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El informático sintió, como si estuviera amortiguado por una gran masa de agua, el estruendo de la puerta al golpearse con el marco

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El informático sintió, como si estuviera amortiguado por una gran masa de agua, el estruendo de la puerta al golpearse con el marco. En un acto reflejo, pausó su juego y dedicó una mirada al monitor a su izquierda que proyectaba las imágenes captadas por las cámaras de seguridad. Lo que observó le heló la sangre y sintió como un nudo comenzó a crecer en su garganta.

Lo que veía no tenía sentido, un grupo de personas comían de otra que yacía en el suelo, el cual era un charco infinito de sangre; cambió un poco el ángulo de la cámara con el mouse y se encontró con una pierna entera mordisqueada en el medio del corredor. Sus ojos observaban cada escena tan rápidamente y azorados que parecían que estaban a punto de salirse de sus órbitas.

Juraría que estaba viendo una película de zombis, sólo que estaba sucediendo en la vida real. En su mente sucedieron muchas ideas a la vez. Sabía que al lado tenía la armería, era un lugar preciado en una situación como esa. Por otro lado, tendría que dar la alerta de combate en la unidad, así que, sin pensarlo, accionó la alarma de emergencia que empezó a sonar de inmediato, coincidiendo con el momento en que Marcos entraba en la habitación yuxtapuesta.

Por otro lado, era de vital importancia enviar un mensaje al gobierno ante una situación excepcional como esa, por lo que de inmediato comenzó a guardar el video de la cámara y programó su ordenador para que enviase el contenido a una dirección de correo electrónico que estaba destinada para cualquier eventualidad de gran envergadura y que requiriera de la ayuda de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Procuró no realizar ningún ruido para no ser descubierto. Se acercó a la puerta tan rápido como pudo y cuando abrió suavemente una rendija en la misma por donde asomarse, no encontró a nada ni nadie desde su ángulo de vista. Los zombis que habían logrado llegar al piso superior se encontraban en el otro extremo del corredor, aquel que desde la posición de la puerta no se observaba.

Los muertos, debido al potente sonido de las alarmas, se encontraban paralizados como tratando de localizar el lugar de dónde venía el estímulo sonoro. El joven se sintió confiado, era poco probable que estuvieran en el piso superior, al fin y al cabo, no había sentido en el pasillo la algarabía que había observado por las cámaras, así que, sin más, salió con cuidado de la habitación.

No fue hasta que tuvo su cuerpo totalmente afuera, que reparó en el cabo Juan que, junto a cinco zombis más, se encontraba como indecisos entre bajar o seguir por el pasillo hacia la presa que perseguían y que le habían perdido el rastro, sin duda la alarma los estaba desorientado.

—¡¡¡Dios!!! —dijo casi sin pensarlo y maldijo el momento en que lo hizo.

Los muertos repararon en él al instante, uno de ellos lanzó un grito desgarrador que pareciera imposible que saliera de una garganta humana. No se tomó la molestia de cerrar la puerta, dio tres rápidos pasos hacia atrás sin cambiar la vista de los muertos que comenzaban su avance hacia él corriendo.

Macrófago vitae: Infección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora