¿Bailamos?

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Christian y Lisa esperan sentados en una silla en una cafetería cerca de la residencia de Sean. La joven no deja de sollozar y dar golpecitos con la uña en la mesa redonda. Emma llega con tres tazas de chocolate caliente y pequeñas nubes de azúcar. Lisa le da las gracias con una sonrisa forzada. Christian le coge la mano, ambos se miran, sus ojos hablan entre ellos, Lisa se muerde el labio inferior, las lágrimas comienzan aparecer y seguidamente se deslizan por sus mejillas rosadas, Christian le limpia las lágrimas con el pulgar y le esboza una sonrisa encantadora.
—Estoy aquí —susurra—. No tienes que fingir nada que no sientas —el joven traga saliva—. Si tienes que llorar, hazlo —le estrecha la mano con cariño.
—No sé qué haría sin vosotros —murmura Lisa.
—Pues tomar chocolate pero más sola —bromea Christian.
—Os quiero chicos —dice Lisa cogiendo la mano de cada uno.
—¿Has mirado los trenes? —le pregunta Chris a Emma.
—No hay ninguno hasta mañana por la mañana —suspira.
—Vayámonos de fiesta —dice Lisa.
—No creo que la solución a nuestros problemas sea beber.
—Me da igual beber o no, quiero bailar —sonríe Lisa—. Necesito desconectar del mundo ahora mismo, y quiero hacerlo bailando.
—Busquemos algún pub por aquí cerca —dice Christian sonriendo.
—Chicos me encanta la idea, pero no tenemos dónde dormir.
—Ya dormiremos en el tren de vuelta —dice Lisa entre risas.
—No se hable más.
Christian se pone en pie y se acerca al camarero atractivo de pelo oscuro y ojos claros. Se tiran un buen rato hablando y sonriendo, el desconocido escribe algo en el teléfono de Christian, el joven vuelve a la mesa.
—Freedom —murmura—. Es el nombre del mejor pub, no está muy lejos de aquí.
—¡Genial! ¿Cómo llegamos?
—Nos llevará Sam —señala al camarero.
—¿En serio?
—Él va a ir esta noche, se ha ofrecido muy amablemente.
—A saber qué le has ofrecido tú a él —Lisa esboza una sonrisa.
—Le he ofrecido mi encantadora compañía durante gran parte de la noche.
—Deberíamos buscar un pub allí, en cuanto lleguemos.
—El Pride en la calle Liberty —responde Christian—. Es el mejor pub de la historia.
—Suena a bar gay —murmura Emma.
—Es un bar que ama y respeta a todos, de ahí su nombre.
—Tienes que llevarme algún día —susurra Lisa.
—Te encantará.
Christian le da un sorbo al chocolate caliente. El camarero se acerca y les deja tres porciones de tarta de queso.
—Invita la casa —guiña el ojo.
—Y así es como se me conquista —dice Christian mientras le dedica al joven una sonrisa sensual.
Lisa espera a que Sam se vaya atender otra mesa, Emma le da un sorbo al chocolate.
—Eres de lo que no hay Christian.
—¿Por qué? Si nos ha invitado él porque quiere.
—Es evidente que le gustas —añade Emma.
—Y te estás aprovechando de ello —dice Lisa.
—No os equivoquéis, no me aprovecho de que le guste.
—Nos invita a tres trozos de tarta y encima nos va a llevar a una fiesta.
—Y yo le daré las gracias de la mejor manera que sé.
—¿Cuál?
—Follándomelo —sonríe Christian.
—Ah claro y seguro que debería darte las gracias después de que te lo tires, ¿verdad? —Emma le mira indignada.
—Pues debería, porque dudo que vaya a echar otro polvo igual.
—No digas nada Emma, sé de lo que habla, tiene razón —sonríe Lisa—. Cuando le veas bailar y verle moverse, lo entenderás.
—Lisa no deberías de apoyarle, queda fatal lo que va hacer.
—Oye Em, follo que flipas y soy un tío muy generoso.
—Me da igual como lo hagas, pero tal vez, ese chico pueda querer algo más que un polvo como agradecimiento, ¿y si quiere conocerte?
—No soy de aquí, los polvos con estrangeros son aún mejores.
—Y sobretodo si son buenos en la cama, acaba conviertiéndose en uno de esos polvos que nunca olvidas —añade Lisa mientra corta un trocito de tarta.
—Definitivamente sois tal para cual.
Christian y Lisa se echan a reír mientras Emma pone los ojos en blanco.
—Voy a salir a fumar —susurra Christian.
—Abrígate —le dice Lisa.
—Claro, mamá —el joven le da un beso en la sien cuando pasa por su lado.
El joven saca el paquete de tabaco y otro de filtros y empieza a liarse un cigarro cuando el camarero le entrega uno.
—Estás atento a todo —dice Christian sonriendo.
Se coloca el cigarro entre los labios, Sam enciende el mechero, ambos se miran mientras el cigarro se enciende.
—¿Es vuestra primera vez aquí? —pregunta con una voz ronca pero para nada áspera es incluso sexy.
—¿Tanto se nota? —añade entre risas.
—Lo he sabido por ti —le guiña el ojo izquierdo—. Normalmente los chicos de aquí no son tan abiertos ni atrevidos.
—Es una mierda tener que esconder lo que uno es —musita Christian—. Me prometí que nunca más me avergonzaría de ser cómo soy.
—Me gusta como piensas —sonríe Sam—. Mi turno acaba en media hora, siento haceros esperar.
—Estamos muy entretenidos con el chocolate y la tarta de queso.
—¿Ah si?
—Sí, el camarero aparte de ser atractivo también es muy atento —Christian esboza una sonrisa.
Sam se sonroja y vuelva al interior de la cafetería.
Lisa vuelve del baño y se sienta al lado de Emma.
—Gracias por venir con Christian —musita—. Incluso después de las cosas que te dije...
—Yo también dije cosas y no contra ti sino contra él —Emma hace una pausa—. Tenías razón, le juzgué sin conocerle y la cagué, es un tío increíble y me alegro de que lo tengas a tú lado.
—Gracias Emma, significa mucho para mí —las jóvenes se abrazan—. ¿Con quíen crees que habla Christian? —musita Lisa llena de curiosidad.
En la calle, el joven camina de un lado a otro, está hablando por teléfono.
—Yo también te echo de menos —susurra sonrojado.
—Ojalá hubiera podido ir contigo —dice Jay al otro lado del teléfono—. ¿Cómo está Lisa?
—Pues intenta fingir que todo está bien, como si no acabara de ver a su novio con otra.
—Es normal, la entiendo perfectamente. Ahora solo querrá estar con vosotros, desconectar y cuando esté a solas romperará a llorar.
—No se merece que Sean le haya hecho esto, ella es increíble y se merece una historia de amor de película.
—Todos nos merecemos un amor como el de las películas —susurra Jay.
—¿Tú también quieres uno así?
—Con estar contigo me basta.
—Eres todo un romántico —murmura Christian.
—Y no me has colgado a pesar de que vas de rompecorazones.
—Lo sé, ¿qué me has hecho?
—Tal vez, este sea tú amor de película, de esos que te cambian la forma de ver la vida.
—Puede ser —murmura Christian.
—¿Cuándo cogéis el tren?
—Hasta mañana por la mañana no hay ninguno.
—Estaré toda la mañana en clase, espero poder verte por la tarde.
—Y sino, siempre nos quedará la noche para pasarla juntos.
—Y ahora, ¿quién es el romántico?
—Ya te he dicho qué tienes que estar haciéndome algo, yo no soy así.
—El amor de película —musita Jay y puede sentirse la ilusión que siente.
—El amor de película —repite Christian con cierto tono sensual.
—Tengo que dejarte —susurra Jay—. Tengo un trabajo que hacer.
—Nos vemos mañana Jay —murmura.
—Hasta mañana Christian.
El joven entra a la cafetería, Emma y Lisa le esperan en la mesa, ambas con una sonrisa traviesa.
—Miedo me dais.
—¿Con quién hablabas?
—¿Y a vosotras que os importa?
—Lo necesitamos para vivir, el ser cotillas es nuestro segundo oxígeno.
—Hablaba con Jay.
—¡Lo sabía! —grita Lisa.
—¿Jay? ¿Qué Jay? ¿El del grupo? —Emma le mira sorprendida.
—Sí, ese mismo.
—No me lo creo, ¿cómo ha surgido?
—Emma no seas tan cotilla.
—Claro, tú como ya lo sabes todo.
—Pues simplemente ha surgido, estar con él es tan tranquilizador, como si todos los problemas se callaran y solo quedaramos él y yo.
—Que profundo —susurra Emma entre risas.
—Y que bonito, parece que Christian se está enamorando.
—No lo creo —susurra Christian—. ¿No habéis dejado nada de tarta?
—Los dulces son nuestro tercer oxígeno —se ríe Emma.
—Esta vez os lo dejo pasar, la próxima, os enfrentaréis a mi ira.
—¿A dónde hay que mirar? —bromea Lisa.
Los tres jóvenes se echan a reír a carcajadas.

EUFORIA [CLIMAX 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora