Capítulo 4: Que alguien me despierte de la vida, no puedo vivir esta pesadilla

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ARTHUR

Miles de recuerdos y traumas rondan mi cabeza desde nuestro encuentro, con la que puedo suponer que es Astrid.

Cada recuerdo trae consigo una oleada de dolor e ira pero también miedo, esto ya no es solo mi problema, Ariadna sabe cosas ahora.

He reproducido en mi cabeza cientos de veces nuestra conversación con Astrid y no puedo hacer otra cosa más que arrepentirme, he arriesgado todo lo que mamá luchó por conseguir.

Eso atormenta mi mente casi tanto como el hecho de que he usado magia, MAGIA.

Llevaba años sin hacerlo y planeaba seguir así pero en ese momento me pareció la única opción, no podía arriesgarme a que me obligara a volver con él, no podía arriesgar a Ariadna.

El hecho de saber que hice lo correcto no me quita la culpabilidad que a veces presiona tanto mi pecho que no puedo respirar, no debería poder hacer eso, nadie debería.

Ningún ser humano debería poder controlar la mente de otro, sin embargo algunos sí podemos hacerlo.

Intento apagar esos pensamientos y recuerdos, fracaso, así que subo el volumen de la música hasta que dejo de escucharlos.

Agarro mi guitarra y me siento en el suelo, es ahí cuando me doy cuenta de la mala pinta de mis nudillos ni siquiera sé en qué momento he golpeado la pared pero supongo que fue durante una oleada de ira debida a los recuerdos.


Toco la guitarra mientras canto y grito hasta que expulso todas las emociones que me están hundiendo.

Más tarde, Ariadna toca a mi puerta para que baje a cenar, y entonces esa maraña de sentimientos que llevo toda la tarde intentando entender se convierten en amor.

A veces tener una hermana pequeña es odioso pero ahora mismo no puedo hacer más que sentirme feliz de ver todo el esfuerzo que a puesto en intentar hacerme sentir mejor.

Veo que ha hecho lo mismo que yo hago cuando ella tiene un mal día, y me dan ganas de volver a llorar al ver que ella si ve y aprecia esos detalles.

Hace muchos años que nadie tiene un detalle así conmigo y lo disfruto hasta el último segundo.


Mamá llega mientras vemos la película, pero ambos evitamos mencionar el "incidente" de esta tarde.

"Mañana hablaremos de eso, te lo prometo" le susurro a mi hermana, aunque ni siquiera sé que decirle.

Me despierto en medio de la noche por culpa de una pesadilla, nunca he dejado de tenerlas, en realidad solo se habían vuelto cada vez menos y menos comunes, hasta el punto de que apenas recordaba como eran

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Me despierto en medio de la noche por culpa de una pesadilla, nunca he dejado de tenerlas, en realidad solo se habían vuelto cada vez menos y menos comunes, hasta el punto de que apenas recordaba como eran.

Eso no evita que al despertar siga la habitual rutina que adquirí de niño.

Enciendo una pequeña lamparita y miro mi espalda: no sangre, no moratones; hago lo mismo con mis brazos y torso.

Me fuerzo a respirar con tranquilidad y dejo que mis dedos se deslicen por una de las cicatrices de mi brazo.

"Todo está bien, fue sólo un mal sueño, nadie puede hacerte daño ahora" me repito una y otra vez hasta que en algún momento vuelvo a quedarme dormido.

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