Emil
Después de ordenarme que cambie mi ropa, espera a que me incorpore. Quería que me besara, pero al parecer decidió ignorarme.
Se gira para salir de mi habitación, pero mi mano agarra su camisa bien planchada provocando que se detenga. Ambos hacemos silencio. Mi mano por alguna extraña razón está temblando y mi corazón está a punto de salirse de mi pecho.
No sé por qué estoy sintiendo algo extraño. Esto jamás lo esperé de él. Después de todo lo que pasó nunca creí verlo aquí, en mi habitación y preocupado por mí. Era la primera persona a la que le importaba y necesitaba saber por qué.
—¿Por qué haces esto? —la pregunta sale en un susurro.
Parece pensar en una respuesta.
—Porque puedo y quiero —se aleja de mi agarre. Y da unos cuantos pasos para salir.
¿Eso es todo lo que dirá?
—Creí que me odiabas —confieso antes de que levante la cortina.
Su mano se detiene y esta vez se gira. Sus ojos oscuros me observan sin ninguna emoción y de repente, me siento irritada. ¿Acaso alguien lo ha amenazado? ¿Por qué es tan difícil sonreír o hacer una mueca? ¿Por qué tiene que ser tan insoportablemente odioso? Hace un segundo me miraba de otra manera.
—Para odiarte tendría que quererte primero.
Eso por alguna razón me duele.
—No tienes que ser tan insensible, Edan. Además, no es necesario querer algo para odiarlo — suelto completamente enojada —. ¿Por qué lo arruinas todo con tus estúpidas respuestas?
—Cuando no respondo con lo que quieres escuchar, ¿te enojas? —levanta una ceja —. ¿Qué tan engreída eres?
—¿Engreída?
—Y muy imprudente e impulsiva—se encoje de hombros.
—Solo hice una maldita pregunta. ¿Qué tan difícil es responder con honestidad?
—Te respondí con honestidad, pero luego decidiste suponer que te odio.
—¡Es que parece que me odias! —muevo mis manos con desesperación—. ¡Mírate!
—Si eso piensas... —sus labios se mantienen en una línea recta.
—¡No has demostrado lo contrario! —levanto la voz —. Lo único que haces es llamarme zorra y tener esa cara de culo todo el rato.
—Espera un momento —hace una mueca —. ¿En qué momento esto comenzó a tratarse de lo que pasó en la sala del CEDU?
—Porque—me interrumpe.
—Lo que haces es tergiversar todo. Hace un segundo se trataba de algo y al otro, estás sacando cosas del pasado.
—No uses ese tipo de palabras conmigo, porque no te entiendo una mierda —suelto un bufido. Ahora estoy molesta—. Y para mí no es pasado, me molesta como si hubiera ocurrido ayer.
—Deformas toda una situación—me observa con la expresión tan seria que solo quiero darle un zape en la cabeza.
—Me llamaste zorra, Edan. No intentes negarlo ahora —intento defenderme.
—Me ofreciste una felación para mantener tu puesto de secretaria—me recuerda sin nada de tacto. Y pensar que hace un momento fingió culpa. Este era su verdadero ser en su máximo esplendor. Ni siquiera entiendo qué hace aquí.
—¡Que no uses ese tipo de palabras! —vuelvo a quejarme caminando de un lado a otro por la habitación.
—Yo hablo así —menciona observándome con los ojos entrecerrados—. Si no te gusta, te invito a leer un diccionario. A lo mejor, aprendes a hablar con formalidad.
—No seas tan presumido, ¿crees que, por hablar francés, inglés, ser el presidente del CEDU y estudiar administración de empresas te da el derecho a desprestigiarme como persona?
—Emil —parece exhausto —. ¿Por qué te empeñas en alterar mis palabras? Intento explicarte algo.
¿Por qué está tan tranquilo? Yo parezco un león hambriento. Tengo la respiración agitada. Parpadeo muchas veces intentando controlarme. Él permanece mirándome sereno.
—Hay algo más —afirma y mi cuerpo se tensa —. Estas enojada, pero no es conmigo, es por algo que aún no has dicho. ¿Me equivoco?
Mis ojos se cristalizan.
—¿Qué fue lo que te hicieron?
Retrocedo y me cubro el rostro. Vuelvo a escuchar sus pasos. Se está acercando. Mi cuerpo vuelve a temblar y mis piernas se debilitan. Ni siquiera espero el momento en el que los brazos fuertes de Edan Miller me rodean por la cintura para abrazarme.
Y entre sus brazos, me derrumbo por completo.
ESTÁS LEYENDO
Creer que sí (+18)
Romance[Historia Completa] Cuando Emil Turner se ve a punto de tener que renunciar a sus estudios, aparece una solución, pertenecer a la CEDU, es decir, Consejo Estudiantil de la Universidad. Ella no contaba con que sus planes se verían perjudicados por Ed...