron el mundo y tuvieron un final feliz.
-Eso me gustaría-
-Oh, te prometo que eso será así. No me importa lo que haya que hacer, ¿Pelear del lado del rey? Bien ¿Del de Alexis? Bien. No me importa esta guerra, solo me importa los resultados que tenga. Por mi como si el mundo arde, mientras tú y yo estamos bien. Ah y Ariadna y los niños también, claro.-
-Te quiero- Susurro vergonzoso.
-¿Me quieres? ¿Solo eso?- Se ríe, quitándole importancia, para evitar mi verguenza. -Yo te amo, príncipe.- Afirma antes de besarme.
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Corona de magos
FantasyAriadna odia tener que pasar las vacaciones en Salem. Pero este año parece que las cosas no van a ser tan aburridas. Después de un misterioso encuentro su hermano comienza a actuar raro. Esto la lleva a descubrir numerosos misterios sobre su familia.