[Historia Completa] Cuando Emil Turner se ve a punto de tener que renunciar a sus estudios, aparece una solución, pertenecer a la CEDU, es decir, Consejo Estudiantil de la Universidad. Ella no contaba con que sus planes se verían perjudicados por Ed...
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Edan
Cuando Emil regresó de su reunión con el psicólogo, ya que los guardaespaldas me tenían informado de todo, estaba pálida y parecía entumecida. Yo estaba en la cocina preparando algo de comer para todos nosotros y ella solo avanzó en mi dirección para abrazarme. Me tomó desprevenido, pero mis brazos no tardaron en rodearla con fuerza.
Extrañaba tenerla cerca.
«"—Fred se va a entregar."» Emil había dicho en voz baja.
Solo escuché ese nombre y en vez de alegrarme por la noticia, me enojé porque no quiso decirme en dónde lo había visto o por qué no llamó a la policía.
Así que volvimos a discutir y me mandó a la mierda.
Los guardaespaldas se llevaron un buen insulto por dejarla sola. No podía creer la incompetencia de esos hombres.
El tráfico en la zona es pésimo y tengo malhumor. Hoy no hubo reunión, por lo que, me dediqué a asistir a clase. En cuanto estoy frente al edificio, mi móvil suena y respondo mientras hago un asentimiento a una persona que me saluda.
— Hola, Juliette—digo en voz baja mientras anoto el código en el elevador.
—Mi amor, me enteré de que tus guardaespaldas fallecieron. Me causa tristeza por sus familiares—comienza a decir.
—Lamento no decirlo antes —confieso avergonzado de que se haya tenido que enterar por las noticias.
No tenía las palabras adecuadas para poder explicarle las razones por las que sucedió. Sospechaba que no lo tomaría bien teniendo en cuenta que ocurrió a causa del peligro en el que Emil se encuentra.
— Lo siento tanto. ¿Estás bien? Por favor, dime que estás a salvo. ¿Esto es culpa de esa chica? Sácala a patadas de ahí, Edan. No vale la pena perder la estabilidad en tu vida por una chica que apenas conoces.
Escucharla decir eso me hierve la sangre, porque Emil ha sufrido bastante como para que alguien se refiera hacia ella de esa manera.
—No hables así.
—¿La estás defendiendo? —cuestiona indignada.
—No sabes lo que ha sufrido.
—Ella no me importa, me importas tú.
Me quedo en silencio.
—Te amo mi amor, mi vuelo sale el domingo a las siete de la tarde—menciona después de unos segundos como si nada.
Eso significa que faltan dos días para su llegada.
—Yo mismo iré por ti —es lo único que respondo esperando llegar al piso veinte.
