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Emil

Sus labios sobre los míos se sienten calientes, deliciosos y perfectos. La manera en que sus fuertes brazos me rodean por la espalda para apretarme contra su pecho me deja deseando más. Este es un arrebato que para nada me esperaba, pero no voy a quejarme porque yo también deseo tenerlo cerca.

Cuando se separa por falta de aire, recuesta su frente en la mía. Sus manos suben a mi rostro y acaricia mis mejillas con delicadeza.

—¿Por qué?

Acaricio con lentitud sus hombros.

—No lo sé, Edan—confieso bajando el tono de voz—. Solo siento todas estas cosas por ti.

—Tengo muchos miedos—murmura sobre mis labios, todavía sus manos tiemblan.

—Yo te los quito—dejo un beso sobre sus labios, me recibe ansioso. Se vuelve a separar.

—Estoy roto por dentro, Emil—vuelve a decir—. Estoy lejos de ser perfecto.

—No necesitas serlo—me alejo para hacer distancia—. Me gusta cada parte de ti.

—¿Incluso después de lo que viste hoy? —parece temer por mi respuesta. Es la primera vez que veo algo más que su cara sin alguna expresión. Sus cejas están arqueadas, su rostro haciendo una mueca, una de miedo.

—Eres un ser humano Edan, —acaricio desde su frente hasta sus pómulos y luego su labio inferior, sus ojos se cierran al sentirme —. No tienes que fingir estar bien las veinticuatro horas.

Él me observa fijamente y agarra un mechón de mi cabello escaneándolo con lo que parece ser pesar.

—Todo el tiempo me esfuerzo para evitar llegar a lo que pasó hoy —voltea la mirada hacia otro lado y agarro su mentón para que me mire.

—Conmigo puedes ser tú mismo, Edan.

Se queda en silencio por unos segundos. De repente, acuna mi rostro con una mano. Por alguna razón sus ojos brillan y hay algo nuevo en su mirada que todavía no puedo entender. ¿Por qué me está mirando así?

—No te merezco—susurra.

—Lo haces, Edan—vuelvo a inclinarme para acariciar sus labios con los míos. Mi corazón parece querer explotar—. No tienes idea de lo que significas para mí.

—Tú no tienes idea de lo que siento por ti.

Su confesión me obliga a alejarme de golpe.

—¿Qué fue lo que dijiste?

—Siento lo mismo que tú sientes por mí, tal vez más.

Parpadeo varias veces en completo shock.

Creer que sí (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora