EUFORIA [CLIMAX 2]

Paradise

Christian y Hayley esperan a Hank en la calle de atrás, cada uno con un café en la mano. El hombre aparece fumando un cigarrillo, se planta delante de los jóvenes.
—¿Todavía no sabéis nada? —le mira Hayley preocupada.
Hank niega con la cabeza.
—Fue un delito de odio —masculla Christian—. Murieron quince personas y otras cuarenta fueron heridas.
—Lo sé, es una vergüenza, pero no tenemos una descripción de los sospechosos. Solo sabemos que buscamos a dos chicos. Lo siento mucho.
—El homenaje es esta tarde, ¿estarás allí?
—Todo el recinto estará protegido. Tengo que irme.
Hank se da media vuelta y entra por la puerta principal de la comisaría.
—Un mes después y no saben nada —masculla Hayley.
—A nadie le importa una mierda nuestra comunidad.
—Hank hace todo lo que puede, lo sé, le conozco.
—Si no hubiese ido a por el otro...
—Probablemente hubiese disparado y asesinado a varios heridos. Todos le vimos delante de ellos, lo hiciste bien.
—Pero está muerto, tal vez, Hank hubiese conseguido que le diera los nombres de sus cómplices.
—Christian, hiciste lo correcto. Salvaste vidas, eso es lo que importa.
—Las víctimas no tendrán justicia hasta que esos dos sean detenidos y juzgados.
—Es imposible saber quiénes fueron. No vamos a recibir una llamada por arte de magia que nos diga sus nombres y apellidos.
—Llamada —masculla Christian pensativo—. El tipo al que me enfrenté debería tener un móvil, ¿no?
—No llevaba nada encima, salvo el arma.
—¿Y si se le cayó?
Hayley le mira intrigada.
—Le embestí dos veces, su teléfono podría haberse caído.
—Ha pasado un mes, la policía no encontró nada.
—Tampoco sabían que buscar.
—Tenemos que comentárselo a Hank.
Christian asiente.

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Lisa espera sentada en una mesa de una cafetería del centro de Linston. La joven camarera, deja sobre la mesa de mármol el café moca y un café macchiato. Lisa le da las gracias y esboza una sonrisa. Mira su teléfono, lo bloquea y lo deja sobre la mesa. No puede evitar sonreír al ver a Sean cruza la esquina. Viste una camiseta ancha de un tono rosa claro, unos vaqueros negros rasgados por las rodillas y calza unas deportivas grandes de color blanco.
—Perdón, he perdido el metro —dice avergonzado.
Lisa esboza una sonrisa. Se saludan besándose las mejillas.
—¿Qué tal estás? —Sean le mira preocupado.
—Bueno, el otro día me puse a gritar cuando a un crío se le explotó un globo.
—Tranquila es normal, fue un evento traumático.
—La psicóloga me está ayudando mucho —le da un sorbo a su café.
—Te he traído algo —murmura Sean.
El joven introduce sus dedos por el cuello de la camiseta, saca el collar con el anillo rosa con forma de corona. Lisa esboza una sonrisa. Sean le entrega el anillo.
—Gracias —musita—. ¿Por qué lo hiciste?
—No quería que nuestra relación fuese un problema para cumplir tus sueños.
—Nunca lo hubiese sido.
—Lo sé, pero en ese momento me pareció lo más correcto.
—Quiero volver a estar contigo, pero no me quito de la cabeza que planease todo eso...
—Lo entiendo.
—Me encanta verte, quedar contigo, contarnos cosas, pero no sé si estoy preparada para que volvamos.
—Nunca dejaré de pensar en ti, Lisa.
—Necesito tiempo para aclarar mi mente.
—Tómate todo el que necesites, estaré esperándote.
—No me esperes, no quiero que vivas cohibiéndote, esperando mi regreso.
—Lisa...
—Quiero que vivas, que disfrutes cada momento porque no sabemos cuándo será el último.
—Está bien, lo haré —esboza una sonrisa.
—Gracias —sonríe.

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Christian y Hayley esperan delante de las puertas del hospital. Nora sale y esboza una sonrisa al verlos, le da un abrazo a cada uno.
—Me alegra tanto veros. ¿Qué hacéis aquí?
—Venimos a ver a Mark y Madison.
—Mark está durmiendo, acabo de acompañar a Frannie y Debbie a la cafetería.
—Iré a verlas —masculla Hayley.
—Es increíble que Mark esté vivo —susurra Nora—. Quién le atendiese, hizo un magnífico trabajo.
—Fue Sylvie, la compañera de Sean.
—Espero que, en un futuro, trabaje aquí y sea mi compañera. Quiero aprender de ella.
—Voy a ver a Madison —dice Christian.
Nora asiente y esboza una sonrisa.