Nora camina por la calle hasta la cafetería Paradise dónde la espera Laurent en la puerta, se acerca a la joven, se saludan con dos besos en las mejillas. Entran a la cafetería, Frannie los recibe con una espléndida sonrisa y un abrazo cálido y acogedor.
—No esperaba veros aquí, quedan pocos días de vaciones de Navidad.
—Teníamos cosas que hacer y decidimos venir a desayunar —sonríe Nora.
—¿Cómo estais mis niños? —dice con cierto tono dulce.
—Frannie, la cuenta, por favor.
—¡Espérese coño! —exclama—. ¡No ve qué estoy hablando!
—Atiéndele, luego hablamos en nustra mesa —le susurra Nora.
Los jóvenes se sientan en su mesa de siempre, Laurent se quita el abrigo y lo cuelga detrás del asiento. Nora hace lo mismo y mira sus mensajes más recientes.
—¿Te ha hablado Judith?
—No, que va, me dijo que me llamaría si su madre se enterase de algo.
Teddy se acerca a la mesa y les entrega sus cafés y tostadas, los jóvenes les dan las gracias con una amplia sonrisa. Frannie se acerca a ellos y se sienta junto a Nora, la mujer les mira con cierta preocupación en su mirada.
—Os conozco, sé que algo no va bien —murmura y le da un sorbo al chocolate caliente que traía.
—La verdad que han sido unas vacaciones de mierda —dice Nora.
—Perder a un amigo nunca es fácil, y menos siendo tan jóvenes.
Nora y Laurent guardan silencio, a sus pensamientos les viene recuerdos con Erik y el resto del grupo.
—Kyle y Tarek están en un centro de desintoxicación, Max ha desparecido desde que volvió a casa de sus padres, Maddison está embarazada de un proxeneta el cuál está muerto y la muerte de Erik sigue pareciendo algún tipo de broma retorcida.
—¡Joder! Sois muy jóvenes para estar viviendo tanta mierda.
—Y no ha entrado en detalles —murmura Laurent.
—Siento mucho que vuestras Navidades hayan sido así. Si necesitáis ayuda, "Mamá Frannie" está aquí para lo que necesiteís, cada uno de todo vosotros.
—Gracias —musita Nora y le estrecha la mano con cariño.
—Desayunad tranquilos, tomaros todo el tiempo que necesitéis.
Nora y Laurent terminan de desayunar, el móvil de Nora se enciende recibiendo un mensaje de Judith, la joven se lo muestra a Laurent. Los dos se levantan con rápidez, se dirigen a la barra y le entregan un billete a Frannie, Nora le dice que se quede con el cambio. Salen fuera de la cafetería y leen en el mensaje.
—Quiere vernos en su casa —murmura Nora.
—¿Va todo bien? —pregunta Frannie saliendo de la cafetería.
—Tenemos que ir a casa de Judith, tiene algo que contarnos algo sobre Max.
—Vamos, yo os llevo —dice Frannie con una sonrisa y señale un Jeep de color granate.
—Pero... ¿y la cafetería?
—Paul y Teddy se encargarán.
Los jóvenes siguen a Frannie hasta el Jeep, tardan una media hora más o menos en llegar a casa de Judith, los tres se bajan del coche y caminan hasta la entrada.
—Chicos, ¿y Frannie? —Judith se sorprende.
—No pongas esa cara, soy "Mamá Frannie", tenía que venir.
—Pasad, pasad —dice Judith con una sonrisa.
Siguen a Judith hasta la cocina, se sientan en unos taburetes blancos, Judith les ofrece un café pero lo rechazan amablemente.
—¿Qué has descubierto? —musita Nora sin poder aguantar más rato callada.
—Poca cosa, mi madre estuvo anoche con el padre de Max, le hizo varias preguntas, no contestó la mayoría pero...
—¿Pero qué?
—Le dijo que lo habían internado en un centro de rehabilitación, y que cuando se recuperase, lo enviarían a un internado, lejos de aquí y... de ti, Nora.
—¿Perdona? ¡Pero serán sin vergüenzas! —interrumpe Frannie.
—Creen que estás manipulando a Max para estafarle, según su padre como todas las chicas que se le acercan.
—¡Qué hijo de puta! —grita Frannie.
—Marcus es despreciable, tú madre tiene que tener cuidado —dice Nora indignada.
—Pero eso no es todo, mi madre cree que ocultan algo, fue demasiado tajante y evasivo con las preguntas sobre Max, además, finalizo la cena antes de lo esperado, supuestamente por un problema urgente de la empresa.
—¿Qué piensa tú madre?
—Qué hay algo más turbio detrás.
—Tenemos que entrar en casa de Max.
—Nora, eso es allanamiento.
—¡Me apunto!
—¡Frannie no la animes!
—Es la mejor opción que tenemos, hay que averiguar que está pasando.
—Es el director de Linston, no podemos dejar que un posible monstruo este a cargo de un centro tan importante —dice Laurent apoyando a Nora.
—Tú madre podría entrenerle, invitarle a cenar.
—Se lo diré, ¿pero qué hacemos con su madre?
—Laurent y yo podríamos entretenerla —sugiere Frannie—. Puedo ser muy persistente y pesada.
—Podría funcionar pero a mí, me hecho con bastante velocidad y sin remordimientos.
—Eso nos daría muy poco tiempo —musita Judith.
—Menos es nada, tenemos que intentarlo —insiste Nora.
—Hablaré con mi madre, os avisaré.
******* ******* *******
Christian camina por el pasillo, se despide de Lisa y Emma con un fuerte brazo y continúa hasta su habitación. El viaje en tren sufrió varios retrasos de última hora, acaban de llegar a Linston, a las doce de la noche. Christian entra en la habitación, la luz de la lamparita de la mesita de noche está encendida, Jay duerme plácidamente con un libro de Stephen King sobre el rostro.
—Jay —susurra Christian.
El joven esboza una sonrisa al ver a Christian, se desperaza y se incorpora. Christian se desviste y se tumba junto a Jay.
—No me puedo creer que te hayas quedado dormido leyendo al rey del terror.
—Es el segundo libro de King que me leo en el día de hoy, y casi lo termino —Jay sonríe orgulloso—. Me hubiese dado tiempo sino la de dibujo artístico no me hubiera entretenido haciendo dos dibujos extra con bolígrafo negro.
—Te echado de menos —musita Christian. Jay se sonroja.
—Yo a ti también —murmura Jay.
—Quiero intentarlo Jay, quiero tener una relación contigo.
—¿Lo dices en serio?
—Completamente —sonríe Christian.
—¿Qué pasa con Will?
—Eso quedó atrás, lo intentamos, todo lo que pudimos y más pero, tal vez, nuestro camino sea separados.
—Me encantaría tener una relación contigo Christian.
Los jóvenes se acercan lentamente el uno hacia el otro, hasta que sus labios se encuentran y se funden en un intenso beso.
******* ******* *******
Nora, Laurent, Judith y Frannie esperan en el Jeep, son las doce de la noche, los jóvenes empiezan a desesperarse.
—¿A qué espera tú madre a sacarlo de la casa?
—Ya no es hora para ir a cenar —murmura a Frannie—. El allanamiento será otro día.
—¡Ya salen! —grita Laurent asustando al resto.
—¡Me cago en tú puta madre! —murmura Judith sobresaltada.
—¿Qué hacen? —susurra Frannie.
—Caminan hacia el coche de Marcus.
—Me tenía que haber traído las gafas de cerca —masculla Frannie.
—Para el próximo allanamiento te lo recuerdo —dice Judith entre risas.
—¡Agacharos!
El grupo se esconde como puede dentro del Jeep granate, para disimular que está vacío. Los jóvenes se esperan hasta que el coche desaparece al final de la calle y bajan del coche.
—Parece que la madre tampoco está —susurra Judith.
—¿Por dónde entramos?
—Max me dijo una vez que él se escapaba por la puerta de atrás de la cocina.
—Con esta mansión, a saber cuál es la zona de la cocina.
—Por aquí —musita Laurent y les hace una señal con la mano.
—¿Qué pasa?
—Esta ventana está mal cerrada, da al sótano o a una especie de bodéga.
—Entremos —dice Nora decidida.
La joven se cuela por el hueco de la ventana, enciende el flash del teléfono y espera a que Judith entre.
—Tened cuidado —murmura Laurent.
—Y estad atentas al móvil, que no nos pase como en las películas —añade Frannie.
Las chicas suben por las escaleras de madera y llegan al vestíbulo de la mansión, Judith se acerca a la puerta principal, se da media vuelta y le hace un gesto con la mano.
—¿Qué ocurre?
—La alarma no está puesta —la señala.
—¿Y?
—La madre sigue dentro de la casa, en cualquier parte.
—Mierda —musita Nora—. ¿Si fueses una pija fría y calculadora dónde estarías?
—En el baño con champán y tocándome para desestresarme.
—No tenías que ser tan sincera.
—Tú preguntas y yo respondo, esto funciona así.
—Hay que llegar al despacho de Marcus.
Nora envía un mensaje a Laurent diciendo que la madre de Max sigue en la casa, que les avisen de cualquier movimiento.
—Escóndete —masculla Judith y señala varias luces que se encienden y se apagan hacia su dirección.
Las chicas se esconden detrás de una pared, la mujer pasa por delante con un pijama de seda de color rosa pálido y una copa de champán rosado. Sube las escaleras de mármol hacia el dormitorio.
—Espero que el despacho no esté arriba.
—Seguro que está arriba.
—¿Qué hacemos?
—Espero que Frannie sepa lo que se hace.
Nora le envía un mensaje a Laurent, diciendo que necesitan distraer a la madre de Max.
El timbre suena repetidas veces, las chicas vuelven a esconderse, la mujer baja quejándose en susurros. Abre la puerta y Frannie empieza a fingir ser una vecina que acaba de mudarse y viene a presentarse.
—¿Le ha traído un bizcocho?
—Por eso olía tan bien el Jeep, podría habernos dado un cacho.
—Céntrate Judith.
—Mira —Judith señala unas escaleras por la parte de atrás de la casa.
Las chicas suben al piso de arriba, dónde encuentran las habitaciones, otros dos baños y una puerta al final del pasillo, cerrada.
—Tiene que ser el despacho de Marcus. Nuestras respuestas están al otro lado.
—Dame unos minutos.
Judith se pone de cuclillas, se quita una orquilla y empiza a forzar la cerradura.
—No tardes mucho, no sabemos cuanto tiempo la entretendrá Frannie.
—Ve a mirar.
Nora camina con sigilo por el pasillo y se asoma a la baranda, hace un gesto a Frannie para que siga distrayéndola todo lo que pueda. Nora se sorprende, la madre de Max, parece entretenida y encantada con Frannie.
—Nora —la llama Judith.
La joven regresa y la puerta está abierta. Le da un abrazo a Judith y entran en el despacho. Las chicas empiezan a buscar por toda la habitación, escuchan la puerta de la entrada cerrarse. Nora y Judith se miran entre ellas, nerviosas y asustadas.
—¡Madre del amor hermoso! ¡Qué mansión! —grita Frannie desde el vestíbulo.
—Lo ha conseguido, ha entrado —murmura Judith sorprendida.
—Sigamos buscando.
Nora busca entre los libro de la estantería, Judith por el escritorio.
—Qué fuerte —dice Judith.
—¿Qué pasa?
—Les tocó la lotería dos veces.
—No venimos buscando eso —Nora vuelve a la estantería pero se detiene—. O tal vez, si.
—¿Qué?
Nora se acerca al escritorio, enciende el ordenador, Judith la mira desconcertada.
—Tiene contraseña, genial —se queja Judith.
—Dime el número del décimo de lotería.
—Siete, uno, ocho, uno, cero.
—Estoy dentro —Nora lo celebra en silencio.
—Eres una puta genia.
Nora busca por todo el ordenador cualquier documento sobre Max o relacionado con él.
—Escóndete, están subiendo.
Nora cierra el ordenador, y ambas se esconden bajo el escritorio de madera.
—Discúlpeme, creí haber cerrado esta puerta.
La mujer se asoma a la sala y mira alrededor, cómo si supiese que hubiese alguien dentro.
—¿Sharpay? —la llama Frannie.
—Voy, perdóneme.
La mujer cierra la puerta y echa la llave.
—Mierda —susurra Judith.
—Ya se nos ocurrirá algo para salir.
—Nora estamos encerradas, y la ventana está demasiado alta para saltar.
Un ruido metálico capta la atención de las jóvenes, la llave del despacho está en el suelo, Frannie ha tenido que arrojarla por el suelo para colarla.
—Adoro a esta mujer —musita Judith cogiendo la llave.
—Tengo algo —dice Nora—. ¿Qué coño es todo esto?
—Es un alzamiento de bienes en toda regla.
Nora la mira desconcertada.
—Están intentando que Max no herede nada de su fortuna.
—¿Por qué harían algo así? —Nora se queda pensativa—. Max me dijo que su relación con su padre era horrible y que se gastaba su dinero en cosas caras para joderle.
—Si Marcus sabe eso, intentaría cualquier cosa para quitarle el dinero a Max.
—Pero es muy retorcido, es su hijo.
—Abre ese documento.
—Es una confirmación de ingreso.
—Pero no es un centro de rehabilitación —musita Judith.
—¿Qué?
—Es un centro psquiátrico.
Nora se pone en pie y le echa fotos a todos los documentos que están adjuntos a los que acaban de leer.
—Salgamos de aquí.
Las chicas salen, cierran con llave, tienen un mensaje de Laurent diciendo que dejen la llave en la maceta.
—Gracias por venir a presentarse Frannie, ha sido una compañía increíble, habría que volver a repetirlo —dice Sharpay.
—Vamos a la puerta de la cocina —dice Nora.
Las chicas bajan las escaleras y salen por la puerta de atrás de la cocina, Laurent les hace un gesto para que se detengan, las chicas se paran, Laurent asiente y corren hacia al Jeep. El grupo se reúne dentro del coche.
******* ******* *******
Frannie abre la cafetería, da las luces, los jóvenes se sientan en su mesa mientras la mujer prepara chocolates calientes para todos.
—¿Qué habéis descubierto?
—Max está en un centro psquiátrico.
—¡Pobre muchacho! —exclama Frannie desde la cocina.
—Además, están llevando acabo un alzamiento de bienes, quieren conseguir que Max, no herede nada de su fortuna.
—Creemos que es porque Max se gasta el dinero en cosas caras para joderle.
—Pero, ¿por qué encerrarlo en un centro psquiátrico?
—Con un documento que demuestre que Max no está capacitado psicológicamente hablando podrían aceptar que no heredase nada de la fortuna de Marcus y Sharpay.
—¿Cómo sabes tanto de esto Judith?
—Me gustaría ser abogada en el futuro.
—¿Qué podemos hacer?
—Ir al centro, ver cómo está Max, leer su informe de ingreso y sacar muchas fotos.
—¿Por qué le harías todo esto a un hijo? —murmura Nora.
—Porque no es su hijo —dice Frannie y los jóvenes la miran sorprendidos.
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EUFORIA [CLIMAX 2]
Teen FictionSecuela de CLIMAX. La historia de nuestros protagonistas continúa; nuevas amistades, nuevas parejas, más amor, más compañeros, más placer.