Prólogo

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En una soleada ciudad costera, caminaba la familia Brynes con su hija de 5 años, mirando todo emocionada.

—Mami ¿Ya voy a conocer el mar?— preguntaba La Niña dándole la mano a su mamá, Andrea Brynes sonrió. Caminaban por las calles de la ciudad hasta llegar a la playa.

—Si cariño, te va encantar—Andrea y Brandon amaban tanto a su hija, les encantaba verla feliz.

—¿Es como en la televisión?— preguntaba curiosa, Brandon negó divertido, La Niña los contagiaba de emoción.

—Mucho mejor Miryma— su papá la cargo, había una complicidad padre e hija — pero recuerda lo que te enseñé—

—¿Que hay animalitos muy grandes y peligrosos en el mar? — Brandon asentía en señal de aprobación, mientras se detenían en un cruce vial por la señalización del semáforo — y que debo estar en la orilla siempre, para evitar eso — Brandon estaba obsesionado con la supervivencia y seguridad, así que siempre que podía le enseñaba en medida que su hija crecía a cuidarse.

En cuanto cruzaron la calle que daba directo a la línea costera, La Niña miró aquel mar, sonrió emocionada.

—Es enorme papá — gritaba eufórica La Niña levantando los brazos,  Brandon la bajo porque andaba muy emocionada.

La niña se quitó sus sandalias, que Andrea recogió rápidamente y guardó en el bolso.

—¡La arena se siente como algodón de azúcar! — gritaba Miryma sintiendo por primera vez la arena en sus pies.

Su papá la alcanzó rápidamente cuando estaba a medio metro de entrar al mar.

—Vamos papi—le daba la mano a Brandon, este se la acepto gustosa.

Andrea veía esta escena y no pudo evitar tomar una fotografía, estaba por fin teniendo una familia.

En cuanto Miryma tocó el mar, sus sentimientos de nerviosismo y emoción fueron transmitidas a través del mar, como conductor, a una de las pocas personas que  puede percibir estos sentimientos.

Ragnath y su hijo mayor Akmed, era la primera expedición del príncipe Akmed  con  17 años, en la tierra y como debía ser.

—Padre ¿percibes eso? — algo extrañado con esos sentimientos tan puros que le llegaron.
Ragnath estaba preocupado, nadie debía salir de su pueblo a la tierra, pero esa idea fue desechada porque ningún ciudadano de su pueblo podia trasmitir sentimientos, solo al familia real.

Pero sus demás hijos menores de encontraban en casa al cuidado de sus niñeras, no podían ser porque tenían menos de 15  años, unos niños apenas, no tenían su cola totalmente desarrollada apta para nadar en las corrientes de la tierra.

—Investiguemos— la última vez que Ragnath estuvo en la tierra, fue hace casi 6 años, con su amigo de toda la vida Naim Ocean, el rey que abdicó, por tener una vida en la tierra.

Recordando lo qué pasó esa última vez comenzó a nadar con fuerza, su corazón estaba impaciente, ansioso, nervioso, incluso con algo de miedo.

Esos sentimientos junto con los de confusión de su hijo, llegaron a la pequeña miryma que de estar nadando con su papá pasó a estar abrazada a su papá.

—¿Qué ocurrió pequeña?— la niña se Refugio en el cuello de su papá — ¿te cayó agua en los ojos?—

—Tengo miedo papi—como era muy joven aún no sabía cómo canalizar esos sentimientos ajenos y no mezclarlos con los suyos.

—No pasa nada bebé, sabes que aquí estoy para cuidarte— La Niña trato de sonreírle, confiaba mucho en su papá.

Cuando llegaron a la playa donde se percibía esos sentimientos, Ragnath miró a su hijo Akmed.

—Regresa ahora a Imperio, voy a ir a ascender— Ragnath miró como su hijo iba a protestar y se apresuró — Recuerda que no solo soy tu padre Akmed, también soy tu rey, me debes respeto y obediencia.—

Ante la mirada severa de Ragnath, Akmed asintió y se fue rápidamente por donde vino.

Cuando Ragnath ascendió por la fosa marina, salió a la superficie, había muchos humanos, por suerte el lucia como un humano más. Canalizó los sentimientos y encontró la fuente de ellos.

—¡Mira papi! Estoy nadando contra la corriente— ¿Era una niña pequeña? Ragnath sintió la emoción de Myrima, la calculó como de unos 5-6 años.

Brandon estaba sonriendo, su hija estaba nadando, después de unas clases de natación que la había metido en la ciudad donde eran, igual estaba cerca cuidándola.

—¡Vamos a comer!— gritaba Andrea que no era la más fanática Del Mar, pero aún así hacia el esfuerzo por su esposo e hija.

—Vámonos pequeño pecesito, mañana regresamos al mar— le aseguro Brandon y Miryma asintió.

Ragnath sentía una conexión con esa pequeña, quedó encantado con La Niña, esa conexión pasan pocas veces en la vida, la sintió con sus hijos y la estaba volviendo a sentir con ella.

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