(Advertencia: vayan a purificar sus almas)
Emil
Su respuesta ante mi comentario es sonreír de medio lado y morderse los labios. Un gesto que jamás había visto en él pero que me enciende al punto de sentir que mis paredes se contraen. Edan Miller es un hombre sexy y que no tiene que envidiarle nada a nadie porque prácticamente lo tiene todo. Todo su rostro y cuerpo gritan «si te follo ahora, no volverás a ser la misma». Y vaya que no he vuelto a ser la misma desde que se metió entre mis piernas y me dio el primer orgasmo.
Aunque no lo parezca y haya demostrado lo contrario, jamás había hecho todas las cosas que he hecho con él. Supongo que, por este motivo, todo lo que he vivido a su lado se ha vuelto tan especial para mí.
Lo que siento por él es algo que va más allá de mi comprensión. Solo dejo que mi cuerpo reaccione a su gusto. Por esa razón, lo siguiente que hago es llevar su miembro a mi boca para succionarlo como si hoy se fuera a acabar el mundo.
Aunque espero que sus dedos se enreden en mi cabello, eso no ocurre pues parece que se contiene de intentar dominarme y eso me prende más. Observo hacia arriba y esta vez sus ojos me miran con un brillo de lujuria. Me desea tanto como yo lo deseo a él.
Se muerde los labios y suelta una especie de gemido varonil que me incita a chupar con más velocidad. Me separo de él solo para bajar un poco más y darle atención a sus testículos. El gesto lo sorprende porque sus manos agarran mi cabello y ejerce una fuerza tolerable para obligarme a ponerme de pie.
Me acerca a su rostro para dejar un beso brusco sobre mis labios.
—Si sigues así, no voy a poder follarte—es lo único que dice antes de levantarme por la parte inferior de los muslos para que rodee la cintura y al mismo tiempo, se gira para pegarme a la pared y me penetra de golpe.
Una onda de placer me recorre todo el vientre cuando entra más profundo y mis ojos se cierran. Me concentro en todo el placer que crece dentro de mí al tiempo que sus movimientos mantienen un ritmo tortuoso como si quisiera asegurarse que esto es real.
Ambos soltamos un suspiro y mis brazos rodean su cuello, mientras los suyos aprietan mi trasero para impulsarse hacia adelante. La posición es extraña y siento que me voy a caer, pero Edan tolera mi peso o está tan excitado que eso no parece molestarle. Mis gemidos son silenciados por sus labios que se encargan de besarme con lentitud. Ambos ignorando que estamos follando en el lugar donde comenzó todo.
Especialmente mi casi odio por él.
Si alguien me hubiera dicho que el estirado, borde e insensible presidente del consejo estudiantil de la universidad se iba a convertir en el amor de mi vida, me habría orinado de la risa.
—¿Te gusta sentirme dentro de ti? —suelta con la voz ronca, el comentario provoca que mis paredes se contraigan.
—Me encanta—suelto otro gemido, me aprieta las nalgas deseoso—. Ya te lo dije una vez, te dejaría follarme cuando te dé la gana.
Su rostro se entierra en mi cuello y pasa la lengua lentamente desde mi clavícula hasta la parte posterior de mi oreja. Y mi cuerpo entero se estremece.
—Entonces, ¿eres mía? —me muerdo los labios ante su comentario.
—Toda tuya, Edan—mi respuesta lo complace. Lo siguiente que hace es bajarme al suelo y me acerca al escritorio para sentarme sobre él. Se mete en medio para abrirme las piernas y me observa directamente a los ojos.
—Te dije que te pondría sobre mi escritorio—dice para después penetrarme, mis ojos se giran y cuando pienso que no podré con tanta sensación de placer, su dedo pulgar se mueve de forma circular sobre uno de mis puntos más sensible.
Sus embestidas incrementan, a medida que siento una presión en el vientre. No puede ser, me voy a correr otra vez. Cuando exploto, lo primero que pienso es que se va a detener, pero eso no ocurre. Sus movimientos continúan y siento que voy a caer por el abismo del placer.
Mis ojos se cierran pensando que de esta manera me quiero morir, cuando de repente, sus movimientos se vuelven algo bruscos y torpes. Escucho varias maldiciones salir de sus labios y cae sobre mi pecho respirando agitadamente y con una capa fina de sudor sobre su espalda. Llevo mis dedos a esa zona para dejar una leve caricia.
—En serio te amo, Edan—murmuro ahora acariciando las hebras de su cabello. Parece intentar recuperar el aliento.
—No quiero perderte—dice en voz baja soltando un suspiro.
—No vas a perderme—le aseguro, lo veo incorporarse, sus ojos se ven algo tristes—. No pareces feliz.
Su mano sujeta mi brazo y me ayuda a sentarme.
—Temo que esto solo sea la emoción del momento y mañana vuelvas a ignorarme.
—Deja ese miedo, bebé, no te voy a ignorar—hace un gesto de confusión, pero me acerco para besarlo—. Vamos a comer algo rico, yo invito y tú pagas.
Me sonríe ampliamente y me acerca a su pecho. Nos abrazamos por unos minutos. Luego, ambos nos vestimos y salimos de la oficina como si nada hubiera pasado. El de limpieza no iba a encontrar nada, nosotros nos encargamos de no dejar evidencia. En cuanto llegamos al estacionamiento me remuevo observando hacia ambos lados.
—¿Vienes? —Edan abre la puerta para mí y me quedo observando ese espacio por unos minutos. Entonces, volteo a mirarlo.
—¿Significa que vuelves a ser mi esposo?
—Nunca firmamos el divorcio, Emil, sigues y seguirás siendo mi esposa por el poder de la abuela.
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Creer que sí (+18)
Romance[Historia Completa] Cuando Emil Turner se ve a punto de tener que renunciar a sus estudios, aparece una solución, pertenecer a la CEDU, es decir, Consejo Estudiantil de la Universidad. Ella no contaba con que sus planes se verían perjudicados por Ed...