Capítulo 43 "Mi mirada cambió"

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La chica no podía dormir, tomó su poción y sus piernas fueron sustituidas por su cola, con ese característico color negro.

Se sentía tanto dolor que se fue convirtiendo en impotencia, después en enojo.

No le iba a cumplir la promesa que le hizo a su padre, su hermano mayor creía que ya se había ido a imperio, pero estaba en el departamento de Nanyloh.

Le había pesado no poder romperse sobre la tumba de su amado, pero tenía una pequeña esperanza.

Abrió la ventana de la habitación que Nanyloh le prestó, salió con mucho cuidado, de no ser descubierta.

Ya se sabía quienes estaban coludidos con Delta, una sonrisa macabra salió de sus labios.

Ella también podía mandar un mensaje.

Un corazón cegado por el dolor, desesperación, cae en locura. Pero ella no iba a tener miramientos con esa plaga que ha estado invadiendo Imperio, para mal.

Esto no era el infierno y ella se los iba a dejar claro.

...

—Te levantaste más temprano de lo que pensé— le dijo Nanyloh sorprendido, viendo a su mejor amiga modorra —¿Cómo amanecieron?—

—Ellos están bien — tocando su vientre — yo no sé cómo sentirme — se encogió de los hombros— agradezco tu apoyo— tratando de sonreír, pero no pudo.

—Está bien, no fuerces una tranquilidad que no tienes. Yo no soy tus hermanos, soy tu amigo— limpiándole las lágrimas que empezaron a salirle.

—Ya le iba a pedir que si nos mudábamos a la tierra, ni siquiera quiero ver a donde estaba su departamento porque siento desmayarme—Myrima se refugió en el hombro de Nanyloh.

—Ese pez, si que te amaba—Myrima suspiró, la esperanza la hacía no desmoronarse por completo.

Necesita hablar con la persona que ha sido su hada madrina y si es posible con Marshall.

—Ven come algo, te prepare esa alga que tanto se te venía antojando— le explicó mientras iba a la cocina por ese plato que preparó momentos antes.

—Gracias — iba a comenzar a comer cuando empezaron a tocar la puerta con desesperación.

Nanyloh abrió la puerta confundido, cuando vio a los tres hermanos de Myrima.

—¿Qué hicieron?— preguntó Ceti viendo a ambos.

—¿Qué cosa?— comentó Nanyloh sin entender, Myrima decidió comenzar a comer tranquilamente.

—Amanecieron los 6 guardias personales de Ragnath con los ojos quemados y empalados frente al palacio— explicó Zilian,
Myrima seguía tranquilamente.

—¿Y qué tiene que ver con nosotros?— preguntó casualmente Myrima, no es que se sintiera orgullosa de lo que hizo, pero le causaba satisfacción haber acabado con algunos demonios.

—No tengo ninguna duda que fuiste tú, me contaste la historia de ese famoso personaje que empalo a humanos — le dijo Bander cruzando los brazos —Solo me queda duda ¿Cómo le quemaste los ojos?—

—Yo tampoco tengo duda— dijo Ceti, Nanyloh me miró mal.

—Pudiste poner en riesgo a tus bebés, por eso—  le dijo Nanyloh sin poder entender cómo Myrima hizo eso.

—Ni siquiera, lo he confesado— comenzó Myrima, pero la mirada de los 4 era certera.

—Ni te atrevas a negarlo, jovencita— decía Thiceus entrando al departamento de Nanyloh —Vine a verlos en cuanto, vi el espectáculo— haciendo énfasis en la última palabra.

—Ya era justo que ese demonio se diera cuenta que no puede hacer lo que su santa voluntad en este pueblo— todos observaron como la mirada de la chica se empezaba a tornarse naranja.

Ese calor característico en la mirada de ella, hizo que cerrara los ojos.

—Myrima ¿y si te vas a la tierra un rato? Que tu mamá Andrea y Naim te ayuden con esto, ve con un terapeuta, ve a que chequen a los sobrinos— comenzó a decir Bander.

—¿Por que no me quieres cerca Bander?— aún con los ojos cerrados.

—Por qué hermanita, por si no te das cuenta, te lo pondré en términos humanos así quizás me entiendas más— dijo Ceti tratando de hacer de conocimiento —Estamos en una especie de Guerra fría; donde por razones de naturaleza, tienes a la nueva generación de Aktera e Imperio.— explicándole con delicadeza — piensa que si sigues aquí, puedes estar en peligro. No creo que Axiles hubiera querido eso—

—Tienes razón— decía Miryma derrotada.

....

El olor a azufre era demasiado familiar, que lo sacó de su trance.

—¡¿Myrima?!— fue lo primero que pronunció de sus secos labios, abrió los ojos y vio ese anaranjado cielo. La desesperación lo inundó, aún no tenía su habitual cuerpo demoniaco.

Ahorita era una especia de ser a corpóreo, en el inframundo.  Necesitaba volver al mar, necesitaba volver con su Myrima, con sus bebés, derrotar a Delta.

Axiles había vuelto a su forma primaria, lo que significaba que volvía a sus instintos, su estado demoníaco.

Sus recuerdos, sus vivencias en el cuerpo de Nassir, sus pláticas con Bander, las reuniones con sus hermanos y su amor hacia Myrima.

Se estaba volviendo uno más de los demonios primarios, antes de tener cuerpo, se estaba consumiendo por las bajas vibraciones.

...

En la tierra, Myrima estaba en la mansión Ocean. Donde Andrea y Naim estaban viviendo juntos desde que empezaron su relación.

—No sé cómo ayudarla— dijo Andrea viendo a Myrima en la alberca, sentada en el fondo de la misma, mientras comía frituras picosas. —Me comuniqué con Anael para que venga a visitarla—

—Muy bien, mi amor. — abrazaba a su humana y le acariciaba los hombros.—Mi hermano junto con mi padre, están ayudando en el combate interno de imperio—

Miryma veía a la nada, el agua escondía las lágrimas de la chica.

Ella tenía la esperanza de que no todo estuviera perdido, tenía la esperanza de que su Axiles, tratara de buscarla, de encontrar otro cuerpo.

Pues aunque su cuerpo sea otro, pupilas cambien, su nombre sea distinto, el alma detrás de todo esto, sería la misma.

—¿Myrima?— escuchó una voz que la llamaba desde la orilla de alberca, ella con cansancio nado hacia la superficie.

Ahí estaba su amigo de toda la vida, Anael. Este se sorprendió de verle la mirada distinta con un color naranja en su habitual color café claro.

Ella ya había aprendido a controlar ese dolor en los ojos, desde esa noche que se había encargado de los súbditos del demonio, no había cedido ese dolor, estaba aprendiendo a liderar con eso.

—¿Anael?— en medio de la alberca, ahí fue cuando el hechicero vio el estado de la chica.

—Hola, hace tanto que no sabía de ti y vaya que luces muy bien — le dijo haciendo referencia a su pequeño abdomen abultado.

—Lo sé, no he podido contestar tus cartas. Perdóname Anael, me he alejado de todos — con dolor en su voz — no tengo consuelo en nada, solo tengo que cuidar a mis bebés, ellos son mi único consuelo—

Anael se metió a la alberca y nado a donde estaba la reina de Aktera. Y la abrazó, tratando de reconfortarla.

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