6

269 43 121
                                    


Edan 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Edan 

Mi móvil sigue sonando y palpo la cama con los ojos cerrados. Mis ocho horas de descanso se han ido lejos.

—Espero que sea una emergencia —suelto de mala gana.

—Edan, te he postulado en la organización CEDU, reúnete con tus nuevos compañeros. A las 9 am —dice mi padre rápidamente—. Por cierto, eres el presidente— y cuelga la llamada.

¿Qué?

Yo no me postulé a esa estupidez. 

Me visto con molestia. Busco la página oficial y me estudio todo lo que debo saber. Si mi padre piensa que voy a renunciar como un cobarde, está equivocado. Unos minutos más tarde, estoy caminando hasta la sala de la CEDU y abro la puerta. Seis pares de ojos me observan mientras me adentro al lugar. Inicio la reunión con las presentaciones.

—Soy Edan Miller, presidente de la CEDU, de segundo año—hago un gesto para que la persona que está a mi derecha también se presente. Se pone de pie.

—Soy Nadia Sotomayor, vicepresidente, de primer año, he vivido aquí toda mi vida —dice con algo de miedo, sus mejillas sonrojándose—. La verdad no tengo ni idea de lo que estoy haciendo aquí, alguien me ha postulado sin mi consentimiento y quisiera renunciar.

Levanto ambas cejas. A ella también le ocurrió lo mismo que a mí, solo que yo no digo nada.

—Firma una carta de renuncia y llévala personalmente al decano —le indico con la voz firme. Busco en la estantería una carpeta que dice quejas, sugerencias y suspensiones. Le extiendo la hoja de renuncia, los demás solo nos observan en silencio—. No queremos que te sientas obligada, sin embargo, entiendo que no se postuló alguien más. Por lo que, sería una pena perder a nuestro único vicepresidente.

Ella parece temblar desde su posición.

—Es una responsabilidad grande —murmura sentándose. Me inclino en su dirección. Sus ojos azules se cristalizan. Parece un animalito asustado.

—Si quieres irte, hazlo, no voy a detenerte. No me hagas perder el tiempo—suelto en completa seriedad. Intento sonar tranquilo, pero sueno demasiado borde para mi gusto e inmediatamente me arrepiento.

Ella se ha congelado en su posición, se pone de pie con rapidez, agarra la hoja y sale del lugar dando un portazo. No me ha dejado disculparme.

—¿Alguien más se quiere ir? —intento preguntar con serenidad, pero de nuevo sueno brusco. Este es el mal de mi vida.

Varias personas se observan entre ellas. Entonces, me doy cuenta de que la chica que casi atropello está entre el grupo. Ella me observa con furia, labios tensos, barbilla elevada y brazos cruzados.

Una chica se pone de pie, se acerca a mí, agarra la carpeta, saca la hoja y se va sin decir nada.

—¿Alguien más? —pregunto enojado. 

Creer que sí (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora