Capítulo 8

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Ragnath contemplaba Imperio desde el ventanal del salón principal, está mañana había caminado por las calles, claro en cubierto, para ver las necesidades de la gente.

Él que esta supuesta paz, era más bien una guerra fría, ahora se corría el rumor, que la princesa Miryma con sus nuevos aliados, podría derrocar al heredero de la corona el príncipe Akmed.

—¿Escuche que me mando hablar padre?— era la princesa Miryma llegando al salón principal con una sonrisa, se acercó al rey, le hizo su reverencia.

—Creí que vendrías mañana — la chica nerviosamente negó.

—Así iba a ser padre, pero el principal Endel me informó del regalo que traía para imperio, así que me adelanté para hacerlo que funcione —Ragnath quedó convencido con esa explicación.

—Fue muy generoso el príncipe Endel, ese artefacto que con solo poner la mano, puedes ver los pensamientos que trasmite una persona o los hechos, servirá mucho en los juicios. Tú te encargaras de esa área — la chica asintió.

—Es un placer ayudar a la mejora de imperio— Ragnath suspiro, no creía que su hija fuera capaz de traicionar a su hermano mayor, mucho menos a él. —¿Ocurre algo padre?—

—Se corren los rumores en el pueblo que tú quieres tomar el trono, usurpar el lugar de tu hermano Akmed, quiero saber tu opinión al respecto— mirandola a los ojos.

—Es una tontería, yo amo mucho a mi hermano Akmed y quiero ayudarlo cuando el sea el nuevo rey de Imperio, no aspiro al trono padre si eso se pregunta — con una sonrisa mirándolo a los ojos— si hubiera aspirado al trono, hubiera aceptado la propuesta de Akenatut hace 7 años — con ironía — yo solo quiero conservar una vida humana normal como la de mis papás, venir de vez en cuando a Imperio cuando mis hermanos o usted me necesiten—Ragnath le creía a su hija.

—Que bueno es tenerte hija mía, la flor más bella de Imperio—encantado con su hija—¿Qué puedo hacer por ti? Pídeme lo que quieras y será tuyo—

—Estoy mas que plena, con ustedes padre. No necesito nada más — lo abrazo con una sonrisa — con permiso padre, lo dejo descansar, iré a arreglar el regalo que nos dio el príncipe Endel — se despidió Miryma haciendo un gesto de reverencia antes de irse.

Se encerró en el salón más grande del palacio, lo primero que hizo fue quitarse ese molesto vestido y la corona, por ropa más cómoda unos shorts cómodos, una blusa de tirantes y sus tenis, se ató su cabello en una coleta alta. Saco de su mochila sus herramientas para poder hacer ese artefacto, viendo los planos que le había entregado Endel.

—Okey, pero lo haremos bien— sacando su teléfono, agradecía eternamente que el príncipe Endel le hubiera puesto un hechizo a sus aparatos electrónicos para que no se descompusieran, ya llevaba 6 celulares así. Pudo por fin mandarle un mensaje a su mamá diciéndole que ya se encontraba en Imperio.

Así que se puso a construir un estante donde pondría aquella lámina brillosa que transmitiría los pensamientos, acciones, la tenía que conjurar.

—Hermanita — era Bander que había ido a visitar a su padre para unas dudas sobre su zona. Pero cuando escucho unos ruidos peculiares en esa habitación, no dudo en entrar con Axiles al frente.

—Hola Bander— dejó su martillo, para venir a darle un beso en la mejilla —Axiles — lo saludo con una sonrisa —Miren ¿Qué les parece?— había construido un pequeño estante.

—Impresionante hermanita — le dijo Bander viendo la fuente— parece un lavatorio de manos — Miryma lo miró mal, Axiles estaba impresionado que ella sola construyó eso.

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