Capítulo 11

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—No he encontrado nada padre — hablaba Miryma, llegando al salón de su padre, el rey Ragnath. —he interrogado minuciosamente a cada prisionero que tenemos en las celdas, no hay indicios de un líder, solo un grupo de aldeanos que se unieron para hacer disturbio— tenia que actuar lo más normal. Ragnath que la miraba atentamente suspiro, quizás se estaba alertando de más.

—Bueno Miryma te agradezco tu ayuda, la verdad, el consejo está empezando a hablar de ti, están satisfechos— Miryma solo asentía.

—Deberían hablar del poderosisimo control que está ejerciendo Akmed en el centro de la ciudad es impresionante su disciplina — Ragnath sonrió orgulloso, eso quería, una hija que amara con intensidad a sus medios hermanos, a tal punto de ponerlos sobre todas las cosas.

—Lo hacen, pero estas brillando tú también, del que estoy preocupado, es de Ceti, casi no he podido hablar con él. — preocupado Ragnath —Estuve pensando la propuesta que me hiciste, que tus hermanos vayan a conocer tu mundo, con tu madre Andrea. Creo que necesitan un poco de distracción.— la sonrisa sincera de Myrima era evidente.

—Te aseguró padre, que estarán más que bien en mi casa— lo tomo de las manos y sonrió.

—Lo sé hija— le beso la frente y la chica asintió, se aferraba a creer que su padre, era aquel ser recto y de buen corazón que tanto se lo pintaron.

—Me iré a descansar padre, no voy a cenar, así que te veo en la mañana—le dijo y se despidió con una reverencia antes de salir.

Se sentía ahogada, había pedido el consejo de su papá Brandon, tenía demasiado tiempo que no lo veía, pero le mando audios a grandes rasgos, su papá le dijo que actuara con cautela, que investigara por su propia cuenta.

Al llegar a su cuarto, saco de su cajón aquel elixir, volviendo a tener esa cola negra, comenzó a nadar como pudo.

Sin saber que la estaban siguiendo muy de cerca, la chica comenzaba a buscar la tumba de su tío Thiceus. Tenía que comprobar con sus propios ojos, aquel acto tan atroz del afamado consejo.

Utilizaba ese elixir como recurso, ya que es muy feliz reconocerla por sus piernas, ya que es la única persona que no tiene cola.

Cubierta con una capa, pasaba desaparecida. Tardo 1 hora y  30 minutos en nadar hacia la zona más lejana de Imperio, la más alejada de todos, poco habitable, con muchas algas en lugar de coral.  Miryma estaba cansada porque jamás había nadado esa distancia.

—¿Miryma? — la chica se quedó pálida al escuchar su nombre, se giró y vio a su mejor amigo. —¿Desde cuando tienes cola?— se acercó a ella, Nanyloh y le quito la capa.

—¿Como supiste que era yo?— Nanyloh se empezó a reír.

—Esa capa, yo te la regale ¿te acuerdas? Además nadas como tritón recién nacido, no sabes moverte con más rápido— Nanyloh la miraba sin creer— has estado actuando muy extraño ¿es por esto?— ambos se sentaron entre las algas. Como si de dos jovenes enamorados se trataran.

—Nanyloh, estos días he aprendió de algo muy importante— mirándolo a los ojos— se trata de la lealtad, necesito saber ¿A quien le das tu lealtad? ¿Al rey o a mi?— el joven tritón se quedó analizando la respuesta.

—Pues el rey Ragnath me dio una misión, pero tú me diste una vida muy completa gracias a ti conozco más allá  de este océano, trabajo mucho en tu tierra natal, para tener un lugar donde vivir, mi preciada motocicleta— mirando con una sonrisa. — implantarme en tu vida, me dio la oportunidad de tener una de las mejores amistades y una vida... así que, creo que mi respuesta es clara, soy leal a ti. — con una determinación que casi se le va el aliento a Miryma con cada palabra que decía Nanyloh.

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