Capítulo 1: Los chicos nuevos

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Busco en mi armario, pero termino sacando todo la ropa que estaba en el para no encontrarlo, busco detrás de el pero lo que encuentro es un zapato ¿como llegó ahí? No tengo idea, miro debajo de mi cama, pero no encuentro ese estúpido suéter, cuando me pongo de pie veo mi habitación hecha un desastre, parece que un tornado arrasó con mi habitación y ese tornado es nada más ni nada meno que yo. Digamos que el orden no es mi fuerte, soy un desastre, suspiro y recurro a mi segunda opción para encontrar mi suéter.

- ¡Mamá! ¡¿has visto mi suéter?! - grito desde mi habitación.

- ¡Creo que estaba sobre el sofá! - gritó ella.

- Por favor que no lo haya tomado ella, ella no - salí de mi habitación y fui directo a la sala donde efectivamente estaba mi suéter, pero mi hermana lo tenia puesto - Sam dame mi suéter - dije entre dientes.

- No. Después te lo doy - Sam era mi hermana, ella tenía quince años, por lo que ella era dos años menor que yo, siempre usaba mi ropa sin preguntar, ella sabía que odio que lo haga, pero le da igual, ella era un poco mas baja que yo, su cabello era rubio y sus ojos cafés, su piel era algo pálida al igual que la mía, teníamos cierto parecido aunque odio admitirlo.

- Sam, por favor dame mi suéter - dije amablemente.

- Dije que después -

- Intente hacer esto por las buenas pero no me dejas más opción que hacerlo por las malas - dije antes de lanzarme sobre ella para intentar quitarle el suéter  forcejeó pero logré arrebatarle mi suéter.

Me levante del suelo, una sonrisa victoriosa se forma en mis labios.

- Ya deberías aprender a dejar de usar mi ropa, Samy

- Eres una aburrida - dijo cruzándose de brazos.

- Y tú una perdedora - ella me enseñó la lengua.

- ¿Peleando como niñas otra vez? - preguntó Daniel entrando a la habitación - Y yo que pensaba que ya habían madurado - él era mi otro hermano y era mayor que yo por tres años.

Él era mucho más alto que yo, sus ojos eran marrones oscuros que casi parecían negros, su cabello rubio al igual que el de mi madre, bueno él y Sam se parecían a mi mamá yo en cambio me parecía a mi padre, el cual nos abandono cuando nació Sam.

Realmente ya no me acuerdo de él y tampoco quiero hacerlo.

- Lamentamos decepcionar al más maduro de esta casa - dijo Sam con obvio sarcasmo.

Daniel puso los ojos en blanco.

- ¿Cuando dejaras de comportarte como una niña? - le preguntó Daniel.

- Tal vez... Nunca - dijo con una gran sonrisa - además dicen que el que madura se cae del árbol y yo no me quiero caer de ningún árbol

- Si sabes que no es literal ¿verdad? - le pregunté.

Sam me da una mirada asesina.

- ¿Que voy a hacer contigo? - dijo Daniel.

- Pues...

- Ya no digas más - le pidió - ¿tu no tienes que ir al instituto?

- Ahm... ¡Sí! Ya me voy - dije antes de que Sam quisiera ir conmigo, estudiamos en el mismo instituto pero no me emociona la idea de ir con ella, no porque me avergüence o algo por el estilo solo que ella y yo no nos llevamos de los mejor.

Tomo mi mochila y salí corriendo de la casa, camino hacia la casa de al lado, toco la puerta y espero unos segundos.

- ¡Any! - dijo antes de abrazarme.

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