Christian y Judith se aseguran de tener via libre para entrar en el despacho de Marcus, al no haber clases el pasillo está vacío, les hacen una señal a Jay, el joven se queda solo para vigilar por si vuelve Marcus.
Los jóvenes entran en el despacho y empiezan a investigar, y ojear todo el papeleo que hay encima del escritorio. Christian solo encuentra archivos de estudiantes y algunas notas de profesores sobre diferentes alumnos.
—Aquí no hay nada —murmura Christian.
—Espera —musita Judith abriendo un cajón del escritorio—. ¿Tiene código?
—Es una caja fuerte con forma de cajón —musita Christian—. ¿Cuál podría ser la clave?
—Siete, uno, ocho, uno, cero —susurra Judith y los números se tornan en verde y el cajón se abre.
—¿Cómo lo has sabido?
—Estos ricos y su obsesión por el dinero.
—¿Qué hay dentro?
—Documentos sobre Max —musita Judith.
La joven pone los papeles y comienza a leerlos.
—Son sobre la adopción —la joven sigue leyendo—. Un momento, esto es falso.
—¿Qué cojones?
—¡Oh Dios Mío! —Judith mira a Christian—. Esto es muy heavy.
—¿Qué dice?
—Max es un bebé comprado.
—¿A quién? Lo mismo esa mujer puede aclararnos más cosas.
—Rosemarie Dans Feraz.
—Hazle foto, y vámonos de aquí.
El pomo comienza a girarse y la puerta se abre, Marcus entra y cierra la puerta. Jay se da media vuelta y corre hacia la entrada principal, Christian y Judith entran, el joven se queda sorpendido.
—¿Cómo habéis salido?
—Recibí tu mensaje en el último segundo.
—Salimos por la ventana —musita Judith.
—Nora y Laurent están de camino.
—Reunión en Paradise.
Verónica bajas las escaleras principales y se detiene junto a ellos, Judith hace una mueca de asco, Christian y Jay le miran.
—¿Sabe Marcus qué habéis entrado a su despacho?
—Mira niñata, no vayas por ahí, si no quieres problemas.
—Relaja el tono como te llames.
—Me llamo Judith, y como abras la boca te vas a cagar.
—De momento me callaré, pero me debéis una.
Los tres jóvenes sale de Linston y caminan hacia Paradise. Allí tras una media hora de espera, llegan Laurent y Nora. Todos entran salvo Laurent que detiene a Jay.
—Tenemos que hablar.
—Sé que te lo tenía que haber contado pero todo ha surgido tan rápido.
—Me alegro por ti —susurra Laurent—. Te veo feliz, como eras antes, me alegro por ti y solo quiero que sepas que podemos ser amigos, me encantaría conservar la amistad que teníamos.
—Laurent... gracias —susurra y le abraza.
—Me alegro de que seas feliz.
Ambos entran a la cafetería y se reúnen con sus amigos. Frannie les trae un plato con varios donuts de diferentes tipos y cinco batidos de diferentes sabores.
—Qué bien nos cuidas —le sonríe Nora.
—¿Hay novedades?
Nora asiente algo angustiada. Frannie se siente al lado de la joven.
—Lo han drogado, no podía ni hablar, lo han encerrado por comportamiento suicida es lo único que tuve tiempo de leer.
—Probablemente hayan derivado a otras enfermedades mentales para facilitar que no pueda ser heredero —añade Judith.
—Sharpay estaba allí —masculla Laurent.
—Algunos centros llaman a los padres o tutores legales para dar aviso de las visitas —les dice Frannie.
—Eso explicaría por qué Sharpay estaba allí aunque esperemos que solo haya sido una casualidad.
—¿Cómo entrasteis?
—Dijimos ser hermanos —contesta Nora—. No firmamos nada, así que no llevan ningún tipo de registro, supongo.
—¿Qué habéis encontrado vosotros? —Laurent mira a Christian y Judith.
—Marcus compró a Max —musita Judith—. A una tal Rosemarie Dans Feraz.
El rostro de Frannie cambia por completo, los jóvenes se dan cuenta.
—¿Qué ocurre Frannie?
—Esa mujer no va a poder ayudaros —susurra—. Lleva cinco años fallecida.
—Mierda —murmura Christian.
—¿Sabes algo de ella?
—Pues claro, su historia fue muy comentada por lo trágica que fue. Rosemarie perdió un bebé, aunque ella no paraba de decir que se lo habían robado.
—Ese bebé podría ser Max —susurra Nora.
—Rosemarie acudía todos los días a comisaría pero nadie hacía nada, nadie creía en su historia.
—¿Qué historia?
—Según ella, fue acosada sexualmente y abusada por su jefe, cuando se enteró de que estaba embarazada decidió contárselo, y ese cabrón hizo todo lo posible para enterrar esa historia y que no manchara su reputación.
—¿En qué trabajaba Rosemarie?
—Era secretaria —musita Frannie—. En una empresa de tecnología aunque ya no existe; quebró y ahora la sustituye esa que se llama TecnoWood o algo así.
—Es la empresa de Marcus, todos los ordenadores de Linston llevan esa marca.
—Qué casualidad todo, ¿no?
—Esa mujer lo perdió todo porque Marcus se encargó de ello a golpe de talonario, Max es una la prueba con vida de que abusó de esa mujer y le arruinó la vida; por eso le está haciendo todo esto —analiza Nora.
—Menudo pedazo de hijo de puta.
—¿Sharpay sabrá todo esto? —Jay mira al grupo.
—No creo, los documentos estaban en un cajón falso de su escritorio.
—¿Y si hablamos con ella?
—Fue al centro en el que Max, está encerrado, sabe qué está allí. Algo tiene que saber para permitir esta barbaridad.
—Tal vez, no quiera enfrentarse a él.
—Mierda —musita Judith—. Mierda, mierda, mierda.
—¿Qué pasa?
—Mi madre es la secretaria de Marcus en TecnoWood. Tengo que ir a buscarla y contarle todo esto.
—Te acompaño —añade Laurent levantándose.
—No tenéis que pagar nada, invita la casa.
Judith y Laurent salen de la cafetería.
—Frannie, ¿crees qué podrías hablar con Sharpay?
—Puedo intentarlo Nora, pero no sé yo si me contará algo.
—Tenemos que sacar a Max de allí cuanto antes.
—Lo haremos —la intenta tranquilizar Jay.
—Joder —musita Christian.
—¿Has econtrado algo más?
—En esta otra foto de otro documento, hay otro nombre —murmura Christian.
—¿Qué pone?
—Marcus compró otro bebé, esta vez una niña, Celeste... no se ve bien los apellidos.
—No puede ser —murmura Frannie—. La otra noche cuando hablé con Sharpay, habló de su hija Celeste, una hija que tuvo antes de conocer a Marcus.
—Le hizo lo mismo a Sharpay, y para que no lo denunciara, esta vez optó por darle todo el dinero que quisiera a ella y su hija.
—¿Pero por qué sigue con este cabrón?
—Sharpay dijo que estudia en un internado en otro país.
—Tiene a Celeste encerrada en la otra punta del mundo así depende de él para poder seguir viendo a su hija.
—Este tío no tiene límites, es un cabrón sin escrúpulos.
—Frannie tienes que hablar con Sharpay, hay que denunciarle.
—Haré todo lo que pueda, pero chicos, tenéis que tener cuidado, si este mosntruo se entera de que sabemos todo esto, irá a por nosotros.
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Judith entra a su casa acompañada por Laurent, busca a su madre por toda la casa pero no la encuentra. Se pone nerviosa y empieza a desesperarse.
—Llámala por teléfono —sugiere Laurent.
Judith asiente, coge su móvil y llama a su madre, la puerta de la entrada se abre y entra Lena, parece enfadada e indignada, se queja en susurros.
—¡Mamá! —Judith se lanza a sus brazos—. ¿Estás bien?
—Ese cabrón me ha echado del trabajo, ¿qué habéis hecho con Marcus?
—Lo sabe, tenemos que avisar al resto —masculla Laurent.
—Espero que no se lo haya contado Verónica —murmura Judith enfadada.
—Volvamos a Linston y hablemos con ella.
—Tened cuidado con Marcus —musita Lena—. No quiero que os metáis en problemas.
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Sharpay recibe a Frannie con una sonrisa, la invita a pasar, caminan por la casa hasta llegar a la cocina. La mujer saca dos tazas de color rosa de uno de los armarios superiores y comienza a preparar dos cafés.
—Gracias por atenderme, creerás que soy una pesada.
—¡Para nada Frannie! Me agrada tú compañía y además, me ayuda a tener la mente despejada.
—¿Qué tú hija? —pregunta Frannie amablemente.
—No lo sé, espero que bien, hace mucho que no hablo con ella.
Sharpay se queda callada y deja de servir el café, Frannie arquea una ceja.
—No eres una vecina de aquí, ¿verdad? —Sharpay la desafía con la mirada.
—Me temo que no —murmura Frannie—. Soy una pobre mujer que trabaja en una cafetería al lado de Linston.
—¿Qué es lo que quiere? —Sharpay le entrega la taza con desdén.
—Quiero que me diga la verdad —le suelta tajante—. Un grupo de jóvenes están preocupados por tú hijo Max, es su amigo, necesitan saber que le está pasando.
—Está ingresado en un centro de rehabilitación, queremos que se recupere por completo.
—Querrá decir; centro psiquiátrico —le espeta Frannie—. Han estado allí, han visto en las condiciones en las que se encuentra y la vieron a usted llegar.
—¡Váyase de mi casa! ¡Ahora !
—¡Qué le estáis haciendo! —grita Frannie y arroja la taza contra la pared.
Sharpay se queda callada, intimidada.
—No pienso irme de aquí sin respuestas para esos jóvenes.
—Marcus se encagará de todo esto.
—¿Me está amenazando?
—Recibió una llamada del centro, sabe que algo va mal.
—Sabemos lo de Celeste y lo de Max —dice Frannie apretando los dientes—. Son niños comprados, para ocultar sus abusos sexuales y mantener su reputación.
—¡Cállese! —vocifera Sharpay con lágrimas en los ojos.
—Necesitamos tú ayuda, estos jóvenes pueden recuperar a Max, usted a su hija, ¡y ese hijo de puta pudrirse en la cárcel!
—Si a Marcus le pasa algo, no volveré a ver a mi Celeste. Sólo él sabe donde la tiene encerrada. Él es muy peligroso... y violento.
—Tiene que pagar por todo lo que ha hecho, por favor, Sharpay tiene que ayudarme.
—Lo siento Frannie, pero tiene que irse, antes de que vuelva.
—Sé que harás lo correcto —Frannie le apunta le entrega un papel con su número y la dirección de Paradise—. Hágalo por usted, por Celeste y por Max.
Frannie sale de la cocina dejando a Sharpay derrumbándose entre llantos y gritos.
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Judith arremete contra Verónica en mitad del pasillo, la chica la mira asustada.
—¿Te has chivado? —Judith golpea la pared justo al lado del rostro de la chica.
—No... yo... de verdad... no he dicho nada.
—¡Más te vale!
Judith se aparta y camina hasta a Laurent, ambos siguen por el pasillo, bajan las escaleras y se encuentran con Marcus.
—Buenas tardes jóvenes —sonríe con malicia.
—Buenas tardes —responde ambos al unísono.
—Espero que disfrutéis de los pocos días que os quedan, de vacaciones.
—Y usted —sonríe Laurent plantándole cara.
Marcus continúa su camino y los jóvenes el suyo.
—Lo sabe, nos acaba de amenzar en nuestra puta cara —dice Laurent en susurros.
—Tenemos que reunirnos con los demás.
Marcus vuelve aparecer a gran velocidad, pasa por en medio de ambos y corre hacia la puerta principal.
—Le han llamado —dice Verónica desde lo alto de la escaleras—. Alguien se ha llevado a su hijo de no sé dónde.
—Gracias... y lo siento —responde Judith.
—No sé qué está ocurriendo pero tiene pinta de que es algo muy gordo.
Judith y Laurent salen corriendo de Linston y en el amplio patio que da lugar a las enormes escaleras de piedra a la entrada principal de Linston, se encuentran con sus amigos.
—Marcus se acaba de ir corriendo, alguien ha sacado a Max del centro —les cuenta Judith.
—Tiene que haber sido Sharpay, es la única que puede sacarlo de allí.
—Frannie la habrá convencido —añade Christian.
—Deberíamos de ir a hablar con ella —sugiere Jay.
Un ruido ensordecedor y varios gritos llaman la atención de los jóvenes, varias personas corren de un lado a otro gritando y pidiendo ayuda. El grupo avanza entre la multitud hasta encontrar con el motivo del caos y el barullo. Paradise está en vuelta en llamas.
—¡No! —grita Christian—. ¡Frannie! —añade y echa a correr hacia la cafetería.
—¡Christian! —grita Nora.
Laurent atrapa a Jay antes de que le siga corriendo hacia el edificio en llamas. Nora coge a Judith de la mano, intentando tranquilizarla, su hermano trabaja en Paradise. El grupo observa como Christian se introduce en la cafetería en llamas y acto seguido los cristales explotan escupiendo enormes y descontraladas llamaradas.
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EUFORIA [CLIMAX 2]
Подростковая литератураSecuela de CLIMAX. La historia de nuestros protagonistas continúa; nuevas amistades, nuevas parejas, más amor, más compañeros, más placer.