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Ay, no... Acaba de sonar la alarma que anoche Adrien programó para no quedarse dormido, por lo que significa que ya son las seis de la mañana... Yo no puedo despegar mis párpados, a diferencia de él que enseguida se empieza a mover suavemente para desperezarse y me doy cuenta por el rebote del colchón. Me abraza aún acostado junto a mí, me besa la mejilla y se gira hacia el lado contrario para a los segundos levantarse e ir hasta el cuarto de baño.

No le he dicho todavía, pero la cena de anoche no me sentó para nada bien y no logré dormir más de dos horas de corrido. He tenido que vomitar dos veces durante la madrugada para tratar de calmar el dolor de estómago que esa comida exageradamente especiada me causó y ahora me duele muchísimo la cabeza, clásico síntoma de pataleta al hígado. Maldigo el momento en el que decidí que probar un plato típico sería una buena idea cuando sé que no estoy acostumbrada al exceso de condimentos. Y no es por cargarlo de responsabilidad a él, pero cuando anoche regresamos del restaurante me cogió tan fuerte que creo que me terminó de sacudir el estómago. De cualquier manera no me quejo porque estuvo riquísimo...

Con un gran esfuerzo logro abrir mis ojos pero siento que la cabeza me da vueltas, tengo que esforzarme para que no se de cuenta de que me siento mal porque hoy no estaremos juntos en casi todo el día y no quiero preocuparlo o que termine dejando de lado sus obligaciones por mi culpa, porque sé que es capaz de cancelar todas sus reuniones con tal de quedarse cuidándome. Pero debo ser fuerte y no una carga para él. Vamos Marinette, levántate. Eso es, conseguí sentarme al borde de la cama. Tomo una bocanada de aire para intentar pararme sobre la alfombra pero un puntazo a la altura de la boca del estómago me obliga a quedarme sentada unos instantes más. Justo cuando estaba apretando mis párpados para aguantar el cólico, Adrien salió del baño y me vio.

—Qué te... Qué te pasa Mari, te sientes bien? —Se acercó, se agachó frente a mí y apoyó sus manos sobre mis rodillas.

—Sí, sí... Solamente me dio un calambre, pero ya está. —Mentirosa. 

—Estás... Segura? Te noto un poco pálida. —Examinó mi rostro moviéndomelo con cuidado con su pulgar sobre mi mentón.

—No te preocupes, estoy bien! —Le sonreí para que se quedara tranquilo.

Entrecerró sus ojos mientras me inspeccionaba con la mirada hasta que un leve rugir se oyó desde mi abdomen. —La comida de anoche te sentó mal, verdad?

Cómo lo...? 

—Sé que te levantaste durante la madrugada para ir al baño y que no dormiste bien porque no dejaste de moverte. Aún no hemos dormido mucho juntos pero me doy cuenta de que ésta vez fue diferente a las de la semana pasada, además, si hay algo de lo que no sufres es de insomnio porque hasta has llegado a roncar de lo profundo que caes y recuerdo que siempre llegabas tarde a la escuela por no poder despertarte.

—Bueno, eh... Sí. Es verdad, estuve algo molesta. Creo que no fue buena idea lo del plato típico, tenías razón. —Así es, él me dijo que no era muy conveniente pero no le hice caso. Pero cómo es eso de que ronco? Por qué nadie me lo dijo antes? —De verdad ronco?

Rió dulcemente acariciándome la mejilla y se sentó a mi lado sobre la cama para abrazarme de lado. —Sí, pero muy suave y no todo el tiempo. También hablas dormida... Pero no me preguntes lo que balbuceas porque no te lo pienso decir. Eso me lo guardo para mí.

—Qué? También hablo? No es justo, yo quiero saber!

Chistó de manera negativa, me besó la sien y se levantó de la cama, yo lo seguí con la mirada ya que solamente llevaba puesta su ropa interior y apreciar lo sexy que es mientras comienza a vestirse hace que olvide de a ratos que me duelen el estómago y la cabeza.

Vanilla Lemon -MLB AU Adrienette-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora